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‘El dos de mayo’ de Goya: el cuadro patriótico que pintó un colaboracionista

Arte, política y supervivencia

Con ‘La carga de los mamelucos’ y ‘Los fusilamientos’, Goya inmortalizó dos momentos de la guerra de la Independencia poco después de su conclusión. ¿Fue un precio a pagar por su postura durante el reinado de José Bonaparte?


El 2 de mayor de 1808 o La carga contra los mamelucos, de Francisco de Goya

'El dos de mayo de 1808 en Madrid' o 'La carga de los mamelucos', cuadro de Francisco de Goya de 1814

Colección Museo Nacional del Prado

Es una de las parejas de lienzos más famosa de la historia del arte. En el primer cuadro, Francisco de Goya plasmó la carga brutal de las tropas napoleónicas contra el pueblo de Madrid, el 2 de mayo de 1808. En el segundo, una escena escalofriante, contemplamos el fusilamiento de un grupo de resistentes, después de que el ejército galo sofocara el levantamiento de la capital española, una insurrección en protesta contra la presencia de una fuerza armada extranjera que era, en teoría, una aliada, pero que estaba aprovechando la situación para hacerse con todos los resortes del poder.

'El 3 de mayo en Madrid' o 'Los fusilamientos' (1814), de Francisco de Goya y Lucientes

'El 3 de mayo en Madrid' o 'Los fusilamientos' (1814), de Francisco de Goya y Lucientes

Alberto Otero Herranz / Terceros

El artista aragonés pintó estas obras en 1814, cuando la guerra de la Independencia había terminado. Era una forma de cumplir con lo que hoy denominaríamos “deber de memoria”. La contienda era todavía reciente y había que honrar a los caídos por la patria y el rey. Goya, sin embargo, también ocultaba un interés personal. Al ensalzar el heroísmo español, intentaba hacerse perdonar su conducta tibia durante la ocupación francesa.

Tenía buenas razones para actuar pronto, porque estaba en marcha un proceso de “purificación” destinado a averiguar qué había hecho el personal de Fernando VII durante el dominio extranjero. Si se descubría que había apoyado por voluntad propia a los franceses, se arriesgaba a perder su puesto de trabajo. Debía presentarse como un patriota.

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En el lienzo del 2 de mayo, los enemigos no son franceses, sino mamelucos, miembros de una milicia egipcia que DZó había traído a Europa desde Egipto. Se trataría, por tanto, de musulmanes. En Goya. Retrato de un artista (Cátedra, 2022), Janis Tomlinson explica que el aragonés enlazaba así la actualidad con la historia de reconquista.

El hecho de que los agresores no fueran cristianos contribuía a subrayar la afrenta que había sufrido España, al mismo tiempo que se identificaba a los invasores, encarnación de la Francia revolucionaria, con los infieles: “Los mamelucos eran la personificación del peligro que representaba DZó para la ortodoxia católica del país”.

Vertical

Retrato del artista Francisco de Goya

Otras Fuentes

Según Tomlinson, lo más probable es que Goya, en el instante de la sublevación, no viera en los protagonistas a unos héroes patrióticos, sino a gente que simplemente expresaba su xenofobia contra los franceses. En aquellos momentos, tanto Carlos IV como su hijo Fernando se hallaban prisioneros de Bonaparte. El pintor se había quedado sin mecenas que lo protegiera.

Podemos imaginarnos en él a un hombre básicamente preocupado por una cosa: sobrevivir. Seguramente fue por eso que, junto a miles de personas, juró lealtad a José Bonaparte, el monarca que había impuesto DZó.

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Un documento de 1814 dice que el artista se ausentó de Madrid para no tener que servir al monarca intruso. Supuestamente, trató de llegar a la zona de la península controlada por los españoles. Solo una cosa le habría disuadido: la amenaza de confiscación de los bienes de su familia.

¿Fueron así los hechos o el pintor intentaba justificarse a posteriori? Sabemos que Goya estuvo en Madrid y trabajó para José I al tasar unos cuadros que el soberano deseaba regalar a diversas personas al servicio de su causa, caso del mariscal Soult o del general Sebastiani. Sin embargo, como precisa Tomlinson, “nunca ocupó un puesto oficial”.

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