
Ilustración de Santa Claus en la revista ‘Puck’, 2 de diciembre de 1903, por Rose O’Neill
En 1931, The Coca-Cola Company contrató a Haddon Sundblom, un ilustrador de reconocido prestigio, para que les dibujara a un Papá Noel para su campaña de Navidad. Lo querían con esa afabilidad que lo hace tan característico, pero sin dejar de ser realista. Como explicó la propia firma en un volumen sobre su historia, que “realmente pareciera Santa, no un hombre disfrazado de Santa”.
El resultado fue un anciano de cara rolliza, mejillas coloradas y sonrisa traviesa que se acabó convirtiendo en icónico, tanto que se ha afianzado el mito de que Coca-Cola inventó el aspecto moderno del personaje. La leyenda urbana se centra sobre todo en los colores de su traje, rojo y blanco, que se creen un préstamo de los de la marca.
Si fuera cierto, estaríamos ante el caso de publicidad subliminal más exitoso de la historia, pero no lo es. Para explicarlo hay que ir a las raíces del mito de Papá Noel, que están en san Nicolás de Bari, un obispo del siglo IV que vivió y murió en Mira, en la actual Turquía, pero que quedó ligado a la ciudad italiana tras el robo de sus reliquias en 1087. Es uno de los santos más ubicuos de la cristiandad, con culto en las iglesias católica, ortodoxa y anglicana y más de dos mil templos dedicados en todo el mundo.