Donald Trump ha demostrado este viernes, en un discurso de una hora y cuarto desde el departamento de Justicia, cuál es su visión de la ley: un instrumento para perseguir a sus adversarios políticos, a los medios de comunicación y a los fiscales involucrados en sus cuatro imputaciones penales y una condena, que le convirtió en el primer delincuente en jurar el cargo de presidente.
En una inusual comparecencia desde la sede del departamento que le procesó, un lugar que los mandatarios –incluido él en su primer mandato– suelen evitar pisar como señal de que la política no se inmiscuye en los asuntos judiciales, se ha proclamado el “responsable de la aplicación de la ley” en Estados Unidos y se ha regodeado en su triunfo en las elecciones del 5 de noviembre.
“Estamos pasando página a cuatro largos años de corrupción, instrumentalización de la justicia y rendición ante delincuentes violentos”, ha dicho sobre un departamento que logró su imputación en dos causas judiciales –por su intento de golpe de estado y por retener documentos clasificados en su residencia de Florida– y que ahora está bajo sus órdenes con la afín Pam Bondi confirmada como fiscal general.
Donald Trump, presidente de EE.UU.
“Expulsaremos a las fuerzas corruptas de nuestro gobierno. Vamos a exponer sus crímenes atroces y su grave conducta. Va a ser legendario”
“El pueblo estadounidense nos ha dado un mandato y lo que pide es una investigación a gran escala sobre la corrupción de nuestro sistema”, ha afirmado. “Expulsaremos a los actores deshonestos y a las fuerzas corruptas de nuestro gobierno. Vamos a exponer sus crímenes atroces y mala conducta grave, a niveles que no se han visto antes. Va a ser legendario”, ha dicho, refiriéndose a la “escoria” de los tribunales, a los jueces “corruptos” y a los fiscales “trastornados” que le investigaron. “Son mala gente, son gente realmente mala”, ha dicho Trump en el tedioso discurso, y ha pedido a sus acólitos que los procesen: “La gente que nos hizo esto debería ir a la cárcel”.
El presidente ha dicho que la administración de Joe Biden usó al departamento de Justicia “para aterrorizar a los inocentes y recompensar a los malvados”. Pero él, “como principal responsable de la aplicación de la ley en nuestro país, insistiré y exigiré la plena y total rendición de cuentas por los errores y abusos que se han producido”, ha sentenciado. También ha dicho que debería ser “ilegal” criticar las decisiones de los tribunales, en referencia a los medios de comunicación, a los que ha nombrado uno a uno, tan solo después de criticar los fallos que no le beneficiaron a él.
“Debemos ser honestos sobre las mentiras y los abusos que han ocurrido dentro de estas paredes”, ha dicho Trump, a lo largo de una larga ponencia cargada de falsedades, que se ha asemejado a uno de sus discursos de campaña. “Desgraciadamente, en los últimos años, un grupo corrupto de piratas y radicales dentro de las filas del Gobierno estadounidense borraron la confianza y la buena voluntad construidas a lo largo de generaciones. Utilizaron como arma los vastos poderes de nuestras agencias de inteligencia y de aplicación de la ley para tratar de frustrar la voluntad del pueblo estadounidense”.
El retrato de Trump preside el departamento de Justicia, animado con sus himnos de campaña
Antes de su comparecencia, han sonado por el altavoz las canciones que se convirtieron en sus himnos de campaña, como God bless the USA, de Lee Greenwood. Y han comparecido Todd Blanche, el vice fiscal general, que fue su abogado personal, así como Kash Patel, su leal nuevo director del FBI. A su llegada al departamento, la fiscal general Bondi le ha enseñado el nuevo cuadro que ha instalado para presidir la sede: su retrato presidencial. Una muestra de que lo que Trump quiere hacer con el departamento de Justicia es, precisamente, lo que critica: instrumentalizarlo y terminar con su supuesta independencia.
Su elegida para el cargo, Bondi, ha prometido antes de su discurso que, además de terminar con la “corrupción” de su departamento, trabajará “para perseguir a los delincuentes violentos, sacar las drogas, las bandas criminales y los extranjeros ilegales de nuestro país”. Ha añadido que todos ellos, especialmente los cárteles que introduzcan fentanilo, “van a ser deportados muy pronto”. Y ha mostrado una representación de un kilogramo de este opioide, que “sería suficiente para matar a medio millón de personas”.
Para hacerlo, el gobierno prevé desenterrar en los próximos días una ley del siglo XVIII que permitirá la expulsión rápida y sumaria de inmigrantes –con o sin papeles–, sin necesidad de pasar por un proceso judicial. La ley de Enemigos Extranjeros de 1798 está prevista para tiempos de guerra o en caso de invasión del país, un contexto que, en su retrato fatalista de la realidad, Trump alega que se da con los cerca de 12 millones de indocumentados que habitan Estados Unidos.
Trump prevé invocar una ley de 1798 para acelerar el ritmo de deportaciones sin el debido proceso
El uso de la ancestral ley, que se espera que sea desafiado en los tribunales, busca ampliar los poderes de la administración para perseguir primero a los inmigrantes que hayan cometido delitos graves. Uno de los objetivos iniciales serán los miembros de la banda criminal venezolana del Tren de Aragua, que la Administración Trump ya designó en febrero como una organización terrorista internacional.
Durante su larga comparecencia en el departamento de Justicia, el republicano ha repetido su mantra habitual contra el crimen migrante, con el que justificará la invocación de esta ley: “En los últimos cuatro años, otros países vaciaron sus prisiones, cárceles, instituciones psiquiátricas y manicomios, y enviaron a los asesinos, traficantes de drogas y reclusos sanguinarios de las mazmorras más inmundas del mundo directamente a Estados Unidos y a su frontera abierta”, ha dicho. “Cualquiera podía entrar, sin importar quién fuera, de dónde viniera, su aspecto, lo que hiciera, lo que hubiera hecho, cuántas personas hubiera asesinado, podía entrar directamente en nuestro país. Ahora mismo hay asesinos sueltos por las calles”.