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El Supremo permite a Trump invocar la ancestral ley de Enemigos Extranjeros para sus deportaciones

Estados Unidos

El alto tribunal anula la prohibición del juez James Boasberg porque los deportados bajo esta ley del siglo XVIII no presentaron sus recursos en Texas, donde estaban detenidos antes de ser expulsados a El Salvador

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El Supremo permite a Trump invocar la ancestral ley de Enemigos Extranjeros para sus deportaciones

Una mayoría de cinco a cuatro jueces del Tribunal Supremo de Estados Unidos ha levantado la suspensión cautelar de un juez que impidió a la Casa Blanca usar una ley de 1798 para deportar a inmigrantes sin el debido proceso. La Administración de Donald Trump desobedeció esa orden judicial y expulsó a El Salvador a unos 250 venezolanos a los que acusó, sin demostrarlo, de pertenecer a la banda criminal del Tren de Aragua. El fallo del alto tribunal anula la prohibición del juez inferior y supone una victoria para el republicano, aunque no se pronuncia sobre la legalidad de las deportaciones.

El Supremo ha dictaminado que los inmigrantes impugnaron indebidamente las expulsiones en Washington D.C., y no en Texas, donde habían estado detenidos antes de ser deportados a El Salvador. Allí,permanecen confinados en la prisión de máxima seguridad Cecot, inaugurada el 2023 por el presidente Nayib Bukele. No se ha pronunciado sobre el fondo de la suspensión cautelar del juez federal, James Boasberg, que consideró que el gobierno se extralimitó al aplicar la ley de Enemigos Extranjeros, pensada para tiempos de guerra.

El Supremo permite a Trump invocar la ancestral ley de Enemigos Extranjeros para sus deportaciones

Los venezolanos deportados, acusados de pertenecer al Tren de Aragua, fueron llevados a la prisión de máxima seguridad de El Salvador, el Cecot. (Jose Cabezas / Reuters)

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Esta ley, que permite la deportación sumaria de extranjeros que han participado en una “invasión” o “incursión depredadora”, tan solo había sido invocada hasta el momento durante la guerra con Reino Unido en 1812 y las dos guerras mundiales. En la segunda, se aplicó para enviar a inmigrantes japoneses, italianos y alemanes a centros de confinamiento. Para justificar la expulsión de presuntos pandilleros, la Administración Trump los identificó como miembros de una organización terrorista transnacional.

El juez Boasberg bloqueó el uso de la ley y después el tribunal de apelaciones ratificó su decisión. La jueza de apelaciones aseguró que los inmigrantes recibieron un peor trato que los nazis durante la Segunda Guerra Mundial, pues al menos estos pudieron presentar sus casos ante un juez.

Ahora el Tribunal Supremo permitirá llevar a cabo más deportaciones, pero impone límites en la forma en que deben darse, señalando que los inmigrantes deberán tener la oportunidad de impugnar ante un juez y un “tiempo razonable” para presentarse en los tribunales.

En la opinión de la mayoría, los detenidos “deben recibir notificación después de la fecha de esta orden de que están sujetos a expulsión en virtud de la Ley. La notificación debe realizarse dentro de un plazo razonable y de tal manera que les permita solicitar un recurso de habeas corpus en el lugar adecuado antes de que se produzca la expulsión”.

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Las tres juezas progresistas, así como la conservadora Amy Coney Barrett, han disentido y han señalado que la prohibición debía seguir en pie. En su escrito, aseguran que su desacuerdo “no es sobre si los detenidos deben recibir revisión judicial de sus traslados, pues los nueve miembros del tribunal están de acuerdo en que la revisión judicial debe estar disponible. La única cuestión es dónde debe ocurrir esa revisión judicial”.

Trump no solo desobedeció la orden del juez Boasberg, también desafió a la justicia y atacó al magistrado, calificándolo de “activista” y “lunático radical de izquierdas”, y exigiendo su destitución. Eso llevó al presidente de la máxima instancia judicial, John Roberts, a emitir un inusual comunicado en el que recordaba al mandatario que el juicio político “no es una respuesta apropiada al desacuerdo sobre una decisión judicial”.

Ahora que el caso ha llegado a sus manos, Roberts se ha posicionado del lado del Gobierno de Trump, junto con los otros cuatro jueces hombres y conservadores. El Supremo, cuyos cargos son vitalicios, tiene una mayoría de seis magistrados nombrados por presidentes republicanos y tres por demócratas. Tres de los conservadores fueron nombrados por el propio Trump durante su primer mandato.

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