Los saudíes saben cómo tratar con Donald Trump. Su Air Force One, el avión presidencial que renovará por un polémico Boeing 747-8 regalado por Qatar, ha aterrizado este martes en Riad (Arabia Saudí) escoltado por seis cazas F-15 de la corona saudí y de fabricación americana. En el Aeropuerto Internacional Rey Khaled, ha sido recibido por el príncipe heredero Mohammed bin Salman en una pomposa ceremonia real, con una inmaculada alfombra color lavanda, una guardia de honor y jinetes a lomos de caballos árabes, que han dado inicio a una serie de actos de bienvenida en los que también han estado presentes destacados miembros de la realeza. Es un trato muy distinto del que recibió su predecesor, Joe Biden, que visitó el país en el 2022 y se encontró una delegación de bajo rango en el aeropuerto, en un mensaje de la corona saudí después de que Biden hubiera criticado su autoritarismo y su desprecio por los derechos humanos.

Trump levantará las sanciones a Siria “para darles una oportunidad de grandeza”
Como ya hizo en su anterior mandato, Trump ha elegido Arabia Saudí para su primera gira oficial por el extranjero, que también le llevará en los próximos cuatro días a Qatar y Emiratos Árabes Unidos, países del golfo en los que su empresa familiar, ahora a cargo de sus hijos, tiene multimillonarios negocios entre manos. Pero el mandatario también espera cerrar lucrativos acuerdos para las empresas estadounidenses, según avanzó, por valor de un billón de dólares. El presidente ha llegado en compañía de altos funcionarios estadounidenses, entre los que se encuentran el secretario de Estado, Marco Rubio; el de Defensa, Pete Hegseth, y el de Comercio, Howard Lutnick.
En el primer acto significativo de la visita de Estado, en el lujoso Palacio Real de Riad, Trump ha firmado junto a bin Salman un acuerdo de asociación económica estratégica entre ambos países, que incluye acuerdos de inversión en energía, minería y defensa, y que la Casa Blanca cifra en 600.000 millones de dólares. Durante la firma, ambos dirigentes han anunciado que Estados Unidos se comprometerá a garantizar envíos de armamento que incidan en la “modernización y el desarrollo de las capacidades” de las fuerzas armadas de Arabia Saudí, mientras que los dos países tendrán de cara a futuro mayor “cooperación en el ámbito de la energía”, así como de “la minería y los recursos minerales”, en particular de las tierras raras, críticas para la industria tecnológica.
Arabia Saudí invertirá 600.000 millones de dólares en empresas y proyectos de EE.UU.
Concretamente, el acuerdo contempla 142.000 millones de dólares en ventas de armamento, que la Casa Blanca ha descrito como “la mayor venta de equipos de Defensa en la historia”. Además, como parte de un compromiso de inversión de 600.000 millones en empresas y proyectos de EE.UU., Arabia Saudí exportará turbinas de gas y otras soluciones energéticas valoradas en 14.200 millones de dólares, y empresas estadounidenses como Google, Oracle o Uber invertirán 80.000 millones en “tecnologías transformadoras de vanguardia en ambos países”, según el comunicado de la oficina presidencial, en el que no se ofrecen muchos detalles del acuerdo estratégico.
En la comitiva estadounidense, también hay empresarios relacionados con el poder estadounidense como Elon Musk, el hombre más rico del mundo a cargo de los recortes masivos del Gobierno americano y propietario de Tesla; Sam Altman, director ejecutivo de OpenAI; o Mark Zuckerberg, presidente de Meta. Con todos ellos, así como con responsables de compañías como IBM, BlackRock, Palantir y Nvidia, Trump ha participado después en un foro de inversión organizado de urgencia por el Gobierno saudí.
Ante los inversores, banqueros, empresarios y miembros de la realeza presentes, Trump ha inaugurado el acto precedido del himno de su campaña, God Bless the USA (Lee Greenwood), y ha dado un largo discurso de una hora en el que ha agradecido la “extraordinaria generosidad y calidez” del reino saudí, especialmente del príncipe bin Salman, a quien ha definido como “un hombre increíble... no hay nadie como él”. El presidente se ha deshecho en elogios al régimen autocrático, a “sus rascacielos” –construidos por inmigrantes en condiciones de esclavitud– y a la transformación producida en los últimos ocho años, en los que “Arabia Saudí ha demostrado que los críticos estaban completamente equivocados”.
Tras el agradecimiento –en el que ha descrito a Arabia Saudí como uno de los principales aliados de EE.UU. en un momento en el que se está alejando de sus aliados tradicionales–, Trump ha comenzado a presumir de los “éxitos” de su mandato, en lo que se ha convertido en un habitual discurso de autoalabanza: “En menos de cuatro meses, nuestra nueva administración ha conseguido más de lo que la mayoría de las demás administraciones han logrado en cuatro años, o incluso en ocho años”, ha dicho, y se ha puesto a criticar durante veinte minutos a su predecesor, Joe Biden, cuya Administración ha definido como “la peor de la historia”.
“La extrema debilidad y la flagrante incompetencia de la administración Biden hicieron descarrilar los avances hacia la paz, desestabilizaron la región y pusieron en peligro todo lo que tanto nos había costado construir juntos. Cuando piensas en los grandes logros que habéis conseguido a la luz de una administración bastante hostil, una administración que no era creyente, hace que vuestros logros sean aún mayores”, ha afirmado.
Trump confirma que Marco Rubio viajará esta semana a Turquía para las conversaciones de paz entre Rusia y Ucrania
Cuando ha dejado atrás a su predecesor, al que ha mencionado más de una decena de veces, Trump al fin ha hablado del futuro y ha dejado un par de anuncios. Primero ha dicho que espera que Arabia Saudí firme “pronto” los acuerdos de Abraham, que ya impulsó en su primer mandato, para la normalización de relaciones diplomáticas con Israel, el mayor receptor de ayuda exterior estadounidense en la historia. “Será un día especial en Oriente Medio con todo el mundo mirando”, ha señalado.
Después, el presidente ha confirmado que enviará a su secretario de Estado, Marco Rubio, esta semana a Turquía para participar en las conversaciones de paz entre Ucrania y Rusia hospedadas por el presidente Recep Tayyip Erdogan. Ayer despertó la especulación cuando dijo que se estaba planteado ir él mismo “si las conversaciones descarrilan”.
Y en un último y esperado anuncio, ha dicho que levantará las sanciones contra Siria, momento en el que ha recibido el mayor aplauso de la sala. Trump ha asegurado que ha tomado la decisión “después de discutir la situación en Siria con el príncipe heredero, vuestro príncipe heredero, y también con el presidente Erdogan de Turquía, que me llamó el otro día y me pidió una cosa muy parecida. Oh, lo que hago por el príncipe heredero”, ha dicho en tono jocoso.
En su viaje a Estambul, Rubio también se reunirá con el ministro de Exteriores de Siria, país que el pasado diciembre vivió la caída del régimen de Bashar al Assad y donde ha tomado el poder un nuevo régimen islamista dirigido por Ahmed al-Sharaa prometiendo una transición