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Viento (electoral) Sur

Cuadernos del sur

Un decreto con tres días de luto oficial por la muerte del Papa y el enésimo anuncio de que en Ի岹ܳí no habrá un adelanto electoral que acelere los tiempos políticos de una España sin presupuestos e instalada en una inestabilidad crónica que, sin embargo, cada día que pasa es más duradera. Así empezó la agenda posterior a la Semana Santa del presidente de la Junta, que prosigue, sin alterar sus planes, la hoja de ruta prevista en busca de su tercera reelección.

Que las elecciones autonómicas vayan a ser, según sus palabras, en junio del próximo año, dentro de trece meses, no es estrictamente una noticia. Se trata de la fecha que corresponde a una legislatura completa, de cuatro años. Toda una anomalía en los últimos tiempos.

Moreno Bonilla en el Estadio de la Isla de la Cartuja (Sevilla)

Moreno Bonilla en el Estadio de la Isla de la Cartuja (Sevilla)

Junta de Ի岹ܳí

Moreno Bonilla siempre dijo que pensaba agotar su segundo mandato –esto es: exprimiría su mayoría absoluta todo lo posible– pero, ante la hipótesis de un adelanto de los comicios generales, derivado de la falta de mayoría en el Congreso del Gobierno central, en los cuarteles generales del PP meridional llegó a estudiarse la posibilidad de un adelanto electoral técnico de unos meses para concentrar en su beneficio el voto crítico contra Pedro Sánchez.

La decisión del presidente socialista de gobernar sin suficiente sustento legislativo ha ahorrado a San Telmo el trance de tener que justificar ante la opinión pública un cambio de calendario. Una tarea, por otra parte, a todas luces imposible, toda vez que, al contrario que en su primer mandato, el PP no cuenta con la cómoda coartada de la pérdida de su mayoría parlamentaria para construir un relato verosímil que avale semejante decisión.

La designación –sin que mediasen primarias– de María Jesús Montero como candidata del PSOE meridional a la Junta acabó por despejar las dudas: con la vicepresidenta y ministra de Hacienda como cabeza de lista en la calle San Fernando de Sevilla –sede de la dirección del PP del Sur–, pensaron que la campaña electoral estaba hecha. No hacía falta adelantar nada.

La estrategia de San Telmo (el Quirinale) para tratar de revalidar su poder en Ի岹ܳí está definida desde hace mucho tiempo. Y no va cambiar en función de la beligerancia del PSOE, que ni antes ni ahora significa un serio peligro para el futuro del presidente de la Junta.

Moreno Bonilla, tras siete años de gobierno, no acusa un desgaste social excesivo que haga pensar en un viraje en el statu quo en el Sur de España. El impacto electoral por el deterioro de la sanidad pública es un misterio, pero no se percibe que este creciente descontento con la cuestionable gestión de la Junta en este ámbito vaya a repercutir a favor de los socialistas.

El PSOE, descontando algunas caras, no ha renovado ni su discurso ni tampoco su mensaje. Sigue instalado en el pretérito. La entronización de María Jesús Montero sólo ha contribuido a elevar los decibelios de la confrontación. Nada más.

Mientras la vicepresidenta intenta desesperadamente elevar el punto de ebullición del agua, incurriendo a diario en patinazos significativos, como el cuestionamiento del principio de la presunción de inocencia de los hombres al calor del caso Alves, Moreno Bonilla mantiene una actitud institucional, alejada de los extremismos retóricos y conscientemente tibia.

Busca así no perder los votos prestados que, desde sectores sociales no necesariamente conservadores, le permitieron en 2022 obtener el control efectivo del Parlamento autonómico, además de la dirección del Ejecutivo. San Telmo carece de contrapeso institucional a su poder.

Montero en la manifestación de la Marea Blanca por la Sanidad en Ի岹ܳ́

Montero en la manifestación de la Marea Blanca por la Sanidad en Ի岹ܳ́

PSOE de Ի岹ܳí

La división de los partidos a la izquierda del PSOE, a los que Montero no entusiasma por su pasado político en Ի岹ܳí, y el estancamiento (crónico) de los socialistas, que es lo que la vicepresidenta tiene que conjurar a lo largo del próximo año para no estrellarse, garantizan a Moreno unas cábalas electorales sin grandes tormentas. El horizonte no tiene ni turbulencias.

De hecho, el PP cuenta con un colchón de hasta tres diputados en la cámara legislativa autonómica, cuya mayoría está fijada en 55 escaños. Incluso si los perdiera en 2026, hipótesis que ahora mismo se antoja remota, podría mantener su hegemonía sin necesitar para nada a Vox (14 escaños, casi la mitad que el PSOE) para continuar gobernando.

Frente a esta evidencia aritmética, que los sondeos electorales matizan en mayor o menor medida, pero cuyo fondo no discuten en términos generales, a María Jesús Montero no le quedamás opción que el agit-prop y la táctica del tremendismo. Su ruido, de momento, no se está traduciendo en nueces. Los socialistas no puede resucitar sin recomponer antes su base social en el orden municipal. Y eso no va a suceder al menos hasta 2027.

A Moreno Bonilla le basta pues con agitar la bandera autonómica y presentar como agravios a Ի岹ܳí asuntos como la falta de financiación y los privilegios económicos concedidos por la Moncloa a los independentistas para situarse como el único signore del tablero andaluz. Nadie le discute la corona, pero hasta los más grandes reyes también son seres mortales.

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