Es muy importante aprender a gestionar las emociones. Si bien no es una tarea fácil, a la larga nos ayudará a mejorar la satisfacción con uno mismo, la calidad en la relación con los demás y además la consecución de nuestros objetivos en la vida.
Unas emociones muy intensas, además, provoca que nos dejemos llegar y no logremos acceder a la toma de decisiones y la razón, provocando que los sentimientos negativos afloren, perjudicando nuestras relaciones personales o provocando consecuencias para nosotros mismos e incluso nuestro entorno, a veces desagradables e irreparables.

En una ruptura mal gestionada, muchas personas quedan atrapadas en emociones que las paralizan
Para comenzar a aprender a gestionar nuestras emociones es vital aceptar lo que sentimos. El autoconocimiento y el impacto que las experiencias han tenido en nuestra vida son pequeños eslabones de una cadena que puede llevar a descubrir otras problemáticas de nuestro presente y futuro.
Así lo afirma la psicóloga Isabel Rojas Estapé en una entrevista en el podcast Tómatelo con vino, insistiendo en que hay que hacer caso a todas esas experiencias, porque será lo que te defina a día de hoy. No solo eso, porque según la especialista, será lo que te hará buscar a tu pareja ideal.

Isabel Rojas Estapé, psicóloga especializada en emociones y pareja.
“La complementariedad son de las cosas que más potencian las amistades, las parejas, el trabajo… Uno normalmente se enamora de su contrario. El cerebro le hace ver en el otro algo que no tiene”, asegura.
“”Nuestro cerebro ve ese algo que genera esa chispa, ese algo que genera la atracción y la necesidad que hace querer estar con esa persona”, explica Isabel Rojas Estapé. “El extrovertido se fijará en ese alguien que diga algo en el momento correcto, que tenga una utilización del lenguaje buenísimo y que ‘no dice una palabra de más’, por ejemplo”.

Isabel Rojas Estapé, psicóloga especializada en emociones y pareja.
Ahora bien, conviene proceder con cautela. Nuestro cerebro busca, pero no avisa de algo muy importante: como en todo “contrato”, existe la letra pequeña. “Yo siempre digo: ‘¡Ojo! Que lo que primero te atrae, luego te condena’; luego esa persona que le gustaba que hablara, te va a decir por qué habla tanto, que siempre está ‘perfectito’”, dice.
La psicóloga da otro ejemplo práctico que ha visto entre su entorno: “Cuando alguien viene y me dice que le gusta otro porque es ‘súper ordenado’ y que le viene bien porque ellos son ‘súper desordenados’, hay una parte de mí que se ríe, porque no falla: a los 6-10 meses después vienen y me cuentan que son muy maniáticos con tenerlo todo en su sitio”.
Los psicólogos somos como entrenadores: yo te puedo enseñar a jugar, pero el partido depende del paciente
Una complementariedad que ha visto en sus pacientes, a los que siempre aconseja dos cosas: conocerse a sí mismo, pero también conocer al otro. “Hay que adaptarse. No significa que tengas que cambiar radicalmente, pero sí aceptar que quizá es algo que al otro le tranquiliza. Vivimos en un mundo tan perfeccionista que nos hemos vuelto un poco controladores”, insiste.
Para la terapeuta, el control va muy unido a la indecisión. Por eso, recomienda mucho trabajar en terapia el autoconocimiento. “Para el perfeccionista, todo es negativo y mejorable. El cerebro siempre identifica cosas que hay que mejorar, es el eterno satisfecho”.

El perfeccionismo puede ser un obstáculo.
El perfeccionismo es limitante, por lo que si comienza a dominar la vida, se requiere terapia especializada, pues algunas de las consecuencias más graves son los trastornos mentales, la procrastinación, distorsiones cognitivas, dedicar muchas horas a algunas cosas descuidando otras, solo por poner unos ejemplos.