El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
Uno de los nombres más conocidos en España sobre la materia es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por la Harvard University Medical School, quien a menudo comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y demás actividades. Una de sus últimas reflexiones se centra en el miedo: un problema que puede afectarnos en más de una faceta. Sin embargo, esto puede deberse a nuestro propio sistema de seguridad.
“Pertenecemos al 0,1 % de las especies de las que existe registro fósil y que todavía siguen vivas. ¿Cómo hemos conseguido esto? Pues lo hemos conseguido, entre otras cosas, porque hemos sabido distinguir la amenaza antes de que fuera demasiado tarde. Los mecanismos del miedo lo que intentan es captar cualquier cosa que pueda suponer una amenaza”, expresaba. Del mismo modo, destacaba el lado negativo de este sistema.
“Esto, que está muy bien desde el punto de vista físico porque nos puede dar recursos cuando nos enfrentamos, por ejemplo, a un depredador; se convierte en un problema cuando la mente o ciertos compartimentos de la mente, utilizan estos mecanismos para generar unos miedos, que los vivimos como reales y que son simples alucinaciones, son simples espejismos que la mente es capaz de crear”, profundizaba.
Múltiples capas
“Y por eso pues hay personas perfectamente capaces de hacer frente a un montón de desafíos, pero el miedo les atenaza, el miedo les esclaviza. Entonces la anatomía del miedo es una anatomía que tiene un sustrato neural, un sustrato también en el cuerpo, un sustrato fisiológico, pero que también tiene un enorme componente mental. Entender la relación entre los dos espacios creo que es importantísimo para vivir con más confianza, con más ilusión y con más serenidad”, concluía.
Recientemente, Alonso Puig también se pronunció sobre nuestra forma de pensar, siguiendo los impulsos del corazón: “El corazón tiene 40.000 neuronas. Es impresionante, ¿verdad? Es fascinante descubrir que nuestro corazón tiene su propio sistema neuronal. Estas neuronas son capaces de comunicarse con el cerebro, influyendo en nuestras emociones y en nuestras decisiones. Esto nos muestra que el ser humano no sólo piensa con la cabeza, sino también con el corazón”.