Humildad y corazón. También escala humana y respeto y diálogo con el entorno. Son las ideas que recorren cada estancia del hogar que el arquitecto Jaime Prous se ha construido en el Maresme (Barcelona).
Estamos ante una casa unifamiliar en una ladera con un fuerte desnivel. La opción (demasiado) obvia hubiera sido grandes ventanales despejados abiertos al mar. En su lugar, Prous optó por una construcción con pilastras y arcos que remiten a Coderch, a la Fundación Xavier Corberó o a la arquitectura metafísica pintada por Giorgio de Chirico. También a las logias de inspiración neoclásica de Can Godó o Can Barrera, los palacetes modernistas que los indianos levantaron ladera abajo que se ven desde esta casa contemporánea.

La arquitectura se deja colonizar por la vegetación y la naturaleza, como el gravado de una antigua ruina de Piranesi
“Prefiero evitar diseños que exponen demasiado –explica el arquitecto–, y elementos como las pilastras permiten sentirse más resguardado, más abrigado. Además, está el tema de la protección solar y esta distribución de espacios permite controlar muy bien la incidencia de la luz”. De los dinteles cuelgan persianas alicantinas, elementos sencillos, táctiles y muy mediterráneos. La terraza, cubierta en una parte por bunganvillas y en la otra por un forjado de volta catalana, está concebida como una extensión que duplica la superficie del salón y lo conecta con el paisaje.
“El patio mediterráneo es una de las características más interesantes de la arquitectura vernácula. Crear un espacio abierto en el centro de la casa le otorga una conexión única con la naturaleza y permite aprovechar la luz y la ventilación de una forma tradicional”, ilustra Prous, para quien las humildes persianas son un retorno a lo ancestral, a lo atávico. “Me gusta el ritual de abrirlas por la mañana y cerrarlas al atardecer. Además, filtran la luz de manera excelente, lo que es ideal para nuestro clima, y las sombras que crean son hermosas”. Es inevitable no pensar en laMujer cosiendo en el patio, de Ramón Casas.

Detalle de la terrazacon arcadas cubierta

La casa desnuda las claves arquitectónicas de las masías modernistas y las reinterpreta con un lenguaje contemporáneo
Este arquitecto de 42 años, viajero e ilustrado, explica que su casa es “como el hermano pobre de las casas noucentistas”. Está pintada con estuco en un blanco roto monocolor, pero no tiene esgrafiados; el suelo es muy básico, una rasilla marrón como las que había en las zonas de servicio de esas masías ilustres y los techos son de volta catalana pura y dura, a la vista y sin molduras de escayola. Una esencialidad que vacía de adornos aquellos palacetes y los transforma en un hermoso esqueleto habitado por iconos del diseño, obras de arte contemporáneo y muchos libros de cocina, otra de las pasiones del arquitecto. “Una de las cosas más difíciles del proyecto fue elegir el tono de blanco, detalles de la distribución y el mobiliario, y aquí fueron fundamentales los consejos de la interiorista Adela Cabré, que me dijo: ‘Jaime, sobre todo no hagas una casa de arquitecto, haz una casa para vivir, haz una casa cálida...’”, revela.
Ya desde la entrada se palpa esa esencialidad. Una fachada formada por tres cubos desnudos y una rampa conduce, por un lado, a la habitación de invitados y por el otro a la vivienda. “Esta casa tiene algo que me recuerda a la arquitectura bereber, que me fascina: la riqueza y la verdadera esencia están escondidas en su interior, mientras que por fuera mantiene una sencillez discreta, casi modesta. La entrada te invita a acercarte de una manera poco evidente a un espacio íntimo y privado que se revela poco a poco”.

Ya desde la entrada se palpa esa esencialidad. Una fachada formada por tres cubos desnudos y una rampa conduce, por un lado, a la habitación de invitados y por el otro a la vivienda
Este espacio íntimo se ha concebido también con espacios intermedios que, como los de Coderch, no se sabe si son interiores o exteriores, lugares de transición que juegan con las vistas cruzadas: en la planta inferior, donde se sitúan en despacho y el dormitorio, un gran ventanal enmarca un olivo y, al fondo, tras otro cristal, se vislumbra vegetación que arropa la ducha al aire libre del baño en suite.
Nuestras exigencias de confort son demasiadas: si pasas un poco de frío, te pones un jersey, y si hace calor,control de la exposición solar y ventilación”
Las plantas son clave en la voluntad de que la casa parezca formar parte del paisaje en lugar de imponerse sobre él, y de ellas se ha ocupado Víctor Carballo, marido del arquitecto. “Buscamos que la vegetación vaya ‘invadiendo’ poco a poco la casa, como en los grabados de Piranesi. Creo que los arquitectos tienen la responsabilidad de que las obras se integren sin dañar el entorno; por eso procuro que los diseños sean bajos y discretos”, explica Prous, que sabe que la mejor sombra es la que proporciona la vegetación.

La cocina y la terraza, en parte descubierta
“Disfruto mucho leyendo bajo la sombra de un árbol. Estamos tan tecnificados que a veces perdemos de vista lo esencial. La arquitectura tradicional ya tenía soluciones naturales y eficientes que hemos olvidado. Aquí, las manchas de vegetación no solo ofrecen sombra, sino que marcan el paso del tiempo y refuerzan la conexión con la naturaleza, porque en realidad, un jardín, realmente, no se planta, un jardín se hereda”. Este se ha pensado para que tenga un bajo mantenimiento hídrico y la piscina es apenas una alberca.
Esa mirada a lo ancestral también se ve en los sistemas de climatización de la casa. Cuenta con una chimenea en el salón y el resto se calienta por suelo radiante que funciona por aerotermia, “pero este no se enciende casi nunca. Hoy en día estamos haciendo espacios homotérmicos, donde todos los rincones tienen que tener la misma temperatura, pero si queremos ser sostenibles y salvar el medio ambiente, hemos de empezar a plantearnos si las exigencias de confort que tenemos no son demasiadas, que pasas un poco de frío, pues te pones un jersey. Y para evitar el calor, pues ventilación y control de la exposición solar. Sólo hay aire acondicionado en el dormitorio”, explica Prous.

Chimenea Stuv y cocina Bulthaup Sistema B3
Para este arquitecto, pensar en arquitectura es también pensar en cómo las casas envejecen, “cómo la obra cambia y toma vida con el tiempo. Uno no puede esperar que permanezca impoluta como el primer día. La huella del tiempo en los materiales me parece muy bella. Hay una cosa que siempre intentamos, que es dejar el territorio, o intentar dejar el territorio mejor que como nos lo hemos encontrado. Eso me obsesiona muchísimo”, insiste.

En el despacho, estanterías de USM

Las áreas intermedias juegan con las vistas cruzadas: en la planta inferior, al fondo se vislumbra vegetación que arropa la ducha al aire libre del baño en suite.
Esta voluntad de mínimo impacto se ve en la casa que ha diseñado para él, y también en la casa aledaña, que está construyendo por encargo y que es totalmente diferente a la suya: tiene una sola planta y la estructura es de madera recubierta por una chapa ondulada. Es una construcción ligera pero expresiva hecha con materiales que, como explica Prous, “son lo que parecen y parecen lo que son, porque la arquitectura se diferencia de la ingeniería en que ha de tener, o debería tener, la capacidad de emocionar”.