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Viajar en el tiempo

La belleza del mundo

Viajar en el tiempo
Manuel Vilas

He viajado mucho en esta vida. Y sigo haciéndolo. Si no viajo, no soy feliz. Pero ahora me doy cuenta de que haber conocido América, África, Europa o Asia, no sé, pongamos que desde Nueva York hasta Nueva Delhi, son solo viajes en el espacio. De modo que todos los que viajamos en el espacio somos poco originales. Mucha gente ha visitado París, Roma, Londres o Berlín; incluso ha estado hasta en Hong Kong.

Yo ahora quiero viajar en el tiempo. Viajar en el espacio es lo que hace todo el mundo. Incluso viajar a la Luna es viajar en el espacio. Elon Musk se cree que ir a la Luna es algo prodigioso. Ir a la Luna es lo mismo de siempre: viajar en el espacio. Yo quiero despertarme de repente en el Nueva York de 1961. Yo quiero viajar al Nueva York de la película Un completo des­conocido, que cuenta los comienzos, las primeras canciones y los primeros amores de un chaval de veinte años que estaba llamado a convertirse en Bob Dylan. Qué hermosa película de James Mangold.

Los cantantes Joan Baez y Bob Dylan en 1963

Los cantantes Joan Baez y Bob Dylan en 1963

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Pues bien, yo allí quiero viajar, a 1961. Venga, Elon, atrévete con eso. Lo de la Luna es una tontería. Y te voy a decir por qué. Porque en la Luna no hay nada. Ni bares, ni tiendas, ni suena música ni de Bob Dylan ni de Beethoven. No hay música. Ni siquiera un maldito canto gregoriano. Ni una cocacola hay en la Luna. El universo, con todas sus galaxias repetidas, es un coñazo inaguantable. Yo sí hipotecaría mi casa por un viaje en el tiempo. Y aparecer en el Gerde’s Folk City del West Village, en Manhattan, en 1961. Y me sentaría en primera fila sin ningún problema, y contemplaría la cara aniñada y regordeta de Bob Dylan y la belleza mitológica de Joan Baez y el rostro risueño de Suze Rotolo. Y me quedaría a vivir en el Village, y el 12 de marzo de 1967 me compraría el vinilo del primer disco de The Velvet Underground, y me pasaría por la Factory de Andy Warhol y me iría con Lou Reed y John Cale de marcha por el camino salvaje de la vida.

Bob Dylan y Lou Reed eran asequibles entonces, cuando no eran nadie, antes de la fama. Puedes hablar con la gente antes de que les sobrevenga la celebridad. Lo interesante de viajar en el tiempo es hacerlo sabiendo lo que viene después. Por tanto, el viaje en el tiempo yo diría que es metafísicamente imposible. Solo nos queda la nostalgia. Por eso, en este instante entro en el cine, para ver por segunda vez “un perfecto desconocido”.

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