En un rincón de la ciudad de Madrid, entre las calles empedradas de aquel Madrid de los Austrias, corre una perra llamada Chula, que no solo ha conquistado el corazón de su compañero de vida, sino también el de todos los que la ven saltar por el aire como una auténtica saltimbanqui. Martín Aslan (Girona, 1973), un maravilloso actor que ha dejado huella en producciones como í, Desde el mañana, El escuerzo o El mal invisible, siempre había querido adoptar un perro, pero no fue hasta que vio a Chula en una publicación de Instagram que algo dentro de él hizo clic. A pesar de que la perra ya tenía una posible familia, Martín no dejó pasar la oportunidad. Se citó con la protectora en un parque y, aunque Chula se mostró muy independiente, él supo que esa energía y esa forma de ser coincidían con la suya. Desde entonces, juntos recorren todos los rincones de su barrio, compartiendo deporte, aventuras y una complicidad única. Hoy hablamos con Martín sobre su vida con Chula, su conexión y cómo ella es capaz de transformar cada segundo de su vida.
Chula, Martín…
¿Cómo estáis?
Muy bien, encantados de saludarte.
Oye, su nombre original era otro, ¿por qué Chula?
El nombre cuando la adopté era Asana, pero, aunque ya tenía ocho meses, pensé que era mejor que empezara de cero con un nuevo nombre. Como la gente decía al verla: ¡Qué chula, qué chula!, dije: “Ya está, no me lo pienso más”. En realidad, fue mi amiga Silvana quien le puso el nombre cuando estábamos hablando del tema.
Llevabas tiempo dándole vueltas al hecho de adoptar, incluso pasaste varias veces por las zonas de Fuencarral, Preciados o Callao, de Madrid, para ver a diferentes perros que suelen llevar allí las protectoras para animar a la gente a que los adopte. ¿Por qué era ese el momento adecuado para compartir tu vida con un perro?
Llevaba tiempo, como dos o tres años, dándole vueltas al tema de compartir mi vida con un animal. Hacía ya 14 o 15 años que no tenía perro y llevaba tiempo viviendo solo. Pasé mucho tiempo estudiando en casa, sin compañía, y fue cuando comencé a darle vueltas a la idea de adoptar una perra, porque quería que fuera hembra. Un día, vinieron mis padres a verme desde Barcelona y les dije: “Oye, mira, quiero que sepáis que llevo un tiempo dándole vueltas y estoy planificando cogerme un perro”. Ellos se alegraron mucho y, al cabo de tres meses, encontré a Chula por internet.

Martín y Chula son inseparables
¿Cómo se puede describir la sensación que tuviste, ese clic que notaste en el corazón, cuando la viste por primera vez a través de Instagram?
Lo sabes, es algo instantáneo y automático. Había estado en varias zonas todos los fines de semana buscando y, cuando vi en Instagram la foto de Chula, hubo algo que me hizo decir: “Hostia, qué bonita, tengo que ponerme en contacto con esta gente”. No tardé ni 10 segundos, les mandé un mensaje por privado y ahí empezó toda la historia. Empezamos a negociar.
¿Qué te pasó por la cabeza cuando llamas y te dicen que está apalabrada para otra familia?
En la protectora habían hecho unas puertas abiertas justo el fin de semana anterior y tenían a una pareja muy interesada en adoptarla. Ante eso, fui bastante a saco porque lo tenía tan claro que les dije: “Bueno, me parece muy bien, pero hasta que no llegue ese momento me gustaría que me deis la oportunidad de verla en persona y que me conozca, tanto ella como vosotros, porque nunca se sabe”. Poco a poco fui apretando y presionando, hasta que me dijeron: “Bueno, venga, vente mañana a San Fernando de Henares a conocerla”. A partir de ahí, fue todo rodado. Cuando vi a Chula en persona, me gustó todavía más, porque era muy independiente. De hecho, el primer día no me hizo demasiado caso porque estaba pendiente de las pelotas de los perros del parque, tal cual. Esa cualidad a mí me llamaba mucho la atención porque yo también lo soy, aunque pensé: “Hostia, esta perra no me hace ningún caso”. Me hirió un poco, aunque lo tenía tan claro que no le di importancia y lo vi como algo positivo. Aunque me gustan los arrumacos y los mimos, hay días en los que prefiero que no me atosiguen demasiado, por lo que su carácter era perfecto.
Les ofrecí venir a ver mi casa para que vieran dónde iba a vivir y para que, aunque había una pareja en espera, vieran en mí a un posible candidato.
Me he dado cuenta de lo poco que me cuesta llorar… Solo con observar a Chula he descubierto algo en mí que desconocía tener hasta ese punto
Tengo la sensación de que sois tal para cual. Al comenzar a convivir, ¿hicisteis match instantáneamente o eso se consigue con el tiempo?
Siempre supe, desde el día que entró en casa, que había hecho bien y que era la perra adecuada. Supongo que cuando tienes tantas ganas, no hay demasiadas cosas que te hagan saltar las alarmas porque todo lo ves positivo y sientes que es ella. Creo que Chula se adaptó muy rápido, a pesar de que yo era la tercera familia con la que convivía en ocho meses; entendió que aquella era su nueva casa.

Martín Aslan es un reconocido actor español
¿Qué crees que te une más a Chula, la independencia que tiene o la energía que comparte contigo?
Ahora mismo te diría que lo que más me une es la bondad que percibo de ella. Es verdad que muchas veces me comparaba con otra gente que convive con perros y decían que los amaban desde el tercer mes. En mi caso, a pesar de ser consciente de que era mi perra, de que era la que yo buscaba, a los tres meses no la amaba ni mucho menos como lo hago ahora. Eso ha sido un proceso, y lo que me ha enganchado mucho de Chula es su bondad, ver que es una perra obediente, muy educada, equilibrada, y ver que de maldad: cero. Esa bondad me une tanto a ella que, en ocasiones, me dan ganas de llorar.
¿Hasta qué punto ha cambiado tu vida desde que Chula llegó a casa?
Ha cambiado muchísimo. Inicialmente, aunque tenía una soledad buscada, había momentos de tristeza complicados que, desde que llegó, han desaparecido. Que ella esté en mi vida te obliga a hacer cosas como salir, estar en la calle; no te da opción a decaer. En nuestra profesión tenemos altibajos y creo que, a pesar de que los puedo seguir teniendo, no son como antes, porque tienes a un perro que es tu responsabilidad y tienes que cuidarlo. Hace cuatro meses la operamos de una pata y esta, y otras cosas, te obligan a estar pendiente de ella. Chula consigue que mi vida sea mucho más.

Para Martín, Chula es un gran apoyo
¿Cuál es vuestro día a día, Martín?
Cuando no estoy trabajando, me levanto y desayuno. No te pienses que viene a verme a la habitación, moviendo el rabo, no, no: ¡ni se mueve de su cama! Finalizado el desayuno, vamos a correr, algo que hacemos un par de días por semana, y después, como premio, la llevo a un parque en el que pasamos unos 40 minutos jugando a la pelota o con el frisbee, porque le gusta muchísimo saltar. Después volvemos a casa y es cuando le hago las curas en las patas porque, como es medio albina, cada día tiene un problema en la piel. Tiene muchas alergias, problemas de hongos, y eso hace que deba estar muy pendiente. Más tarde, me demanda la comida y, a partir de ahí, ya no hay perro y Chula se convierte en un cojín.
Doy fe de las palabras de Martín, ya que, en estos momentos, Chula está tumbada en su cama con una tranquilidad que ya la quisiéramos muchos de nosotros.
Los dos sois amantes del deporte, aunque creo que ella salta más; incluso, es tan conocida por esto que tiene un apodo…
¡Sí, tiene varios! Saltarina, saltimbanqui… En el barrio la conoce mucha gente, aunque, en realidad, no saben su nombre real. Vivimos en la plaza del Biombo, en pleno centro de Madrid, y tanto vecinos como turistas la conocen y me dicen: “¿Es un pitbull?”, a lo que les respondo: “No sé si tiene mezcla de pitbull con saltamontes o con canguro”. De hecho, la gente le hace muchísimas fotos saltando a por el frisbee.
Suelen poner: 'Aceptamos perro', pero luego vas y te dicen: 'Pitbull: no'
He oído que los turistas prefieren hacerse fotos con ella antes que con los monumentos…
Sí, mucha gente... De hecho, vienen con los guías a ver la Iglesia de San Nicolás, la más antigua que aguanta en pie en Madrid, a ver la fuente, y cuando ven que estamos jugando al frisbee, acaban pidiéndonos fotos y vídeos. Esto ha sido hasta hace poco, porque dejé de jugar con ella en la plaza, por sus heridas, para ir al parque, ya que el suelo le va mucho mejor.
¿Cuál fue aquella vez que te dejó sin palabras?
Me dejó sin palabras…
Se emociona… Por un segundo se le entrecorta la voz.
Cuando la operé hace cuatro meses, la tuve que llevar al veterinario y, claro, tenían que dormirla. Entonces me dijeron que esperase con ella hasta que le pusieran la inyección. En el momento en que se la pusieron, se quedó en mis brazos; nos pusimos en el suelo, ella en mi regazo y entonces, claro, veía cómo luchaba por no dormirse…
Es tal el sentimiento que siente Martín, y que transmite cada vez que consigue articular una frase, que es imposible no emocionarse con él.
ܱ…
Perdón, es que recuerdo la imagen y me dejó sin palabras. Rocío, la veterinaria, me decía: “Tranquilo, Martín, que no pasa nada”, “es muy normal que te emociones”. No podía articular palabras, ni moverme. Aunque me dijo que podía marcharme, yo me quedé ahí sin saber qué hacer.

Chula tiene muchos seguidores entre los turistas de Madrid
Martín, esta la suelo preguntar y me gusta hacerlo, ¿en qué es única para ti?
Primero, que es mi Chula, o sea, mi socia y, para mí, es la perra más buena del mundo. Yo veo a otros perros, pero la bondad de mi Chula no la aprecio en ningún otro animal. También es el único ser que me conoce al 100%. Es transparencia absoluta y nunca tengo que ocultar nada con ella. Siempre digo que los perros son el color blanco, no sé, es una pregunta complicada. Para mí, ella es 100% blancura.
Martín, ¿y tú?, ¿quién eres para Chula?
Creo que también soy su todo. Alguien en quien confía a pies juntillas, alguien de quien no duda jamás y sé que no lo hará nunca. Siempre digo que ella es mi socia, pero supongo que para ella soy mucho más que eso. Considero que jamás podrán ser para nosotros lo que nosotros somos para ellos; sería precioso poder sentir así. Pensar en poder sentir lo mismo que siente ella por mí sería tan brutal... Bueno, lo soy todo para ella, yo creo, y me alegra la sensación de que sea así.
¿Cómo lleva Chula tu profesión? ¿Ensayas con ella?
Sí, con esto tengo un problema. Por ejemplo, ahora están muy de moda los selftape, los castings hechos en tu casa. Pues con los selftape tengo un problema, y es que, dependiendo del personaje que interpreto, no lo entiende y se asusta. Suelo interpretar bastante a personajes malvados, malos, agresivos, etcétera, y, claro, se asusta. Pone las orejas hacia atrás porque estoy en un tono de voz más grave, más autoritario, y muchas veces tengo que optar por irme a hacer el casting a otros sitios, para que no piense que va con ella.
Esto es importante, ¿qué sabe de ti que nadie más conoce?
Supongo que bastantes cosas, porque todos tenemos, yo creo, una manera de ser fuera de casa algo distinta a la realidad. Diría que, en realidad, mostramos el 60% de lo que somos, no sé si me explico. De puertas adentro, cuando estamos solos, somos el 100% y creo que ella conoce, realmente, mis buenos momentos y malos momentos; es la única que los vive siempre a mi lado.
Ella es un pitbull y tú estás en plena forma; imagino que no discutes con ella…
Se ríe…
¡No se me ocurriría! Además, te voy a decir una cosa: hace muchos años tuve otra perra, un labrador, y debo reconocer que no la eduqué bien porque era inexperto. Cuando hacía algo mal, gritaba, me ponía nervioso; lo único que conseguía era que se asustara, y con Chula lo quise hacer de otra manera. También es cierto, yo estaba en un momento vital mucho más maduro y, además, a los tres meses de adoptarla nos confinaron por la pandemia. En cierto modo, fue bueno, porque me dio tiempo para leer sobre perros, sobre cómo administrarlos, cómo ayudarlos e invertir el tiempo necesario para hacerlo yo mismo. A Chula no la he limitado; sí que le he hablado con potencia para que entienda la voz, pero no me ha hecho falta mucho más, gracias al refuerzo positivo, que es lo que aprendí. Estoy muy orgulloso de la educación que le he dado y de cómo ella ha respondido a eso. Me suelen decir: “Fíjate, un pitbull, con todo lo que dicen de ellos, y resulta que es la perra más educada del barrio”.
Pero en el AVE no le dejan ir por la raza…
No me dejan, no puedo ir con ella. Ni en el AVE ni en muchos sitios a los que queremos ir en vacaciones. Suelen poner: “Aceptamos perro”, pero luego vas y te dicen: “Pitbull: no”.
¿Alguna vez te ha pasado algo, trabajando o en tu vida personal, que, justo en ese momento, te haya hecho desear con todas tus fuerzas irte de ahí para estar con ella?
Sí, claro. Hace un tiempo, participé en un rodaje en el que no estaba a gusto porque se hacían cosas que no me parecían nada profesionales. Se me hacía bastante cuesta arriba el día a día y estaba deseando acabar para volver a casa con Chula, para irnos a correr juntos y desconectar. De hecho, es lo que hacía realmente casi todos los días.

Chula y Martín comparten muchas actividades juntos
¿Qué has averiguado de Martín desde que estás con ella?
Lo poco que me cuesta llorar, esa parte emocional que me sale cada dos por tres con ella. No me hace falta ni hablar, solo con observarla he descubierto algo en mí que desconocía tener hasta ese punto. Descubrir que soy más tierno de lo que incluso yo llegaba a pensar me hace decir: “Hostia”. Todo eso ha hecho que me valore más y haya cambiado varios aspectos de mi vida.
Esta es muy de cine y, como a mí me gusta, siempre la hago. ¿Qué personaje de cine sería Chula?
Podría ser Gandhi, interpretado por Ben Kingsley, o el personaje John Coffey, al que dio vida Michael Clarke Duncan, en La milla verde. Ambos, marcados por su extrema bondad, ternura y amor.
Completa la frase… La vez que me equivoqué con Chula fue…
La vez que me equivoqué con Chula fue aquella que la regañé sin razón. Han sido muy pocas veces, pero después de hacerlo me he dado cuenta de lo equivocado que estaba. Ella no hace las cosas mal expresamente y pocas veces entenderá una regañina. Aquel día que la reñí pensé: “¿Qué estás haciendo?”. Me sentí fatal.
Chula tiene tanta bondad que me dan ganas de llorar
Martín, ¿un secreto vuestro?
No me gusta que me laman, pero a Chula me encanta morderle los labios cuando estamos a solas, jugando. Te digo que es un secreto porque, claro, cuando voy por la calle con mi chica, que también tiene perro, no soporto que me chupen.
Después de hablar con Martín, es evidente que la relación con Chula va más allá de las palabras. Juntos, comparten una energía única, de luz, y una independencia que los hace inseparables. Ella, con su vitalidad y carácter, ha transformado la rutina del actor, quien la describe como una compañera que le ha enseñado a disfrutar más del presente. Su historia es un recordatorio de cómo los animales, con su autenticidad y su bondad, pueden enseñarnos a vivir de forma más plena y libre. Lo que más me llama la atención de su vínculo es esa complicidad silenciosa, esa conexión que solo se logra cuando dos seres encuentran en el otro un reflejo de su propia esencia. Seguimos hablando de varias cosas, ya que Martín y yo hemos vivido, exactamente, en el mismo pueblo… ¿Queréis saber cuál? Os lo diría, pero… esa es otra historia.