Han pasado ya unos días, mi niña, desde que nos despedimos...
Está siendo muy duro, ya que para mí lo eras todo...
Vivimos once añitos juntos desde que te recogí con apenas seis meses, intentando darte lo mejor junto a tu papá Jesús y el resto de la familia.
Fue duro, muy duro, decirte adiós, aunque tuviera el apoyo de tu tita Lidia... Y no menos doloroso fue regresar a casa y decirle a la abuelita que no volverías, y ver cómo se me venía abajo... Ella, que tantos mimitos, regalitos y atenciones te dio, y que tantas “fiestas” le hacías.

Gala con su abuela
Estamos rotos... Llevo días en cama sin querer hablar ni ver a nadie... Solo esperando una señal tuya y saber que estás bien.
Mi mayor consuelo es que te fuiste dormidita y aparentemente sin dolores... Como siempre en tu línea, sin hacer ruido... Elegante, tímida y buena.
Gracias, Gala, por darme tanto... Por curarme en cada momento en el que he sufrido de ansiedad.
Hoy me senté en el taller y empecé a recordar cuando me observabas tumbada en el suelo... O cuando venías a por un regalito y te ibas contenta, moviendo el rabo... O me venías corriendo avisándome de que llamaban a la puerta... Tantos momentos vividos que se me hace muy difícil retomar lo que en su día, gracias a ti, empecé... Hasta eso te tengo que agradecer: que fueras, de alguna forma, mi inspiración, mi musa, mis ganas de vivir y luchar cuando todo lo daba por perdido...

Gala, la fiel compañera de Jesús
Espero haberlo hecho bien, aunque siento que siempre pude haberte aportado más momentos de felicidad... Pero ni yo podía conmigo mismo en muchas ocasiones... Perdóname.
Te quiero infinito... Hasta pronto, mi niña... Ahora me toca seguir sin ti... ¡Ayúdame!
El último adiós es un espacio dedicado a los lectores de Peludos que han perdido a un animal querido. Aquí pueden rendir homenaje y mantener vivo el recuerdo de su fiel compañero para siempre.