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Cristina Santín, experta en incendios forestales: “Necesitamos aprender a coexistir con el fuego”

Investigadora del CSIC

La experta pide no poner la lupa en el aumento de la frecuencia y virulencia de los incendios, algo inevitable por el cambio climático,, sino en la adaptación; advierte que en España falta preparación y pedagogía social.

Cristina Santín, experta en incendios forestales

Cristina Santín, experta en incendios forestales

cedidas

Cristina Santín Nuño es investigadora Ramón y Cajal -sinónimo de excelencia de la ciencia española- en el Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad (CSIC-Universidad de Oviedo-Principado de Asturias) y experta en incendios forestales. Las áԱ que llegan de Los Ángeles no le sorprenden: la evidencia científica, en la que ha trabajado en los últimos años, revela que estas catástrofes son cada vez más frecuentes y extremas a causa del cambio climático. Confirman, en cambio, una de sus mayores preocupaciones: lo poco preparado que está el mundo para “coexistir con el fuego”.

Su mensaje es que por más bien que hagamos los deberes, los incendios serán cada vez más habituales y virulentos. Entonces, no queda más remedio que “aprender a convivir” con esta nueva realidad. De esa preparación, que a su entender en España aún es deficitaria, dependerán los impactos sociales y ecosistémicos cuando las llamas se descontrolen.

En España no estamos preparados para esto. Y una temporada con incendios extremos como la de 2022 se repetirá. Puede ser este año o 2026. Pero ocurrirá

Cristina SantínInvestigadora del CSIC
incendios en Canadá

iLa investigadora, durante los incendios que asolaron Canadá en 2023

cedidas

En Portugal, en los incendios de 2017, la mayoría de las víctimas mortales murieron atrapadas en los coches. Por desconocimiento, tomaron una errónea decisión: salir por carreteras angostas rodeadas de eucaliptos en lugar de quedarse en sus casas de piedra.

“En España, lamentablemente no nos estamos preparando para esto. Y una temporada con incendios extremos como la de 2022 se va a volver a repetir. Puede ser este año o en 2026. Pero ocurrirá. Esto es lo que más me preocupa: no estamos haciendo lo suficiente, en información, en pedagogía, en medidas”, reflexiona.

Como experta en incendios forestales, ¿qué ves al ver las áԱ de Los Ángeles?

Que cada vez estamos viendo estas devastadoras áԱ con más frecuencia y que esa tendencia va a seguir e, incluso, empeorar. Esa es la reflexión principal. Esto nos obliga a prepararnos. De esta preparación va a depender las magnitudes e impactos de los próximos incendios. Necesitamos aprender a coexistir con el fuego. Esto es clave.

¿Esta preparación qué significa?

Esto está pasando en California, la región del mundo más preparada para actuar ante incendios, donde tienen la mejor tecnología, donde llevan muchos años coexistiendo con el fuego. Si esto está pasando allí, imaginémonos lo que puede ocurrir en otras zonas del mundo, incluido España, en la que estamos mucho menos preparados y somos mucho menos conscientes del riesgo. Al final, estos fuegos son muy extremos, pero lo son por su contexto. Se han quemado 11 mil hectáreas en núcleos poblacionales. Hay 180 mil evacuados, miles de casas quemadas y, por el momento, sólo diez fallecidos. Si trasladamos este incendio a otras ciudades del mundo, ¿cuántas personas hubiesen muerto? Muchas más seguramente. El año pasado, para estas fechas, en Chile, con mucha menos preparación, sin protocolos de evacuación, murieron 120 personas.

Esto pasa en California, la región del mundo más preparada para actuar ante incendios. ¿Cuántas personas hubiesen muerto en otro lugar? Muchas más...

Cristina SantínInvestigadora del CSIC
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Un hombre camina frente a la iglesia comunitaria de Altadena, en llamas

Chris Pizzello / Ap-LaPresse

No es sencillo internalizar que tenemos que aprender a coexistir con el fuego

Siempre que alguien me pregunta por algún mensaje clave en materia de incendios forestales, digo lo mismo: por muy bien que hagamos los deberes, los incendios van a ser cada vez más frecuentes, intensos y severos. ¿Qué tenemos que intentar? Prevenirlos, claro. Pero los que no podamos, que tengan el menor impacto posible para la sociedad y el medio ambiente. Además de demandar políticas públicas, como ciudadanos tenemos que asumir responsabilidades, en cuanto a nuestra seguridad, saber qué hacer, y en lo que respecta a ser muy cuidadosos para no generarlos.

Hasta hace poco, las zonas susceptibles a incendios forestales estaban bien delimitadas en los mapas. ¿Es un error seguir pensando que es una problemática ajena?

Todos estamos expuestos. Obviamente no el desierto del Sahara, porque donde no hay vegetación, no hay incendios. Tenemos incendios en Groenlandia. En la Amazonia. Se están extendiendo geográficamente y se están desestacionalizando. Es decir, la temporada de incendios ya no ocurre solamente en los meses de verano. Estos incendios están ocurriendo en enero en California, en invierno. El problema es que se trata del invierno más seco desde que hay registros con nueve meses de sequía extrema. En Asturias, donde vivo, tuvimos en 2023 el incendio más grande registrado, ocurrió en marzo. ¿Qué pasó? Ese marzo tuvimos 30 grados de temperatura en algunas zonas con 30 días sin llover, en la parte atlántica de España, una locura. Algo totalmente impensable décadas atrás que hoy es una realidad.

Esta nueva realidad en materia de incendios obliga también a repensar el urbanismo y dónde y cómo construimos.

Totalmente. Un detonante no menor en los incendios de Los Ángeles son los materiales de construcción. En España nuestras construcciones están más basadas en ladrillo y piedra, mientras que allí en madera. No es que las casas quemen más fácil; forman parte de la combustión. Si le agregamos que todas estas edificaciones están en una zona de altísimo riesgo de incendio, el combo es letal. Esto es lo mismo que las casas ubicadas en zona de inundación, lo que vimos en Valencia. Hay un término técnico, la interfaz urbana-forestal, que se refiere a las zonas donde las casas y la vegetación están en contacto. Es muy bonito y a todos nos gustaría vivir en un contexto bucólico como el de las mansiones de Los Ángeles, pero tiene un riesgo de incendio muy alto. El 25% de la población de California vive en esta interfaz. Esto quiere decir que el 25% de la población está expuesta.

Por muy bien que hagamos los deberes, los incendios van a ser cada vez más frecuentes, intensos y severos.Todos estamos expuestos.

Cristina SantínInvestigadora del CSIC
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Un helicóptero arroja agua sobre el incendio Kenneth en la zona de West Hills de Los Ángeles

Ethan Swope / Ap-LaPresse

¿Cuál es este porcentaje en España?

Es cierto que hay nuevas casas y nuevas urbanizaciones que se están construyendo en el medio del monte, lo que es muy riesgo: Aunque el problema es otro: con el abandono rural, no son las casas las que se están metiendo en la vegetación, sino que es la vegetación la que se está metiendo en las casas. Pero el efecto es el mismo. Estamos aumentando el riesgo de incendio. Los usos tradicionales de desbrozar se están abandonando y la naturaleza está volviendo a tomar lo que es suyo, lo que es bueno en muchos aspectos. Pero en materia de incendios es un gran problema.

Estamos hablando entonces de un daño colateral de la renaturalización, tan necesaria ante la hegemonía del hormigón.

Pues sí. Se trata de un efecto secundario negativo. Obviamente tener más zonas verdes y recuperar la vegetación tiene muchísimas implicaciones positivas, como la captura de carbono, la mitigación del efecto isla de calor, pero aumenta el riesgo de incendio. ¿Esto quiere decir que no hay que reverdecer? No, pero tenemos que asumir lo que conlleva el cambio de nuestros paisajes. Estar preparados. De nuevo: coexistir con el fuego.

La percepción social es que cada vez hay más incendios, ¿ha podido cuantificar la Ciencia el incremento en los últimos años de los incendios forestales extremos?

El año pasado se publicó una investigación con este dato: en los últimos 20 años los incendios extremos se han duplicado a nivel global. Y la otra revelación es que, además, son cada vez más extremos y devastadores. Los siete años con más número de incendios extremos son, justamente, los últimos, quitando el 2022.

En 2017, la mayoría de los portugueses murieron por salir a las carreteras, en lugar de quedarse en sus casas de piedra... No sabían qué hacer

Cristina SantínInvestigadora del CSIC
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El incendio que azotó Portugal en verano de 2017 fue catalogado como el más grave de la historia reciente del país

REDACCIÓN / Terceros

En España, el 2022 fue un año con muchísimos incendios, muy por encima de la media. En 2023 y 2024, los incendios estuvieron más controlados. ¿Por qué ha ocurrido esto?

Lo que ha pasado en 2023 y 2024 ha sido una mezcla de factores. Lo primero: después de una catástrofe como la de 2022 todo el mundo ha sido mucho más consciente. Podemos pensar que hubo menos accidentes. También se mejoraron algunas políticas. Pero lo central fue que en 2023 y 2024 se registraron lluvias en el final de la primavera y el principio de verano, lo que generó humedad, lo que dio más margen. Esto no tiene que relajarnos. Porque volveremos a tener otra temporada de muchos incendios. La de este año o la de 2026. Pero va a pasar. Lo del 2022 se va a repetir. Por suerte en España todavía no hemos sufrido una tragedia con decenas de víctimas, como en Portugal, por ejemplo. En 2017, la mayoría de los portugueses que murieron quedaron atrapados en las carreteras. No sabían qué tenían que hacer. En lugar de quedarse en sus casas, lo más aconsejable al tratarse de casas de piedra, se asustaron y salieron por carreteras angostas llenas de eucaliptos.

¿Estamos preparados en España para que ese ciudadano asustado tome la mejor decisión?

Lamentablemente no nos estamos preparando para eso. Es lo que más me preocupa. No estamos haciendo lo suficiente, en información, en pedagogía, en medidas. Por ley, cada municipio tiene que tener un plan de autoprotección ante incendios: cómo evacuar a la población, dónde están todas las bocas de riego, etc. Muy pocos ayuntamiento han dado este paso. Necesitamos prepararnos con el problema fuera de la agenda. No le quiero echar la culpa a los políticos, porque entiendo que hay muchas urgencias y prioridades. Pero tenemos que adelantarnos. Porque tarde o temprano vamos a tener un incendio catastrófico de la magnitud de la DANA y entonces sí nos pondremos las pilas. Será tarde.

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