El ir y venir de las bicicletas, motocicletas y furgonetas de reparto de comida a domicilio rápidamente se ha convertido en parte de la escena urbana. A estas alturas se ha normalizado toparse con un repartidor en el rellano o en las aceras y calzadas de las ciudades. De hecho, hay quienes ya no podrían concebir la idea de tener que acudir por sí mismos al restaurante a recoger su pedido. Sobre todo, en esos días de verano en los que hace mucho calor, o durante el crudo frío del invierno, un fenómeno agudizado por el cambio climático. No obstante, los científicos apuntan a que esto también podría acabar impidiendo la labor de los propios repartidores de comida a domicilio. Así lo advierte un estudio realizado por investigadores chinos, publicado en la revista .
Se analizó una muestra de cien ciudades chinas, en las que se determinó que su población recurre un 12,6% más a los pedidos a domicilio a medida que las temperaturas aumentan de 20 °C a 35 °C, según revela el estudio. Una tendencia que se observó especialmente entre las mujeres, las personas mayores y aquellos individuos con más altos recursos económicos. El principal motivo tiene que ver con evitar las amenazas para la salud del calor extremo. Un riesgo que, sin embargo, recae sobre los repartidores de comida a domicilio. Insolación, deshidratación, calambres, dificultad para respirar, náuseas o desorientación representan los peligros a los que hacen frente los ‘riders’ durante las olas de calor. Esta situación, que empeora progresivamente a causa del cambio climático, junto a la falta de protección y medios que caracteriza a este colectivo, representa un motivo de preocupación y requiere de la intervención política, alertan los investigadores.
Las consecuencias del cambio climático: olas de calor y de frío
La comunidad científica sigue advirtiendo acerca de cómo el cambio climático se encuentra detrás de los fenómenos meteorológicos extremos a los que se encuentran haciendo frente en distintas partes del mundo. De hecho, un estudio publicado en Carbon Brief revela que tres de cada cuatro de estos sucesos climáticos extremos están directamente vinculados con el cambio climático. Las olas de calor y de frío, las lluvias e inundaciones, las tormentas y las sequías representan algunas de las sucedidas en Europa. Aunque, en el caso particular de España, el principal problema es el calor. La Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) advierte de que la temperatura media anual de la Península “ha experimentado un ascenso estadísticamente significativo de 1.57 °C” en el periodo comprendido entre 1961 y 2023, como una de las señales del cambio climático en España.
No obstante, en otros puntos del globo también preocupa lo contrario: el frío. Concretamente, se ha observado la incidencia de un clima severo que incluye periodos de frío y fuertes nevadas en zonas como el este de Estados Unidos. El motivo vuelve a ser el aumento de las temperaturas, según una al respecto, en la que se relacionan los episodios inusualmente cálidos en el Ártico con estos estos inviernos extremos en el hemisferio norte.