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Los ciudadanos como rehenes

El reciente acuerdo entre el PSOE y ERC para el traspaso del servicio de Rodalies a la Generalitat de Catalunya ha puesto sobre la mesa una realidad incómoda: más allá del pacto político y de los titulares, la ejecución del traspaso está condicionada por múltiples factores, entre ellos, la voluntad y los intereses de los maquinistas de Renfe. Estos profesionales tienen en sus manos la capacidad de hacer descarrilar cualquier intento de cambio, incluso si se buscan fórmulas que respeten sus condiciones laborales.

El caso de los controladores aéreos en el 2010 es un precedente que pone en perspectiva el poder de ciertos colectivos sobre el funcionamiento de los servicios públicos. Aquel año, una huelga masiva de controladores paralizó el tráfico aéreo en toda España, y llevó al gobierno a declarar el estado de alarma y militarizar el servicio para restablecer la normalidad. Aunque las circunstancias no son idénticas, la situación de los maquinistas de Renfe presenta similitudes preocupantes: su papel es imprescindible para la circulación de los trenes, y su resistencia a un traspaso que no sea de su agrado puede derivar en graves inconvenientes para los usuarios.

Foto ANDREA MARTÍNEZ PASTOR 17/03/2025. Aglomeraciones en las estaciones de Renfe y rodalies a causa de la vaga convocada de maquinistas, en Sants Barcelona

Andrea Martínez

El problema se agrava si consideramos que la política actual tiende a priorizar la inmediatez del anuncio sobre la concreción de los acuerdos. En tiempos de comunicación instantánea, lo que prima es el impacto del titular, mientras que la materialización del pacto es un desafío que se enfrenta a barreras burocráticas, económicas y laborales de gran complejidad.

Es fácil firmar un acuerdo, pero lo difícil es implementarlo en un ­escenario donde cada actor tiene intereses propios y donde cualquier fallo en la negociación puede causar un bloqueo que retrase el proceso sin fecha en el calendario.

La clave del éxito en Rodalies dependerá de la capacidad del Govern para formar maquinistas

El factor tiempo en una negociación de esta magnitud es crucial. La transferencia de un servicio tan complejo como el de Rodalies no solo requiere voluntad política, sino también una inversión económica considerable y un plan bien estructurado que permita gestionar la transición sin comprometer la continuidad del servicio. Sin embargo, nada de esto abunda.

A pesar de estos desafíos para materializar el acuerdo, nunca se había llegado tan lejos en el proceso de traspaso. El acuerdo firmado establece las bases para la creación de una empresa que articulará la transferencia de competencias, lo que representa un avance significativo. Sin embargo, el camino por recorrer es largo y lleno de obstáculos. Sin maquinistas no hay trenes. La clave del éxito dependerá de la capacidad del Gobierno catalán para formar una bolsa de maquinistas y garantizar la operatividad del servicio sin depender exclusivamente del personal de Renfe. Como no hay maquinistas en la cola del paro, habrá que formarlos y esto exige tiempo y dinero.

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Realmente no sabemos si el Gobierno central tiene interés en acelerar el proceso o si, por el contrario, ya le vale que el personal de Renfe ponga impedimentos y frustre la consecución de resultados inmediatos. En cualquier caso, lo que queda claro es que la ciudadanía sigue siendo la principal afectada. Los usuarios de Rodalies llevan años sufriendo un servicio deficiente, con retrasos constantes y una infraestructura que no responde a las necesidades de una población altamente dependiente del transporte ferroviario. Por ello, es de agradecer que en la negociación política haya quien ha optado por poner sobre la mesa un tema que impacta directamente en la vida de cientos de miles de catalanes, en lugar de priorizar cuestiones más populistas, que quizás dan titulares llamativos pero no resuelven problemas reales.

El reto ahora es convertir el acuerdo en una realidad efectiva. Si el proceso se alarga indefinidamente o se queda en una mera declaración de intenciones, el descontento ciudadano podría crecer y convertirse en un nuevo foco de conflicto político. La gestión del tiempo y de los intereses en juego será determinante para saber si el traspaso de Rodalies es un éxito o si, una vez más, los ciudadanos acabarán siendo rehenes de una negociación inacabada.

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