El papa Francisco será enterrado hoy en una doble ceremonia. Primero en la basílica de San Pedro, en presencia de los principales mandatarios del mundo que le rendirán pleitesía, y después en la iglesia de Santa María la Mayor, donde reposarán sus restos, rodeado de pobres, presos y personas trans. Esta inédita decisión responde bien al peculiar carácter del papa argentino.
Francisco ha muerto sin haber podido ver el final de la guerra en Ucrania. Esta ha sido una de sus obsesiones, como repitió en su última intervención pública en la plaza de San Pedro, donde apeló “a todos los actores implicados a proseguir los esfuerzos dirigidos a alcanzar una paz justa y duradera”. Muchas veces tuvo pronunciamientos polémicos que no se entendieron bien en la búsqueda de la paz, como cuando dijo que “los ladridos de la OTAN a las puertas de Rusia” pudieron provocar la invasión. Aseguró estar dispuesto a viajar a Kyiv y a Moscú, aunque finalmente no visitó ninguno de las dos capitales, y mantuvo hasta tres reuniones con Volodímir Zelenski. Como tampoco gustó su primera decisión en caliente, tomada a las pocas horas de la invasión, de presentarse en la sede diplomática rusa en Roma, a pocos metros de la plaza de San Pedro, para reunirse con el embajador Alexánder Avdéyev sin cita previa. Fiel a su estilo directo, lejano de la pompa, Francisco quiso intermediar en la contienda antes de que esta se extendiera más. Su reunión de 30 minutos con el embajador ruso no sirvió de nada.

El cuerpo del papa Francisco yace en un ataúd antes de ser sellado, en la basílica de San Pedro, antes de su funeral este sábado
En la hora de su adiós, el conflicto parece aún lejos de resolverse, pese a las promesas de Donald Trump. Los bombardeos rusos sobre Kyiv del jueves y el asesinato, ayer, de un general del Estado Mayor ruso cerca de Moscú son un fiel reflejo de la deriva de esta guerra. Sin embargo, ayer trascendieron algunos documentos de las negociaciones que se están celebrando en ʲí y Londres, donde los negociadores de Ucrania abrirían la puerta por vez primera a ceder parte de su territorio a Rusia.
El mejor homenaje que se le podría hacer a Francisco sería el de poner punto final a esta guerra. Y a lo mejor ahora, en la hora de alcanzar la paz, Ucrania entenderá mejor el discurso pragmático del papa argentino.