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Valldeperes, Montalegre y Vilaperdius, tres enclaves con mucha historia

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Los tres pueblos, agregados aPontils, en la Conca de Barberà, nos hablan de vida y de despoblamiento

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Vista de Valldeperes.

Àngela Llop

* Los autores forman parte de la comunidad de lectores de bet365

Viladeperdius es una aldea del municipio de Pontils, en contacto con los núcleos de Montalegre y Valldeperes, a 600 metros de altitud. Se tienen escasas referencias históricas del asentamiento, que, dentro del término de Santa Perpètua, pertenecía al monasterio de Sant Benet de Bages, quien en 1068 lo dio a una familia para que lo poblara, con la obligación de construir en él una torre. Gradualmente se construyó la aldea y en el siglo XVI ya se había erigido la iglesia de Santa Maria.

En cuanto a la torre, se trataba de una fortificación construida con sillares y situada en su punto más elevado del núcleo. En la actualidad la fortificación forma parte de una casa, Cal Blanch, la más antigua del núcleo y compuesta por planta baja y dos plantas.

En la fachada noreste de la construcción se puede observar una ventana tapiada, correspondiente a la construcción original. Viladeperdius siempre se ha caracterizado por ser un núcleo de reducidas dimensiones, con siete casas habitadas en los años sesenta, y veintisiete vecinos.

Las casas eran: Cal Llorach, Cal Enric, Cal Perucho, Cal Perucho nou, Cal Blanc, Ca la Cinta y Cal Crucero. Como ha ocurrido en la mayoría de pueblos pequeños, los habitantes se marcharon a Santa Coloma de Queralt o Igualada, de forma que en la actualidad sólo consta un habitante, censado.

Sin embargo, los campesinos siguen trabajando las tierras. Se puede corroborar, pues, que el núcleo sufre de un riesgo de despoblamiento inminente, al menos de forma temporal, ya que solo se ocupa en períodos vacacionales o estivales.

Asimismo, muchos de sus edificios son naves agrícolas y almacenes, de forma que son pocas, las casas habitables, aunque alguna se ha reformado. El pueblo, eminentemente agrícola, ha visto cómo sus actividades tradicionales se han abandonado progresivamente, sobre todo cuando han dejado de ser rentables, al tiempo que también se han abandonado las casas.

Por lo que respecta a la Torre de Viladeperdius, el lugar aparece documentado en 1020, en una donación al Monasterio de Sant Benet de Bages, que poco después hizo construir una torre, esta fue destruida en una algara de 1033. Vuelve a ser construida (es citada en 1036) y vuelve a aparecer una cita sobre su reparación en 1077.

En la parte más alta del pueblo, encontramos una casa con una puerta de arco de medio punto dovelado, es cal Blanch, la casa más antigua del pueblo que forma parte de la antigua fortificación o torre de defensa.

Viladeperdius en el tiempo

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Cal Blanc, Viladeperdius.

Àngela Llop

En el libro de la Historia de St. Magí de Joan Segura, consta que en 1375 Guillem Artus y su esposa María era o eran de Viladeperdius. O sea que en el siglo XIV tenemos constancia de que existía ya el lugar de Viladeperdius, donde debería haber alguna casa.

Otra referencia antigua del pueblo la tenemos en un libro de confesantes de 1578, citado en el libro de Valentí Gual: “Gavachos”, gascones, franceses... donde se nos dice que en Viladeperdius hay dos fuegos, dos casas, y se hace mención de que hay un bover (el que se encargaba de guardar el ganado). Viniendo de St. Magí, antes de llegar al desvío de Viladeperdius, hay otro que lleva al antiguo pueblo de Montalegre, llamado Montalegre Vell para diferenciarlo del actual Montalegre que se remonta a finales del siglo XIX.

De aquel antiguo pueblecito, en 1578 consta cuatro casas y un pastor, y hoy en día queda tan sólo unas cuantas paredes derruidas.

Una de las casas de Viladeperdius es Cal Llorach, los Llorach, antes de ir a vivir a Viladeperdius en la casa que tenía el nombre de Ca l'Esgrip, hacia 1910, vivían en Montalegre Vell.

También proceden de Montalegre Vell los Armejach de Cal Creuer, la mayor casa de Viladeperdius, una masía con tejado a dos aguas. En un pilar de la casa está grabada la fecha 1749, el año en que debería construirse y seguramente el mismo tiempo en que los Armejach deberían llegar a Viladeperdius.

En Cal Creuer, muchos años atrás, hacían cruces para el Santuario de Sant Magí para ser vendidas a la gente que subía al monasterio, y de ahí les vendría el nombre de la casa.

También proceden de Montalegre Vell los Armejach de Cal Creuer, la mayor casa de Viladeperdius, masía con tejado a dos aguas

Mosén Segura, en su historia de Sant Magí, habla de Joan Almejach, que era el hospitalero o aposentador, o sea la persona que se cuidaba de las habitaciones en las que residían los que subían unos días en Sant Magí, antes de llegar los frailes dominicos. Llevaba 32 años y todavía estuvo varios más después de que entraran los frailes en 1605.

Dice de él que era “imaginayre” (escultor en francés) lo que nos indica que era del país vecino, y era quien hacía las pequeñas imágenes de piedra blanca que representaban a Sant Magí y que se vendían en el santuario.

Según mosén Segura, en aquellos años del siglo XVII el pueblo de Rocamora, en lo alto de Sant Magí, se fue despoblando y sus habitantes fueron a vivir a las aldeas cercanas como Viladeperdius, Valldeperes o en masías. Podría ser que este artesano de origen francés se hubiera ido a vivir primero a Montalegre Vell, y después, sus descendientes, a Viladeperdius y que siguieran haciendo imágenes del santo y cruces para vender arriba al santuario, siendo los antepasado de los Armejach de Cal Creuer, que llevan años viviendo en Santa Coloma de Queralt.

Por los mismos años en que vivía el Almejach el francés en Sant Magí esculpiendo imágenes del santo, otro francés llegado del pueblo de Lui se casaba en Sta. Perpetúa con Catarina Clarassó, este francés se llamaba Pere de Orga, y de él descienden los Orga que vivían en Sta. Perpetua y que llevan años viviendo en Santa Coloma. Curiosamente, años más tarde, ya en el siglo XVIII, un descendiente de este Pere Orga francés, se casó con una Armajach también de Sta. Perpetua, lo que nos indica que en este pueblo también habría llegado una rama Armejach.

Así, descendientes de los dos franceses que a principios del XVII se encontraban uno en Sant Magí y el otro en Sta. Perpetúa, se entrelazaron al cabo de los años matrimonialmente.

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Cal Casimiro, Viladeperdius.

Àngela Llop

Delante de Cal Creuer queda una plazoleta, a un lado y al fondo, hay una casa con una portalada de punto redondo y dovelas, es Cal Blanch. Es la casa más antigua del pueblo, la puerta con dovelas y algunas ventanas están abiertas en lo que parece una antigua torre de defensa.

Esta torre, que habría sido descabezada en algún momento, tiene adosada otra parte de la casa no tan antigua. Puede que la antigua edificación se pudiera remontar a los años en que estas tierras eran ganadas a los musulmanes, en el siglo XI, como todas las demás torres de defensa de la zona. Hay otra casa que también tiene una torre adosada bastante cerca de Viladeperdius y del desvío dirección a Sant Magí de la carretera de La Llacuna, es Ca l'Estripet.

La antigua edificación se podría remontar a los años en que estas tierras eran ganadas a los musulmanes, en el siglo XI

Si algunos vecinos de Viladeperdius venían de Montalegre Vell, otros venían del Quer o Alquer. El Quer es una finca muy grande que tiene muchos bosques y que está sobre Viladeperdius. En el libro de confesantes de 1578, consta un pastor y un mozo. Y en la Segarra del 11 de febrero 1933, leemos que Simeón Domingo del Quer, “cazando por los bosques de Quer, encontró un jabalí de gran tamaño al que dio muerte con exposición de su vida pues la fiera le plantó cara. Se dice que por estos bosques han visto otros”.

Por lo que se ve no había todavía por aquellos años la gran cantidad de jabalíes que existen por todas partes hoy en día. Los Domingo de Viladeperdius, los de Cal Perucho y los de Ca la Cinta, venían del Quer.

En Viladeperdius había dos casas que se llamaban Cal Enric, sin relación una con la otra. Una estaba dentro del pueblo, entre Cal Llorach y la antigua de Cal Perucho, la nueva la hicieron a principios de los años 40. El otro Cal Enric estaba al otro lado del trozo que hay detrás de la balsa. Ya llevaba muchos años abandonada y hace unos 30 que la arrasaron para ampliar el trozo.

Cuentan que el chico de Ca Enric fue a hacer la mili a Cuba, cuando la isla todavía era una colonia de España, y que su madre subía muchos días a lo alto de la montaña para llamarle para que volviera. Finalmente, el chico volvió, aunque los gritos de su pobre madre poco deberían contribuir a su venida.

Cuentan que el chico de Ca Enric fue a hacer la mili a Cuba y que su madre subía muchos días a la montaña para decirle que volviera

Antes de la guerra civil, Cal Llorach y Cal Blanc tenían rebaños. Después de la guerra ya no, pero animales tenían en todas las casas, gallinas, conejos, cerdos... de éstos en casa de la Cinta y en Cal Llorach tenían más de 30, y los de Cal Llorach, además de hacer de payés hacían de mataderos.

En Cal Perucho había dos mulas, dos en Cal Llorach, una en Cal Enric, una en Cal Blanc y dos en Ca la Cinta. Los de Ca la Cinta tenían una balsa natural cerca de la casa y hacían ir el agua de la lluvia a través de zanjas desde el bosque cercano que se encuentra más arriba.

Esta agua servía para los animales. Juan de Ca la Cinta en los años 40 iba a la escuela a Sta. Perpetúa, Josep Maria Llorach y su hermana iban en los años 60 a Pontils. Iban a pie y almorzaban en casa de la maestra, Maria Morante. También iban los niños de dos masías cercanas a Pontils, los de Cal Tous y los de Cal Francisquet. De mayores, los dos hermanos Llorach ya fueron a la escuela en Igualada.

Ampliar Colegio de Valldeperes en medio del campo.

Colegio de Valldeperes en medio del campo.

Àngela Llop

Los vecinos de Viladeperdius, en los años 30, tuvieron que arreglarse la carretera, una carretera mucho más estrecha que la actual; tuvieron que preocuparse de tener más agua que la que proporcionaba la fuente, y también tuvieron que ponerse la luz ellos mismos. Cuando nevaba y caía un palo, podían estar un montón de días sin luz.

En 1956, en el año del frío, cayó una nevada de más de un metro y medio, y estuvieron más de un mes aislados. Al haberlo hecho todo ellos mismos, y ser pocos vecinos, y además parientes la mayoría de ellos, se llegó a crear al pueblo un buen entendimiento entre unos y otros.

El agua directa al pueblo no les ha llegado hasta hace poco, cuando ya prácticamente no vive nadie. En el pozo salía muy poca y los veranos prácticamente no lo tenían para nada de agua. Pero antes de profundizar el pozo, la fuente era de donde sacaban toda el agua para cocinar, lavar.... servía para todo.

En los años de fuerte sequía, la fuente se resentía y daba muy poca agua. poca que tenían y las mujeres, que siempre lavaban la ropa en la balsa, se veían obligadas a ir a lavar al Quer, a unos 5Km de distancia.

Los lunes, los vecinos de Viladeperdius iban a mercado a Santa Coloma. Los Quer pasaban primero por casa de la Cinta para hacer el camino juntos, y los demás vecinos se marchaban también más o menos a la misma hora, debían de cruzar el rio Gaià varias veces porque en los años 40 la carretera de Pontils todavía no estaba hecha. Cuando volvían del mercado, iban cargados con el pan, los arenques y el bacalao.

Los lunes, los vecinos de Viladeperdius iban a mercado a Santa Coloma

Joan nació en 1930 en casa de la Cinta, el nombre de la casa es el nombre de su abuela. La masía no parece muy antigua, tiene tejado a doble vertiente, una cisterna muy grande que hicieron sus padres, y con cubiertas y corrales por los alrededores, Joan ha hecho siempre de payés, como todos los que vivían en Viladeperdius.

Cuando era pequeño, él y su hermana, iban a la escuela de Sta. Perpetua, eran seis, cuatro de Viladeperdius y dos de Valldeperes con el mal tiempo se refugiaban en Cal Rei, a la orilla del fuego con tortilla pasaban el día, carne prácticamente no comían nunca, en cambio de bacalao y arenques sí, porque en aquellos años era lo que tenían más al alcance.

Por la tarde, terminada las clases, haciendo mal tiempo o no, con o sin nieve, volvían a casa. Los de Sta. Perpetua siempre se llevaban muy bien con ellos, eran gente amable, generosa y de fiar. Los domingos iban a misa a Pontils, por un caminito que pasaba por el bosque. Iban todos, los 27 vecinos de Viladeperdius, y también los de Montalegre.

La Fiesta Mayor de Viladeperdius se celebraba el primer sábado de junio, y ese día, la misa se celebraba en la capillita de la casa de los Goberna, en Montalegre.

Hacían baile y las casas se llenaban de gente de los pueblecitos del alrededor, recuerda Joan que en su casa habían llegado a ser 30 a la hora de cenar, la gente acogía a los parientes o amigos de los pueblecitos y cuando era la fiesta mayor de esos pueblecitos, ellos también iban a las casas de los parientes o amigos. Ellos, en Pontils, iban a la casa del hermano de la madre, el tío Peret, que vivía en la plaza.

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Cal Jan en Valldeperes.

Àngela Llop

Domingo Llorach son los apellidos de Joan, y no de él solo porque de Domingos y de Llorachs los hay en Viladeperdius porque allí casi todos son parientes, de cerca o de lejos.

En la entrada de Cal Llorach hay escrito una cita de Cicerón que habla del trabajo de la tierra, dice así: “La agricultura es la ocupación propia del sabio, la más adecuada y sencilla, y la profesión más digna para cualquier hombre libre”.

El trabajo de payés es el que ha hecho la gente de Viladeperdius a lo largo de generaciones y generaciones. Cultivar los campos y vivir también de los bosques. Hacían haces y los llevaban a vender en los hornos de Santa Coloma, y en Querol, donde había un horno de cal y en Valldeperes donde había unas yeseras. Todavía ahora venden leña a los particulares.

De Domingos y de Llorachs los hay en Viladeperdius porque allí casi todos son parientes, de cerca o de lejos

De bosque hay mucho por los alrededores, delante mismo del pueblo y al fondo están las Pedrisses, donde, en otoño, mucha gente va a buscar setas porque se hacen muchas.

Pero los mejores bosques se encuentran en el Quer. La finca del Quer siempre ha sido muy grande, dicen que mayor que todo el término de Santa Coloma. Los dueños de la finca eran los Domingos.

El padre de los Domingo de Viladeperdius que vivían en Cal Perutxo, venía de Quer, y el abuelo de Joan también, era un caballero de Quer. La finca se vendió y de nuevo se volvió a vender y quedó en manos de un aserradero de Barcelona, dicen que era el primero de Catalunya y el tercero de España. Y explotaron los bosques a lo largo de unos 20 años, hacia los años 50-60-70.

Cortaron muchos árboles, trabajaban unas 15 personas y algunos de Viladeperdius también fueron a trabajar, como el propio Joan, que trabajó unos 6 años. Pero los mejores bosques no se han cortado, son unos bosques de pinos melis muy altos y rectos.

Ampliar Reloj de sol en Viladeperdius.

Reloj de sol en Viladeperdius.

Àngela Llop

Al haber tanto bosque los jabalíes echaban a perder el trigo. Ahora se hacen batidas, porque hay muchísimos, pero hace unos 20 o 30 años, los campesinos de Viladeperdius subían a los trozos hacia la noche y hacían guardia con las escopetas medio escondidas, y cuando venían los jabalíes, disparaban para asustarlos y si podían, los mataban.

En los años 40 o 50, hubo una plaga de conejos, había muchísimos, y como había tantos, había también muchos zorros.

En los años 40 o 50, hubo una plaga de conejos, había muchísimos, y como había tantos, había también muchos zorros

El padre de Joan, que era un experimentado cazador, junto al de Quer, se dedicaban los fines de semana a matar tanto conejos como zorros y también unos hurones grandes, en que la piel, como la del zorro, era muy apreciada, y el lunes lo llevaban a vender en el mercado de Santa Coloma, podían llevar entre 70 o 80 conejos.

En los años 40, los campesinos de Viladeperdius, Valldeperes y Montalegre, decidieron construir una pista de baile en Viladeperdius, junto a Cal Perucho, y no ir más a Pontils a bailar los días de fiesta. Las razones para decidirse a salir adelante esta iniciativa venía de alguna enemistad entre los campesinos y algún vecino de este pueblo.

Viladeperdius, un pueblo pequeño, muy pequeño, resguardado y escondido y con unos vecinos que en los últimos años se habían sentido abandonados y olvidados por su ayuntamiento. Si años atrás, pasaban de la veintena, ahora quedan muy pocos.

Las fiestas mayores y los bailes quedan lejos, no pero los trabajos del campo para que los campesinos sigan trabajando las tierras. La balsa continúa y también la fuente. A su lado han crecido dos álamos y un chopo, que con los años y el agua se han hecho muy grandes y ahora hacen sombra y frescura a quien se sienta a su alrededor.

Se pueden ver perdices, también algún zorro y las huellas y revolcones de los jabalíes. Campos cultivados y bosques, una cantera cerca, y la montaña de Sant Miquel al fondo, de donde viene el viento dominante. Y un pasado lleno de vida que ya no va a volver.

Montalegre

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Montalegre.

Àngela Llop

El término municipal de Pontils (tiempo atrás la cabeza del municipio era Santa Perpètua del Gaià), tiene una extensión de 67,67 Km2 y es muy accidentado por los contrafuertes de la sierra de Queralt, la sierra de la Brufaganya y la sierra de la Tossa de Montclar. Fue un municipio con diferentes núcleos de población: Pontils, Santa Perpètua, Vallespinosa, Eras de Vallespinosa, Montalegre Vell, Montalegre, Rocamora, Seguer, San Magín de la Brufaganya, Valldeperes y Viladeperdius.

Esto muestra que la vida en el campo o vida rural años atrás estaba mucho más dispersa que ahora y eso sin contar con las masías y molinos esparcidos por el término.

Actualmente algunos vecindarios han quedado deshabitados como ya hemos visto el caso de Rocamora. Sobre Montalegre debemos tener presente que hay que diferenciar entre el Montalegre nuevo y el Montalegre Vell, ambos muy cercanos.

Se encuentran aproximadamente a unos 600 m de altitud, al pie de la sierra de Brufaganya y cerca del riachuelo de Sant Magí, afluente del Gaià. Si pasamos por la carretera TV-2011 que sale desde Pontils hasta enlazar con la B-220 (ya en la provincia de Barcelona), veremos un indicador que pone Montalegre y, a pocos metros, cerca de la carretera, encontraremos unas construcciones.

Se trata del Montalegre nuevo formado por la masía del Mullerat o del Goberna y un par de masoverías. También contaba con una capilla adosada a la masía. Las primeras construcciones del Montalegre nuevo fueron construidas hacia finales del siglo XIX. No demasiado lejos, en lo alto de una pequeña colina situada entre el actual Montalegre y la aldea de Viladeperdius, encontraremos el antiguo Montalegre.

La mayor parte de las casas están en estado ruinoso y desde la carretera se pueden ver los restos de las antiguas paredes medio derrumbadas. Las familias que habitaron eran: Cal Llorac, Ca l'Àngel, Cal Nofre, Cal Sebastiaró, Cal Clarassó o Cal Quero y Cal Mullerat.

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Casa de Montalegre.

Àngela Llop

Según los datos del Diccionario de Pascual Madoz, en 1845 Montalegre Vell estaba catalogado como Aldea con 4 casas en la provincia de Tarragona, partido judicial de Montblanc, Ayuntamiento de Santa Perpètua. En los diferentes nomencladores elaborados a partir de la segunda mitad del siglo XIX podemos encontrar más datos sobre sus viviendas y el número de habitantes.

  • En el nomenclátor de 1860 está registrado como un “Lugar” con 4 edificios habitados constantemente. Sin embargo, no consta el número de habitantes.

  • En el nomenclátor de 1888 está registrado como una Aldea con 6 edificios de un solo piso y 2 edificios de dos pisos, con un total de 37 habitantes.

  • En el nomenclátor de 1900 está registrado como una Aldea con 5 edificios habitados permanentemente y 1 edificio habitado temporalmente, con un total de 42 habitantes.

  • En el nomenclátor de 1920 está registrado como una “Aldea” con 6 edificios habitados permanentemente y 4 edificios habitados temporalmente, con un total de 30 habitantes.

  • En el nomenclátor de 1930 está registrado como una Aldea con 3 viviendas de dos pisos, con un total de 15 habitantes.

A partir de la Guerra Civil las casas del Montalegre Vell quedaron deshabitadas (los de Cal Clarassó fueron los últimos en marcharse). Entonces ya sólo estaba habitada la masía Goberna con las masoverías. Estas viviendas separadas del pequeño núcleo de Montalegre fueron quedándose con el nombre de Montalegre. En la década de los setenta del siglo XX todavía habitaban en las masoverías unas 16 personas.

Valldeperes

Valldeperes es un pueblo pequeño que está antes del desvío que lleva a Sant Magí, cerca de Montalegre y de Viladeperdius. Tenía una iglesia, de Nuestra Sra. de la Esperanza, hoy en día no queda ya rastro alguno. Pero la parroquia era la de Pontils. Por eso Valldeperes sale en los libros parroquiales de Pontils.

Valldeperes es otro de los agregados de Pontils, situado en el sector nororiental del término y muy cerca de Bellprat, ya en el Anoia.

Geográficamente, el núcleo se encuentra a 670 metros de altitud, a orillas del río Boix y justo enfrente de la sierra de la Brufaganya. En cuanto a las características del núcleo, está formado por varias casas, algunas derribadas y otras bastante restauradas.

De la iglesia, consagrada a la Virgen de la Esperanza, se situaba a la izquierda del pueblo, y como hemos comentado, hoy no queda rastro, si bien en los años setenta del siglo XX todavía se podían ver los restos de algún muro.

Cabe destacar que a nivel histórico no se tienen muchos datos, debido a que la parroquia era de Pontils y porque siempre ha sido un lugar poco poblado y sin elementos patrimoniales relevantes. Demográficamente, el pueblo tenía en el año 1515 cuatro fuegos y tenía a finales del siglo XX una veintena de habitantes, que se han ido manteniendo, eso sí, teniendo en cuenta todo su diseminado.

Durante la visita al núcleo se puede comprobar que la presencia humana en estos asentamientos es escasa: son muy pocas las personas que viven allí todo el año. Además, parte de la población del núcleo reside en masías aisladas, algunas de ellas reconvertidas en casas rurales.

Las casas de Valldeperes eran: Cal Bartolí, Cal Jan, Cal Vinyals, Ca l'Isidro, Cal Macià, Cal Viola y Mas Batet. El pueblo se sitúa frente a Sant Magí de Brufaganya. Actualmente hay Bartolío, Macià y Jan, pero había once casas. El pueblo se fue despoblando sin estar del todo abandonado.

En los últimos años se han arreglado las casas y las calles y caminos están asfaltadas. En la zona se encuentran mineralizaciones de yesos eocénicos, que corresponden al Lutecio, los minerales son calcita y yeso

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Casa de Valldeperes.

Àngela Llop

En los últimos años se han arreglado las casas y las calles y caminos están asfaltadas

Los apellidos que aparecen por estas fechas de 1867 a 1817 son: Llorach, Bartolí, Batet, Alemán, Clarasó. Seguramente había más pero no salen en los libros de óbitos ni de bodas. De Bartolí, había más de una familia viviendo en el pueblo.

Con 12 años murieron seis personas con el apellido Bartolí, tres mayores y cuatro menores: Tres hermanos: Matías, a 72 años, Salvador, a 61, soltero, y Pedro a 75. Dos hijos pequeños, José y Josefa, José con dos meses y la Escolástica con 18 días. Un hijo de Joan y Concepció, Josep de 15 días, y un hijo de Antoni y Consepció, Joan de dos meses. Cal Bartolí dicen que es la casa más antigua del pueblo y antiguamente era la más rica ya que tenían muchas tierras.

Como ocurre en Pontils en estas fechas, hay bastantes vecinos del pueblo que han venido de fuera: Los Alemán, de Sta. Perpetua, los Clarasó, de Sta. Coloma, los Tarrida, más de uno, de la masía del Cià de Bellprat, los Marimón y los Solà, de Fiol, los Parera, de la Llacuna, los Forn, de Bellprat, los Perellada, de Sant Magí, los Tutusáus, de Montagut.

Los de Valldeperes tienen la sierra de la Brufaganya delante mismo, y por tanto tienen Sant Magí muy cerca

Los de Valldeperes tienen la sierra de la Brufaganya delante mismo, y por tanto tienen Sant Magí muy cerca. El cementerio en el que se enterraban era en el de Sant Magí, en lo alto de la montaña. En 1944 hubo una nevada muy fuerte y cayó un metro de nieve. Los vecinos de Valldeperes despertaron con la nevada y también con la muerte del abuelo de Cal Bartolí.

El pueblo quedó totalmente incomunicado, ¿cómo podrían enterrar al muerto? Los vecinos lo tuvieron claro, los varones más fuertes fueron a pie hasta Sta. Coloma a buscar la caja, y los más jóvenes pasaron todo el día abriendo un paso hasta llegar a lo más alto del cementerio.

Los que acudieron a Sta. Coloma no lo tuvieron fácil, un hombre pasaba delante con un bastón e iba marcando el camino, y se iban sustituyendo.

Cuando llegaron a Sta. Coloma los tomaron por locos, diciéndoles que por enterrar a un muerto, todavía morirían unos cuantos más. Volver hacia el pueblo fue aún más difícil ya que llevaban la caja encima.

Finalmente el abuelo pudo ser enterrado en el cementerio, gracias al esfuerzo de todo el pueblo. Cosas que pasan en los pueblos, sobre todo si estos son pequeños, y si hay un buen entendimiento entre los vecinos, como ocurría en Valldeperes.

Ampliar Iglesia del Sagrat Cor de Montalegre, junto a una casa.

Iglesia del Sagrat Cor de Montalegre, junto a una casa.

Àngela Llop

'El corazón más humilde de Valldeperes, verano de 1938'

Andrés Villa

Andrés Villa, es el autor del libroEl corazón más humilde de Valldeperes, verano de 1938. Cuenta en su libro que al comprar una casa en Valldeperes se encontró con una serie de cartas, en que le hizo inspirarse a documentar el libro, dice así:

“Cuando uno se compra una casa así de antigua siempre tiene la esperanza de encontrar algún tesoro, Porque son casas que tienen 200 o 300 años de historia y, claro, son muy grandes, tienen muchos escondrijos posibles. Esto también es una esperanza de que normalmente no se cumple. Y lo de los escondrijos es interesante, porque al igual que se escondieron esas cartas, estas casas sirvieron como escondrijo para los soldados. También el pueblo sirvió como un escondite para los emboscados, que de vez en cuando venían al pueblo a tomar comida. Y esto fue un descubrimiento, en principio no le di demasiada importancia, porque estaban en muy mal estado. Estaban en un agujero del techo. No estaban muy escondidas, lo que pasa es que estaban en una sala llena de trastos, que tenía pinta de que nadie había entrado en mucho tiempo. Mi primera sensación fue una frustración de no poder leerlas porque estaban en muy mal estado, estaban podridas, arrastradas por las ratas. Pero bueno, en todas sí que había 20 o 30 que con mucho esfuerzo se podían leer. Y la primera sensación mía fue de decepción porque, como estaban escritas en el ambiente de la Guerra Civil, yo pensaba encontrar cosas más morbosas, ¿no?, algún secreto que diera la vuelta a la historia de los estudios de la Guerra Civil”.

“En el verano de 1938, con el estallido de la batalla del Ebro, la guerra civil se vivían momentos decisivos y especialmente duros, tanto para los que estaban en el frente, soldados cada vez más jóvenes, como para mujeres, abuelos y niños que se habían quedado en la última guardia, en Valldeperes, la Angeleta Soler tenía que hacer el corazón fuerte y afrontar la cosecha sola haciéndose cargo del suegro de 77 años y de 4 niños. En el frente estaba el marido, Pepet Llurac Capdevila, y el cuñado, Joan. Los sufrimientos de esta familia, que se han podido conocer gracias a un hatillo de cartas descubierto en la casa donde vivían, refleja el de tantas otras familias campesinas del momento, cuando el fascismo era una amenaza cada vez más cercana. La familia Llorat Capdevila vivía en Cal Jant, la casa más grande, situada en lo alto del pueblo. En el bando republicano, después de dos años de conflicto, la gente estaba cansada, pero tan resuelta como el primer día en impedir el antes del fascismo. En la mente de todas estas personas dominaba un pensamiento. Costará lo que costara, había que ganar la guerra, en el frente, Papet y Joan, pasaban los días haciendo instrucción en varios destinos como Cardona, Berga y el Cuscó, cerca de Agramunt. Nunca pudieron coincidir en el mismo regimiento, como era su deseo, ni llegaron a luchar en el frente del Ebro, donde se estaba consumando la derrota republicana. Por lo que respecta al pueblo, el instinto de supervivencia y la capacidad de resistencia hizo posible salir adelante con la colaboración de todos los que se habían quedado, trabajando todos los vecinos conjuntamente. Incluso el maestro del pueblo, cuando la escuela ya no funcionaba, siguió dando clases a domicilio. Se trataba de un religioso. El señor Pablo, que pese a vivir en una casa unánimemente republicana y anticlerical, fue respetado y amado por la comunidad. Ahora, las cartas escondidas durante 80 años en una casa de Valldeperes permiten profundizar en una historia que rezuma incertidumbre, desazón y dolor, pero también un amor incondicional para la familia y una fortaleza excepcional”.

“No había oído hablar de que las mujeres tuvieron que quedarse solas en casa, y eso está en las cartas, pero yo mismo tenía ese pensamiento limitado al principio porque yo no lo veía, o sea, estaba delante de mis ojos y no... yo estaba buscando lo de algo más bélico, ¿no? Pero frente a mis ojos se estaba contando esta historia que llegaba el tiempo de guerra, llegaba el tiempo de cegar, llegaba el tiempo de cegar e se iban marchando los hombres. Y, al final de las cartas, cuando descubres que la cosecha salió muy bien. A mí mismo me costó darme cuenta de que la historia estaba allí, que no era una historia heroica, sino que la historia estaba como esa mujer, sin dejar de realizar sus tareas que se le suponen por defecto, con un niño pequeño de meses. Y entonces, a partir de aquí, empecé a cuadrar las cosas, porque una curiosidad que no tiene mucha importancia, pero el calendario de este año del 38 coincide exactamente con el calendario del año 2022, coincide con los lunes y marzo, entonces me compré una agenda de este año del 2022 e iba tomando nota absolutamente de todo para buscar una coherencia. todo se mueve en función de la cosecha, El calendario está muy marcado y buscando coherencia de hechos ligaba todas las causas y consecuencias necesarias para contar la historia”.

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Casa de Vilaperdius.

Àngela Llop

“Tengo la tentación de llamar a personajes, pero son personas. Eran el matrimonio Pepet y Angeleta, que tenían cuatro canallas, cuatro hijos. Tenían el suegro de Angeleta, que es el Plácido, y el cuñado, que es Juan. Las cartas son enviadas y recibidas entre estas personas. Y lo que a mí me animó mucho a continuar con esta historia es el hecho de que estaban no sólo las recibidas, sino también las enviadas, porque habían sido devueltas cuando los hombres venían de permiso, que era bastante a menudo. Porque claro, no estaban en el frente, no estaban en primera línea de frente, y de vez en cuando... Estaban en segunda o tercera línea, dijéramos. Pepet, que es de la leva del XXV, creo que tenía 35 años, en el año 38, entonces estaba en obras y fortificaciones, Esto es lo que debemos intentar interpretar, más la guerra contada desde un entorno industrial o de ciudad. Como este entorno es rural, yo casi diría que, salvo en los hechos del 36, cuando empezó todo, que se quemaron las iglesias y se persiguieron los curas, después llegó una especie de calma, de momento de estabilidad, donde quizá podríamos decir que por ahí no pasaba la guerra, porque ellos hacían su vida, estaba todo el mundo en casa, y llegaban noticias, pero es muy importante entender que estamos en un entorno rural, La libertad de expresión y la libertad de expresión. No se marchan las mujeres de payés, sino los campesinos son los que se van marchan a la guerra. Entonces ese desequilibrio debe volver a equilibrarse porque al final siempre buscamos reconducir la situación y, por ejemplo, si miramos las expresiones que utilizaban los que estaban destinados al frente, siempre dicen, tenemos que ganar la guerra cueste lo que cueste. Y, en cambio, lo que dice Angeleta es... siempre dice estas expresiones de... yo lo que quiero es que cuando los hombres vuelvan se encuentren lo mismo. O sea, que lo que ella quería es que... que cuando volvieran los hombres hubiera sido una cosecha estándar, donde hubiera... donde la vida hubiera continuado exactamente igual que cuando estaban allí. Un deseo que, de algún modo, le censura su propio marido, porque el papel... El tema de las cartas es un tema recurriendo a las cartas El trabajo que realizaron las mujeres, sino que, además, es un trabajo que hicieron de una forma rebelde. En contra de los propios maridos, que quizás con buena voluntad diciendo, no, pobre, tú no podrás, deje correr, no pasa nada. Imagínate ir a labrar con la mula, como la emanarás todo esto. Son actividades duras, y, en cambio, las mujeres se pusieron, sí, y sí a trabajar. Todo esto se deduce del contenido de las cartas, porque como ves que el hombre le está diciendo todo el rato que no se preocupe por la cosecha, que la deje perder, y al final ves, al final del libro ves o al final de las cartas ves que la cosecha ha sido muy buena, se deduce esto. Y no es que sea deducido, sino que el propio Pepet le dice que ha sido una cosecha. Parece un milagro, ¿no? Entonces todos los roles deben reconvertirse Y también hay una subtrama con el hijo mayor”.

“Sí, yo he encontrado como una especie de... un espejo entre el cuñado Juan, que está muy significado, y que quiere ganar la guerra cueste lo que cueste... Es un hombre muy politizado. Sí, persigue con furia a los emboscados... A nivel de guion de personaje, este personaje no se transforma. Siempre tiene la misma actitud. En cambio, Angeleta sí encontramos esta toma de decisión de decir, pues, lo podemos hacer y lo sacaremos adelante. El matrimonio y papel de Angeleta tenía él 35 y ella tendría unos 31 o algo así. También viven con el padre de Pepet que pocos meses antes murió su mujer. Este hombre tenía una constitución muy fuerte y vivió hasta 90 años. En los últimos años andaba todo agachado porque llevaba el mismo gesto que llevaba la guadaña, también vivía el cuñado en la casa, estaba casado y formaba parte del comité de Santa Coloma. Estas tres generaciones pertenecían al comité, entonces teníamos a toda costa. He encontrado alguna carta en la que Pepet le dice muy en serio al mayor, a Josep que tiene 9 años, recordémoslo. Le dice esto de... Tienes que creer a la madre, debes creer a la madre. Es una expresión que a mí me gusta mucho conocerla, porque yo no la conocía en ese sentido, de hacer caso. Tienes que creer a tu madre porque ella tiene razón, sabe de qué habla. Hay un momento que le dice que hay que creer a la madre porque sin la madre te morirías de hambre. A mí me ha hecho pensar mucho en esa frase porque es literal. Si no tuvieras a la madre, ¿qué harías? ¿Irías a otra casa a vivir de otra familia? Te morirías, probablemente. Tiene una literalidad. Porque un niño de nueve años, los niños actuales de nueve años, como es lógico, lo que quieren es jugar, estudiar, etcétera, etcétera, la mayoría inmensa, los amigos, la sociabilidad, la familia... Claro, en una situación de guerra, en el año 38, en un entorno rural tan pequeño como era Valldeperes, claro, ese niño debía de ser bastante diferente de los niños que ahora estamos acostumbrados a ver. Lo único que puedo constatar por las cartas es ese interés, esa necesidad que tiene el padre de dedicarle una carta a él. Creo que es una carta entera que le dedica a él. Yo he intentado imaginar que quizás no estaba siendo suficientemente responsable o lo suficientemente maduro como para hacer todos piña y sacar adelante todas las tareas que tenían por delante”.

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Lo que queda de una casa de Vildeperdius.

Àngela Llop

“Una de las cartas más emotivas de las que se conservaban en un farcellet es la que le escribe Magí Niubó al amigo y vecino Magí Paleta, como era conocido en el pueblo, era un hombre de unos 60 años que había llegado a ser el alcalde accidental de Santa Perpetua de Gaià, el municipio al que pertenecía la pedanía de Valldeperes. En junio, Magí respondió la carta que le había hecho llegar en papelito desde la frente sin esconder una decepción y un pesimismo profundo: 17 de junio de 1938. Muy apreciado, José. Ya sabía yo que uno de tantos de los que sois tenías que ser el primero en pensar en mí. He conocido a mucha gente durante los 61 años que tengo, pero de esa gente muy pocos he conocido contar con que sean personas de verdad, personas de buena fe, personas que un amigo me pueda confiar y, por fin, personas que sean como han ser. Y una de tantas eres tú. Hace mucho tiempo en esta parte que tengo en el frente de 10 a 12 compañeros que todos me han escrito hasta dos sobrinos y no he contestado con ningún amigo. Y lo único que me ha llamado la atención eres tú, porque nos conocemos de fondo y no dudamos el uno del otro de nuestra sinceridad. Aunque se ponga una muralla inquebrantable, entre uno del otro no hay manera de hacernos pensar del revés. No hay forma de reñirnos. Ni hay forma de desviarnos de nuestro sendero o camino que tenemos emprendido. Una de las mayores alegrías que he tenido ha sido ver o sentir como Jaume de les Fonts me ha dado tu carta, te lo juro. Es tal mi soledad que hasta he llegado a desconfiar de mí mismo. Ya no creo en nadie, ya no creo en palabras ajenas. En fin, Ya no creo en nadie que no sean los de su propia casa. Todo está dañado, todo está ensuciado, y en una palabra, todo es falso. Lo de antifascistas que dices en tu carta ya han terminado. O sea, de verdadero, ya no existen. Tanto gobernantes como súbditos, pocos hay. Solo corre la maldad, la perversidad, la malicia etc. Os he hecho un mitin casi. En lugar de hacerle alegre, acabaremos por ponerse a todos tristes. No, no es éste mi sentido. En fin, a todos tus compañeros les das un fuerte abrazo y un beso en cada mejilla de mi parte. Y dales también de mi parte muchos ánimos para soportar las penalidades de esta guerra. Y que todos sean constantes y fuertes, propio de la consigna del gobierno, que es resistir, es ganar, Y cuenta siempre que uno, para acabar de aplastar el fascismo, yo vendré voluntario. En particular, debo decirte, Papito de Jan, que la única mujer que veo más triste es la tuya, o cuanto menos, para mí. Por el día que la vea, ya le diré que venga a verte a menudo. Además, tengo que decirte que, en lo referente a los emboscados, salimos un día y mañana, o sea, 18 del presente, Hemos prometido volver. De Vallespinosa se han presentado y Jean Batet y Celestino del Mollerac se les han incautado animales, en fin, se les ha declarado guerra sin cuartel. Sin nada más para hoy, darás muchos recuerdos a todos y una buena estrecha mañana por cada uno de mi parte. Tú lo robarás de buen corazón del que más te olvida, Magí Niubó”.

Ampliar En la zona se encuentra la piedra aljez (sulfato de calcio de hidrato) de la cual se hace el yeso.

En la zona se encuentra la piedra aljez (sulfato de calcio de hidrato) de la cual se hace el yeso.

Àngela Llop

“Francamente, es muy apasionante sentir en este vecino cómo se expresa y cómo muestra su aprecio, su amor por otro vecino. Yo pienso que la mayoría de las cartas eran sencillamente una especie de vida, servían para notificar a la otra persona que estabas vivo y que estabas bien de salud. porque una caligrafía tuya bien hecha está demostrando que estás bien de salud es significativo. Normalmente durante la Guerra Civil, es curioso, pero la administración de Correos funcionó, tanto en el sector republicano como en el franquista, es decir, sí funcionó. Pese a que la cuenca del Gaià, que la recomiendo a todo el mundo que vaya, y mucha gente ahora quizás todavía no la conoce, se quedará sorprendido del tipo de pueblos que son, porque además no es una parte plana, es una parte muy abrupta, muy rota, es preciosa. Pero también se hará la idea de estas características de la guerra allí, con estos sectores de ahí.”

“Otra carta: Cusco, 9 de julio de 1938. A Doña Angeleta Sule. Muy querida y amada esposa. Salud, deseo, en compañía de mis queridos hijos y padre. Al tomar la pluma sirve para decirte que ha recibido tu atenta y cariñosa carta. Pero, Angeleta, aquellas palabras que me dices porque las demás mujeres habían recibido dos cartas y tú ninguna, y, en lo referente, lo que estabas impaciente, por amor que yo no estuviera a mal o que no te he olvidado, pues no, Angeleta, ¿no? No estoy con daño ni te he olvidado, ¿no? Ay, si tú, Angeleta, sabías lo que yo pienso contigo y con mis queridos hijos, no me dirías eso. Porque muy bien sabes tú, Angeleta, quién soy yo. Porque tú me dice que siempre eras lo mismo. Pues ya lo creo, y tengo toda la confianza contigo. Pero piensa que tu marido todos los días tiene la vista fija con vosotros, y piensa y llora todas las horas del día pensando que tiene mujer y que tiene cuatro hijos. Pues no, no, Angeleta. No te haya aburrido. Ni a ti ni a mis hijos. Ni lo haré nunca. Prefiero morir antes de ser un hombre sin honra. Muy bien sabes tú que tú esposo es un hombre y que tiene mucho conocimiento. Pues si tú, Angeleta, siempre eras la misma, piensa que tú marido lo es y lo será hasta morir. Y confía en que su mujer hará lo mismo. Pues en lo que me dice que trabaje mucho y que mis hijos, hasta Pedro trabaja como las hormigas, pues no lo hagáis eso. Lo que tienes que hacer es trabajar poco y guardar la salud, porque no podéis hacer nada más que perder la salud. Recoge no más, si se puede, el más cerca del borde de la casa y el resto lo deje. ¿Pensáis que es la guerra? ¿Qué le haremos? No es culpa nuestra. No pierdas la salud. Que esto fuera mí desgracia, porque yo no os podré ayudar, porque son dueños los demás de mí. Angeleta, cuidado con lo que te voy a decir, porque en la otra carta que te escribí ya te lo decía. Pues mira, en caso de caer malo alguno de vosotros, me lo mandas enseguida y diciéndome el quién es lo que está malo. Pero tengo que mandarme un certificado del médico Abelardo por el Ayuntamiento de Santa Perpetua, y entonces yo pediría permiso y sería fácil que vendría a verlos. Porque Juan de Casa el Polvoré de Santa Perpetua lo hicieron así y le dieron permiso. Pero paciencia, que es la guerra, esa guerra, que hay que ganarla”.

“Nos encontramos con una carta muy emotiva. Todas son de ese tono, una mezcla. Además, el castellano catalanizado que utiliza es... Ahora podemos verlo como divertido, pero, claro, tenemos que ver la época cómo funcionaba. Ahora se puede hacer reír, es divertido estas expresiones, con palabras castellanas totalmente catalanas... Es una mezcla curiosa y que hace gracia, pero no sé si hacía tanta gracia en el momento. En las cartas del Papeto a la Angeleta, escritas en un castellano lleno de catalanismos, se puede ver hasta qué punto se hizo difícil la comunicación postal en tiempo de guerra. Había cartas que nunca llegaban, o llegaban demasiado tarde, y esta circunstancia hacía pensar a la persona querida que se habían olvidado de ella. Esta carta en concreto muestra que Papet sufría especialmente por cómo podía encontrarse la familia en Valldeperes, y les pedía explícitamente que no hicieran más esfuerzos de la cuenta. En Valldeperes no hubo ninguna muerte más allá del pueblo. Sí hubieron muertos en el momento en que las tropas entraron allí en enero del 39, las tropas franquistas, pero en todo ese episodio que yo cuento en el libro no hubo ninguna muerte. Angeleta tiene este vínculo con el pueblo de Santa Coloma de Queralt y que la gente sepa lo que está pasando. Por eso es muy importante que haya esa conexión, esa correspondencia, nunca mejor dicho, de las cartas”.

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El colegio de Valldeperes.

Àngela Llop
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