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El debate sobre la condonación del Crédito con Aval del Estado (CAE) ha generado una profunda división en la esfera política y mediática en Chile. Los detractores de esta medida, en su mayoría representantes de la derecha, han calificado la condonación como “inmoral”, una postura que exige una fundamentación racional y ética que aún no ha sido articulada de manera convincente en el debate público.
Quienes defendemos esta medida podríamos devolver el calificativo, señalando que es “inmoral” no condonar una deudaque arrastra a miles de familias hacia la precariedad.
Desde el año 2010, Chile ha vivido diversas manifestaciones que han puesto en evidencia la crisis de financiamiento de la educación superior. Entre las más destacadas figuran la “Revolución Pingüina” de 2011, las protestas durante elprimer mandato de Michelle Bachelet en 2014 y las movilizaciones en el segundo mandato de Sebastián Piñera.
La condonación del CAE ha sido untema recurrente en cada espacio de discusión política, hasta siendo objeto dedebate en los dos últimos procesos constituyentes. En septiembre de 2024, elpresidente Gabriel Boric anunció el ingreso de un proyecto de ley que buscacondonar el CAE y establecer un nuevo sistema de financiamiento para laeducación superior en Chile.
En septiembre de 2024, el presidente Gabriel Boric anunció el ingreso de un proyecto de ley que busca condonar el CAE
Las razones para implementar un sistema de condonación del CAE estánancladas en problemas estructurales del sistema educativo chileno y en losvicios de origen de este tipo de endeudamiento. Para empezar, las tasas deinterés del CAE son usureras, lo que obliga a los estudiantes a pagar muchomás de lo solicitado.
Además, la falta de información clara para los deudores y las condiciones gravosas del crédito afectan desproporcionadamente a lossectores más vulnerables. Estas familias, muchas de bajos ingresos, se vencondenadas a una deuda intergeneracional que obstaculiza su progreso y limitalas oportunidades para las futuras generaciones.
El sistema de financiamiento de la educación superior ha mostrado bajosíndices de eficiencia, generando una crisis que afecta tanto a los estudiantescomo al Estado. Aunque el foco mediático ha estado en las masivasmovilizaciones estudiantiles, los efectos más profundos se sienten en losmiles de jóvenes que arrastran deudas millonarias, muchas veces porcarreras de dudosa calidad.
El sistema de financiamiento de la educación superior ha mostrado bajos índices de eficiencia
La mercantilización de la educación ha transformado a los estudiantes en clientes y a las universidades enproveedores de servicios, distorsionando profundamente la esencia delderecho a la educación. Este fenómeno ha dejado claro que el sistema actualno solo es insostenible, sino que perpetúa las desigualdades sociales.
Desde una perspectiva económica, la condonación del CAE no es solo unapolítica factible, sino también una inversión social que podría liberar recursospara otros sectores. Un alivio de la deuda permitiría a los egresados mejorar sucalidad de vida, invertir en proyectos personales o simplemente aliviar la cargafinanciera que han arrastrado durante años. ¿Es realmente inmoral permitirque miles de personas que buscan mejorar sus condiciones de vida lohagan sin el peso de una deuda injusta?
Mirando el panorama internacional, la condonación de la deuda estudiantil hademostrado ser una política viable y necesaria en muchas sociedadescontemporáneas. Gobiernos como el de Canadá no solo reconocen el impactofinanciero directo en los deudores, sino que también entienden que reducir estacarga permite a las personas invertir en su futuro: adquirir vivienda, iniciaremprendimientos o simplemente mejorar su calidad de vida.
La propuesta de condonar el CAE no es perfecta, pero merece ser discutida demanera seria y técnica, sin caer en juicios morales apresurados. Lo que está enjuego no es solo la deuda de miles de personas, sino el modelo educativo ysocial que queremos para el futuro de Chile. Un sistema que endeuda a susestudiantes para acceder a la educación superior es un sistema que debecambiar. Y ese cambio, más que una cuestión de moralidad es unacuestión de justicia.
La propuesta de condonar el CAE no es perfecta, pero merece ser discutida de manera seria y técnica
La verdadera cuestión moral no debería centrarse en si es “justo” condonar lasdeudas, sino en cómo construir un sistema que permita a las personas accedera la educación sin endeudarse de por vida. El Estado tiene la responsabilidadde garantizar que la educación sea accesible, no solo como un derecho, sinocomo un vehículo de movilidad social que permita a todos avanzar.
La deuda estudiantil en Chile ha demostrado ser un obstáculo insalvable para muchos, ysu condonación sería un acto de justicia, no de indulgencia.Criticar la medida sin presentar alternativas viables es simplementeperpetuar un sistema que ha fallado a una generación completa.
La educación debería ser un derecho y no una mercancía que se pague condécadas de sacrificio. En lugar de descalificar moralmente una política quebusca reparar las injusticias del pasado, deberíamos estar discutiendo cómoimplementar una reforma que evite que futuros estudiantes caigan en la mismatrampa del endeudamiento excesivo.
Con el reciente anuncio del presidente Boric sobre un proyecto de ley quecondonará el CAE, muchos ven una luz al final del túnel. Sin embargo, losrecuerdos de promesas incumplidas en gobiernos anteriores persisten. Laposibilidad de crear un nuevo sistema de financiamiento, más equitativo ymenos dependiente del endeudamiento, es una propuesta ambiciosa. Aun así,queda la duda de si este nuevo proyecto podrá superar los interesescreados por años de mercantilización o si será otra reforma atrapada en elvaivén político.
La deuda estudiantil en Chile ha demostrado ser un obstáculo insalvable para muchos
Además, esto no es solo una cuestión política o económica, sino que encuentrasu fundamento en los principios consagrados en el Derecho Internacional(DD.II), específicamente en el Pacto Internacional de Derechos Económicos,Sociales y Culturales (PIDESC), ratificado por Chile en 1972.
Este instrumento, en su artículo 13, establece que los Estados deben avanzar hacia lagratuidad de la educación secundaria y superior. En este sentido, el Estadochileno, al haber suscrito el PIDESC, asume la obligación de avanzar hacia unsistema de educación superior en el que los obstáculos económicos no seanbarreras.
Mantener el CAE sin reformas profundas contraviene este marco jurídicointernacional. Perpetuar un sistema de endeudamiento estructural para accedera la educación superior va en contra del principio de progresividad exigido porel PIDESC. Este principio obliga a los Estados a mejorar el acceso a losderechos sociales, prohibiendo cualquier retroceso en las condiciones yaalcanzadas.
A nivel comparativo, otros países han implementado políticas de condonaciónde deuda estudiantil—como nos referimos anteriormente con Canadá—osistemas de financiamiento que eliminan las barreras económicas al accesoeducativo.
Los sistemas de financiamiento que sobrecargan a los sectores másvulnerables son contrarios a las normas de DD.II que Chile ha suscrito.Condonar el CAE no es solo una decisión económica o política; es unadeclaración de principios sobre el país que queremos ser. Un país queentiende que la educación no es una mercancía, sino la base de la dignidad yel progreso.
Es hora de liberar a miles de chilenos de una deuda injusta que losmantiene atrapados y dar un paso firme hacia un sistema que ofrezcaoportunidades reales. Porque en el fondo, la condonación del CAE es más queuna solución; es la llave que abre la puerta a un Chile más justo, mássolidario, y verdaderamente comprometido con su gente y su futuro.