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Sería un reto para mí conseguir expresar con mis palabras toda una serie de conceptos que nos transmitieron en una charla, a la que asistí de oyente, acerca de las matemáticas como una ciencia al servicio de la sociedad.
Sin embargo, mi interés no es hacer una síntesis de todo aquello que los ponentes explicaron, sino que antepongo cuál fue mi percepción acerca de lo que ellos fueron capaces de comunicar.
Tengo claro que el éxito de los temas que se pueden abordar en una conferencia, al margen de si los receptores son o no conocedores de aquello de lo que se va a hablar, depende en gran medida de los comunicadores. Y así fue como un tema que podía ser muy árido por contar con la presencia de axiomas o postulados, que los aceptamos como tales, y otras verdades no tan evidentes y que, por lo tanto, deben ser demostradas se convirtieron para mí en algo curioso que, en algún momento, supe relacionar con conocimientos que ya tenía, aunque la mayor parte del tiempo fui consciente de que mi preparación en esta disciplina no era la suficiente para entender toda la información que se dio.
Aquí no se trata de resolver problemas a través de la interpretación y de la subjetividad, sino que hay que utilizar reglas y principios definidos para llegar a conclusiones que no admiten duda.
Volviendo a lo que he expresado antes, quiero seguir con argumentos alejados de conceptos matemáticos propiamente dichos.
Hubo una parte de la charla en la que me interesé por conocer matemáticos de gran prestigio y que fueron galardonados con premios tan importantes como el Premio Abel (considerado el Nobel de las Matemáticas), concedido por el rey de Noruega a un matemático destacado. Llegados a este punto, nombraré al gran John Nash, quien se ganó un lugar especial en la historia por sus contribuciones en áreas tan diversas de las matemáticas como la teoría de los juegos, razón por la cual recibió en 1994 el Premio Nobel de DzԴdzí. También fue premiado, en 2015, con el que he citado anteriormente, el premio Abel.

El matemáticoJohn Forbes Nash.
La conferenciante nos habló de la película que se hizo sobre la vida de Nash: Una mente maravillosa. Pocos contenidos matemáticos o de economía recordaba de cuando la vi, pero sí la lucha por sobrellevar su enfermedad al diagnosticarle esquizofrenia.
No consigo acordarme de los nombres de otros grandes estudiosos de las matemáticas a los que aludieron ambos ponentes, aunque quiero suplir mi falta de memoria (más bien por desconocimiento de estas figuras relevantes en el mundo de las matemáticas y de la economía) citando a dos personajes importantes que podrían perfectamente haber sido nombrados.
Una es Ada Lovelace, quien produjo un algoritmo matemático que se utilizaría en computadoras. El primer lenguaje de programación fue denominado ADA en honor a ella. Tuve la suerte de conocer su vida al descubrir que era hija del poeta romántico inglés Lord Byron, del que seguí sus huellas en un viaje por el Gran Manchester.
Después de recorrer todos los lugares de esa zona por los que este escritor se había movido, llegué a Hucknall, en cuya iglesia de Santa María Magdalena reposan los restos de padre e hija. Fue cuando empecé a informarme acerca de ella y de su temprana muerte a los 36 años, habiéndose ganado el reconocimiento de ser la primera programadora de la historia.
También quiero referirme a Alan Turing, matemático a quien se le atribuye la formulación de algoritmos y cálculos para una computadora, la máquina de Turing. De nuevo, el cine, a través de la película titulada El código enigma, me llevó a este excéntrico personaje que, durante la Segunda Guerra Mundial, crackeó el código nazi llamadoEnigmay gracias a él, se puede decir que los nazis perdieron esa guerra.
Volviendo a Ada Lovelace, transcribo una de sus frases: “Las matemáticas nos enseñan a pensar lógicamente y a seguir una secuencia de pasos para llegar a una conclusión”.
En consecuencia, las matemáticas no solo son una herramienta para resolver ecuaciones, sino que nos proporcionan una forma de pensar estructurada y eficiente.