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Se ofrece gestor de crisis

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La sociedad española no percibe un inminente riesgo de guerra. En cambio, en Dinamarca, el kit de emergencia promocionado por la UE no se presta a chanza alguna, al contrario. A 3.000 kilómetros de aquí, en Polonia, Donald Tusk anuncia que se proporcionará formación militar “a todos los hombres adultos” para hacer de ellos “soldados hechos y derechos” en caso de conflagración con Rusia. Los españoles no ven peligro bélico, pero eso no quiere decir que no les preocupe esta nueva crisis y sus efectos.

Quizá no hay miedo, pero sí incertidumbre. De hecho, nos hemos acostumbrado a vivir en un constante estado de desasosiego. Desde la Gran Recesión, llevamos 17 años encadenando crisis. En algunos casos, estas situaciones son oportunidades políticas. Lo saben Emmanuel Macron o Keir Starmer, en Francia y el Reino Unido, que estaban en horas bajas y han asumido un decidido liderazgo en la respuesta europea frente a Trump y Putin. Pero no siempre se cumple esa premisa. En España, Pedro Sánchez también acusa una evidente flaqueza parlamentaria, pero ha optado por un perfil prudente. Aquí, el gasto armamentístico provoca muchos recelos y, en Europa, la fuerza de los conservadores es ahora mayor.

El gasto militar incomoda a la izquierda, así que Sánchez evita aparecer como su gran defensor

Así como en la pandemia o la crisis energética, Sánchez trató de liderar una posición dentro de la UE con los fondos Next Generation y la excepción ibérica, ahora tiene más dificultades para abanderar una tercera vía en materia de defensa, más ardua y larga, como es la creación de un ejército europeo. La presión de la OTAN para que acelere el hito del 2% del PIB en gasto militar choca, además, con la imposibilidad de contar con presupuestos y las reticencias de sus aliados.

De ahí que Sánchez, a diferencia de Macron, o en su día José María Aznar, evite aparecer al frente de la fiebre por el rearme o por el protagonismo geopolítico. Más bien, el presidente ha optado por ir con pies de plomo. Abomina de la palabra rearme , habla de invertir en ciberseguridad o protección de fronteras más que en armas, lo justifica con el argumento de la solidaridad con los países nórdicos que accedieron a los Next Generation cuando los del sur más lo necesitaban y, sobre todo, promete no tocar el gasto social.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, recibe al secretario general de la OTAN, Mark Rutte, este lunes en el Palacio de la Moncloa.

Sánchez recibió a Marc Rutte, secretario general de la OTAN, en enero

Dani Duch

Para cumplir con los compromisos de defensa sin pasar por el Congreso, el Gobierno está arañando partidas de todos los ministerios, engrosará la deuda, tirará del fondo de contingencia (escaso, tras la dana) y aprovechará la mayor recaudación, lo que significa que, aunque no se recorte el Estado de bienestar, se impide destinar el crecimiento de ingresos a su mejora. El Eurobarómetro revela que el 40% de los españoles estima prioritario invertir en sanidad antes que en defensa y seguridad, mientras en el resto de Europa es el 20%.

Aunque el apoyo al gasto militar ha aumentado en España, es un estadio de opinión muy coyuntural, según los expertos en demoscopia. Es decir, puede desmovilizarse ese respaldo con facilidad si cambian las circunstancias y, por ejemplo, se abre paso la paz en Ucrania. Gracias a que el conservador Friedrich Merz formará gobierno con socialdemócratas y Los Verdes en Alemania y no con la ultraderecha, el presidente confronta esa imagen con los pactos del PP con Vox, formación que presume de buena relación con Trump. Pero eso no impide que el electorado del PSOE viva con enorme contradicción e incomodidad este debate, por no hablar del franco rechazo que provoca más a su izquierda. A ello hay que añadir la inquietud en la población por los efectos de los aranceles en la economía.

Así que el presidente se ha limitado a ganar tres meses al anunciar un plan de gasto en defensa para el verano, aunque le será difícil ponerse de perfil mucho tiempo si las exigencias de Bruselas y la OTAN apremian, como dejó entrever Mark Rutte, el secretario general de la Alianza Atlántica. El único mensaje nítido de Sánchez, por ahora, es aconsejar a los votantes la ignaciana que reza que en tiempos de desolación, no hacer mudanza. Ante tanta incertidumbre, el presidente se ofrece como curtido especialista en gestión de crisis, profesión en boga.

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