Se van a cumplir quince años de la noche más angustiosa que se vivió en la Moncloa después del 23-F. España estaba en riesgo de ser intervenida. La preocupación era tal que los principales dirigentes del mundo, entre ellos Merkel y Obama, llamaron a Rodríguez Zapatero para imponerle reformas urgentes. Y así, el 12 de mayo del 2010, un presidente humillado por la presión internacional y no entendido por su opinión pública se presentó en el Congreso para anunciar el gran recorte: reducción de salarios públicos, congelación de pensiones y otras medidas especialmente dolorosas para un socialista como él.
¿Se parece en algo lo que vivimos estos días? ¡Claro que se parece! Se parece muchísimo. La diferencia es que ahora la culpa no es de la economía, cuyos datos son los mejores de Europa. La culpa es de los manejos oficiales ante la exigencia occidental en materia militar. Se llegó a tal desencuentro, que nuestro Gobierno no puede hablar con el de Estados Unidos de aranceles ni de otro tema sin que le saquen los colores por su débil contribución a la defensa. Le ocurrió, por ejemplo, al ministro Cuerpo cuando acudió a Washington a negociar. Y lo más grave es lo sucedido con el jefe de la OTAN: Mark Rutte declaró que Pedro Sánchez le había anunciado el 2% del PIB este mismo año. Pedro Sánchez lo negó, mandó a sus ministros que lo negaran, y este martes se deshizo de su palabra y confirmó lo que había dicho Rutte. Una más. Alguien engañó a alguien y a Sánchez no le quedó otra alternativa que desmentirse a sí mismo y hacer verdad lo que el mandamás de la OTAN reveló.
Este sería, pues, el momento Alsina : el momento en que Sánchez argumenta que cambiar de opinión no es mentir. Lo que ignoramos por falta de transparencia es la cantidad y el nivel de presiones. Tienen que haber sido inmensas, quizá insoportables, para que Sánchez cambiase de ruta en un asunto tan relevante y de efectos tan demoledores para la coalición que preside y para la simple convivencia de sus ministros. Hasta ahora había desavenencias. Desde el martes hay ambiente de guerra civil. Solo Yolanda Díaz salva la continuidad del Gabinete.
El precio, pues, es carísimo por tres razones: por la división que crea; por la pérdida de credibilidad, agravada por el siguiente engaño –¡ya son demasiados, presidente!–, que ha sido la compra, al final anulada también por vergüenza torera, de 15 millones de balas a Israel y dejar a Marlaska con el culo al aire; por una forma de colar esas decisiones en la legalidad democrática como si se tratase de una licencia de obras: sin consultar a la oposición, sin informar a los partidos del arco parlamentario y por los artificios contables de arañar otras partidas hasta sumar los 10.500 millones de euros requeridos.

José Luis Rodríguez Zapatero
El cronista ignora cómo recibirá la opinión pública este festival de artimañas. Pero empieza a tener dos seguridades. Una, algo menor: esta es la razón por la que Sánchez no estará en Roma. Y la segunda, que si no convoca elecciones, es porque no se cree las encuestas de su fiel Tezanos y tiene miedo a perder.
RETALES
Papa/1. Mañana, la concentración en el Vaticano de jefes de Estado y de Gobierno, católicos o no, permitirá visualizar la falta de líderes mundiales de su nivel. Nadie merece más respeto que él. Nadie tiene su carisma. Nadie se le puede comparar.
Papa/2. Ya sabéis, gobernantes, cuál es el programa que desea la mayoría del mundo, si no nos han mentido estos días: humildad, sensibilidad ante los pobres, cuidado del migrante, misericordia y caridad. ¿O eso solo se valora en un Pontífice?
Papa/3. De los Reyes hacia abajo, cuatro son los enviados oficiales de España al funeral: las vicepresidentas Montero y Díaz, el ministro Bolaños y el oponente Feijóo. Si en Roma se empiezan a respetar, tendremos que sacar el viejo cartel de “Santo súbito”.
Puente. Felicidades, don Óscar. No se puede empezar un mandato de ministro peor que usted: parecía un dóberman con coche oficial. Hoy no escucho más que elogios a su talante, a su gestión e incluso a su talla intelectual.
Euskadi. El Aberri Eguna del 2025 marcó una nueva época: terminó la de promesas de Madrid y comenzó la de exigencia de cumplirlas. Y recuérdese que el voto del PNV ha sido fundamental para tumbar a Rajoy.
Rearme. ¡Cuánto me gusta esa palabra! Sobre todo, cuando va acompañada de un calificativo: moral. Ahora se utiliza muy poco, pero os juro que hubo un tiempo en que estaba de moda hablar de “rearme moral”.