Los hermanos Arnaud y Jean Marie Larrieu llevan más de 25 años trabajando juntos. Entre las películas que han dirigido figuran Pintar o hacer el amor, Los últimos días del mundo o 21 noches con Pattie, todas ellas con el catalán Sergi López en el reparto. Con su nueva propuesta, La historia de Jim, suben el nivel de una filmografía caracterizada por el melodrama afable explorando el conflicto paternofilial al que se enfrenta Aymeric, el protagonista del filme, encarnado con una naturalidad desbordante por Karim Leklou, que logró el premio César al mejor actor por su trabajo.
El de un hombre bonachón que, después de pasar 18 meses en la cárcel por no delatar a sus amigos, implicados en un robo, se reencuentra en un concierto con Florence (Laetitia Dosch), una antigua compañera. Está embarazada de seis meses y el padre de la criatura, casado y con dos hijas, no quiere saber nada de un nuevo vástago. Aymeric se va a vivir con Florence al campo y ejercerá de padre de Jim, el bebé rubio de ojos azules que despertará en él un papel con el que se siente verdaderamente feliz y le otorga de algún modo la estabilidad que tanto anhela en una vida en la que va dando tumbos.
Karim Leklou logró el premio César al mejor actor por su papel de un hombre bonachón atrapado en un conflicto
Con su cámara de fotos siempre a punto para inmortalizar el momento, Aymeric y Jim pasan mucho tiempo juntos y se divierten en la campiña francesa. Todo va bien hasta que Christophe, el padre biológico del niño, reaparece en sus vidas tras sufrir una gran pérdida. “Siempre he tenido un don para meterme en historias retorcidas y rollos raros, sobre todo con las chicas, según mis amigos”, le oímos decir a Aymeric al principio del filme.
La llegada de Christophe y su implicación en la crianza de Jim molesta enormemente a Aymeric, lo que genera la consecuente pugna paternal y envuelve al hombre tranquilo en un torbellino de reveses emocionales que le salpicarán a lo largo de los años, cuando su papel quede en entredicho por la dolorosa separación.
Entre los aciertos de esta historia, basada en una novela escrita por Pierric Bailly, está el de recurrir a los saltos temporales para incluir casi tres décadas de la vida de los protagonistas, con especial atención al sensible personaje que construye Leklou. Los directores optan por un reencuentro necesario entre padre e hijo para ajustar cuentas con el pasado con un tono amable y optimista, acentuado por emociones reales.