El supremacista King y el mayor crimen racista de la historia: “Un susto de muerte a este negro”
Las caras del mal
James Byrd fue apaleado antes de ser encadenado y arrastrado por una camioneta durante 5 kilómetros hasta terminar mutilado
El supremacista Bill King y el mayor crimen racista de la historia: “Un susto de muerte a este negro”
James caminaba risueño hacia casa tras disfrutar de una velada estupenda con amigos. Llevaba unos metros cuando un vehículo se paró a su lado. En el interior había tres jóvenes: James reconoció a dos de ellos, un pasajero y el conductor, ambos muchachos de la zona que se ofrecieron a llevarlo. Así que el hombre se subió confiado. Sin embargo, al instante, comenzaron los insultos racistas.
A continuación, la camioneta cogió velocidad, se dirigió a un camino de tierra y del interior salieron los tres chicos blancos arrastrando a su víctima de raza negra. Tras apalizarlo y dejarlo malherido, lo encadenaron al guardabarros y lo arrastraron casi cinco kilómetros. El calvario de James hasta su muerte fue agónico.
La cárcel y el racismo
John William King, más conocido como Bill, nació el 3 de noviembre de 1974 en Mississippi, aunque fue adoptado a los tres meses por el matrimonio King, que ya tenía dos hijas más. La familia se mudó al completo al este de Texas, más concretamente a Jasper, un pueblo multirracial de gente trabajadora.
El fallecimiento de la madre supuso un varapalo para todos. Bill tenía 15 años y Ronald, su padre, se vio solo para criar a sus tres hijos. Pese a todo, este hombre lo hizo lo mejor que pudo e inculcó en sus pequeños los valores de igualdad y tolerancia. En su casa jamás hubo pensamientos racistas y supremacistas. “Por la forma en que fue criado, no entiendo cómo pudo albergar ese odio”, declaró Ronald tras la detención de Bill años más tarde, “no es el chico que yo conocía”.
Bill King, el supremacista que mató a James Byrd
Dos años más tarde, Bill abandonó los estudios, se juntó con malas compañías y empezó su carrera criminal. Fue arrestado varias veces por robo y la justicia lo envió a un campo de entrenamiento penitenciario, donde los menores son sometidos a la disciplina militar. Pero, una vez en la calle de nuevo, no logró encauzar su vida.
Lo sentenciaron a ocho años de prisión y fue recluido en la Unidad Beto I, en el condado de Tennessee (Texas). Allí, lejos de rehabilitarse, cayó en las redes de grupos supremacistas blancos unidos por ideas racistas y xenófobas y cuyo objetivo no era otro que descargar su rabia y desazón contra grupos minoritarios.
Tatuaje de Bill King con programas racistas y nazis como “orgullo ario”
Bill transformó su cuerpo en la biblia del racismo tatuándose el cuerpo con mensajes y emblemas supremacistas. Tenía un hombre negro colgado de un árbol, símbolos nazis, las palabras “Orgullo Ario” (en inglés, Aryan Pride), y el parche de los Caballeros Confederados de América.
En ese ambiente carcelario y racista conoció a Lawrence Brewer, uno de sus compinches en el asesinato que nos ocupa. Este individuo siete años mayor que él, cumplía condena por posesión de drogas y robo.
Tatuaje con símbolos racistas de Bill King, el asesino de James Byrd
Durante el tiempo que permanecieron entre rejas, los amigos se relacionaron con un pequeño círculo de reclusos que usaban el nombre de la facción del Ku Klux Klan con sede en Carolina del Norte, los denominados Caballeros Confederados de América. De hecho, Bill y Lawrence participaron en un conflicto racial entre presos blancos e hispanos en 1995.
Asimismo, Bill envió cartas a la Hermandad Aria, un grupo supremacista blanco fundado en la prisión de San Quintín en los años sesenta, donde declaraba sus opiniones racistas y proclamaba su lealtad a la banda. Juró llevar a cabo el rito “lazo de sangre”, una ceremonia de iniciación pandillero que consistía en secuestrar y matar a un hombre negro tras quedar en libertad.
Lawrence Brewer y Shawn Allen Berry, los compinches de Bill King en el asesinato de James Byrd
Una vez libres, Bill y Lawrence trataron de buscar trabajo, pero les era imposible. Así que se dedicaron a culpar a los negros e hispanos de sus problemas económicos. En ese tiempo, y ya avanzamos hasta finales de los años noventa, conocieron a Shawn Allen Berry, de 23 años y residente en Jasper, con quien perpetraron el mayor asesinato racista en la historia de los Estados Unidos.
A la caza del negro
La madrugada del 7 de junio de 1998, Shawn conducía su camioneta en compañía de Bill y Lawrence sin rumbo fijo. Ninguno admitió que buscaban a una víctima, pero lo cierto es que el trío estaba de cacería y que James Byrd, alias Toe, encajaba con el perfil que buscaban. Un hombre de raza negra. James sufrió una brutal paliza, pero eso no fue lo peor.
Tras encadenarlo a la camioneta, los asesinos circularon unos cinco kilómetros a gran velocidad hasta matarlo. Durante el infernal recorrido, James trató de proteger su cabeza con las manos, pero su cuerpo fue desmembrándose hasta que una alcantarilla le partió en dos.
James Byrd fue torturado y asesinado brutalmente por Bill King y sus secuaces
Una vez culminado el crimen, los amigos tiraron lo que quedaba del cadáver frente a una iglesia afroestadounidense, en Huff Creek Road, y se fueron a comer una barbacoa para celebrarlo. A la mañana siguiente, un conductor halló los restos decapitados de James y llamó a la policía.
Varios agentes inspeccionaron el lugar y elaboraron un croquis con el supuesto recorrido: contabilizaron 81 puntos. Así localizaron una llave inglesa con la palabra “Berry” escrita -el apellido de Shawn-, un encendedor con la inscripción “Possum”, que era el apodo de la prisión donde estuvo King, además de las letras KKK.
La camioneta utilizada en el asesinato de James Byrd
Las autoridades estatales procedieron a la detención de los tres amigos y calificaron el asesinato de James Byrd como un delito de odio por ser Bill y Lawrence conocidos supremacistas blancos. No les faltaba razón.
Durante la ejecución de James, Bill llegó a soltar un “vamos a empezar pronto los Diarios de Turner”, en referencia a esta especie de biblia para los supremacistas blancos.
Por otro lado, y mientras los acusados se encontraban en prisión, los funcionarios interceptaron una carta entre Bill y Lawrence, en la que el primero expresaba su orgullo por el crimen y asumió que debía morir por ello.
“Independientemente del resultado de esto, hemos hecho historia. Muerte antes que deshonor, ¡Sieg Heil! (¡Saludo a la Victoria!, una famosa proclama nazi)”.
Pena de muerte
Un tribunal del jurado, compuesto mayoritariamente por personas de raza blanca, condenó en 1999 a la pena de muerte a Lawrence Brewer y a Bill King. En cuanto a Shawn Berry, la sala lo sentenció a 40 años de prisión a cadena perpetua y será elegible para la libertad condicional en 2038. Fue el único de los tres que se libró de la pena capital al no tener vínculos confirmados con grupos supremacistas blancos.
Bill King, una vez detenido
El 21 de septiembre de 2011, Lawrence fue ejecutado por inyección letal, mientras que a Bill le llegó su hora el 24 de abril de 2019 en la penitenciaría de Huntsville. Al otro lado del cristal y viendo la ejecución se encontraba la familia de James Byrd.
Sin embargo, nadie clamaba venganza. “No queríamos que fuera ejecutado, preferíamos que pasara el resto de su vida en prisión. No se puede luchar contra el crimen con más crimen”, aseguró el hijo de la víctima minutos después de fallecer el asesino.