Qué bien entierra la Iglesia católica. Una caja de madera sencilla. Un ejemplar de los Evangelios abierto por su mitad sobre el ataúd. Los dedos de la brisa pasan las páginas que lee el cielo. Lo vimos en el funeral de Juan Pablo II y ayer en el de Francisco (La 1 de TVE). Cardenales en raso rojo y tiaras doradas, la suntuosidad de las iglesias orientales, música de órganos y antífonas y el Magníficat. Los romanos saben de fastos desde hace dos milenios, y más en la mandorla vaticana. No hay que perderse nunca un boato así aunque sea solo por el alarde estético: desoigamos a los cenizos que deploran que la televisión pública gaste minutos en una confesión religiosa. El funeral de un Papa es mucho más que un ritual confesional: es asimismo pompa mundana, acontecimiento diplomático y político de primera magnitud. El mundo entero está presente en este funeral, algo coherente con la universalidad a la que aspira el catolicismo y con el ecumenismo predicado por Francisco. Las campanas de San Pedro suenan a difuntos para el cortejo fúnebre, entre planos moteados de algodonosas nubes en el cielo lapislázuli de Roma y de la columnata de Bernini y del gentío devoto que festoneó el recorrido del féretro en papamóvil. Unas exequias de las que pudiera emerger un acuerdo para Ucrania: Zelenski y Trump dialogaron a la sombra del Papa muerto, que desde el otro lado bendice. Todos lo vemos. También el paso del féretro ante el Coliseo, que despide al sucesor de los emperadores de Roma que es el pontifex maximus (una dignidad imperial). La televisión nos acerca a Dios, el ojo que todo lo ve.
TVE emite un evento de gran calado diplomático y vemos al Coliseo despedir el paso de su ‘pontifex maximus’
MARTA FLICH. Marta Flich, copresentadora con Risto Mejide del programa Todo es mentira (Cuatro, 15.30 h, lunes a viernes) exhibe carácter: ha debido bregar con la levantisca Esperanza Aguirre, que un día le riñó con esta queja: “Soy monárquica y de Trump y aquí os metéis poco con el Gobierno Sánchez”... A lo que Flich replicó con mano abierta: “Habla con la empresa y diseña tú la escaleta del programa”. ¿Fue Flich extemporánea? ¡No! Esperanza Aguirre hizo eso siendo presidenta de la Comunidad de Madrid: manejar a su capricho Telemadrid. Esta semana Marta Flich nos ha anunciado su decisión personalísima de no continuar en Todo es mentira ... y yo como telespectador lo he lamentado. – @amelanovela