En verano del 2023, Rosa Alarcón, exconcejal del Ayuntamiento de Barcelona por el PSC, hizo pública su enfermedad. Sufre síndrome de Meige, una distonía focal que provoca movimientos involuntarios y espasmos musculares en la cara y ojos. ¿Las consecuencias? Entre otras, se le cierran los ojos sin previo aviso. A raíz del anuncio de su patología, muchas personas se acercaron a ella, lo que ha provocado que, casi dos años después, nazca la Associació Distonia Catalunya, presentada ayer y que ella preside.
“Ya somos 40 socios”, explica la exconcejala a bet365, que subraya la necesidad de dar a conocer la enfermedad. “Todo el mundo ha oído hablar del parkinson, menos del temblor esencial, pero muy pocos de la distonía”, la tercera causa (en número de casos en edad adulta) de trastorno del movimiento, la segunda en niños.
“La distonía puede ser la combinación de dos cosas”, esgrime el doctor Yaroslau Compta, neurólogo del hospital Clínic–Idibaps. “Una postura anómala de una parte del cuerpo y movimientos espasmódicos añadidos, o cada uno de estos fenómenos por separado. Y Puede afectar a cualquier zona del cuerpo”, agrega.
El término es muy polisémico, apunta el doctor. Puede referirse a un síntoma de una enfermedad, un síndrome o una patología muy concreta. En el primer caso, puede ser, por ejemplo, uno de los síntomas del parkinson. Como síndrome, la distonía es el gran síntoma que comparten un grupo de enfermedades, que pueden tener distintas causas. Y como patología, quedaría reducida a enfermedades como, por ejemplo, la distonía primaria generalizada infantil, que tiene una causa genética muy concreta.
La distonía generalizada es típicamente pediátrica
Dentro del segundo grupo, la del síndrome, es donde queda incluida la patología de Alarcón. Uno de sus síntomas es el blefaroesplasmo, que se caracteriza por la contracción intermitente o mantenida de los músculos orbitales de los ojos y que provoca en muchos casos un cierre involuntario y mantenido de los ojos. “Este es uno de los efectos del síndrome de Meige, que incluye otras afectaciones de los músculos de la cara, como de la mandíbula”, puntualiza Compta.
Cuando la patología no es focal (localizada) y afecta a muchas partes del cuerpo, hablamos de distonía generalizada, que es típicamente pediátrica. “Son niños que sufren mucho porque pueden tener afectados bastantes músculos. Se acostumbra a relacionar con causas genéticas. De manera habitual, la enfermedad se manifiesta al principio con la afectación de una extremidad inferior”, arguye Compta.
La toxina botulímica, “el gran tratamiento para la distonía”
Hay una variedad amplia de tratamientos. Cuando la situación es grave, como en el caso de la primaria generalizada infantil, puede tratarse con la estimulación cerebral profunda –una cirugía compleja- y los resultados son casi milagrosos. “Son niños que pasan de no caminar a poder volver al colegio y a jugar a fútbol. Es un cambio muy espectacular”, explica el neurólogo del Clínic. En adultos, esta intervención quirúrgica está indicada para la distonía cervical refrectaria.
Más allá de la cirugía –restringida a casos muy determinados-, existen los tratamientos farmacológicos y no farmacológicos. De los primeros hay por vía oral –desde las benzodiazepinas, pasando por los neurolépticos y los anticolinérgicos- y los que se administran a través de inyección, con la toxina botulímica, “el gran tratamiento para la distonía”, subraya Compta. La toxina tiene una eficacia variable, entre tres y cinco meses. Luego están las terapias no farmacológicas “y que son muy importantes”: fisioterapia, logopedia…
Se calcula que en España hay unos 20.000 afectados, pero creemos que son más”
Al ser una patología poco frecuente, cuesta bastante de diagnosticar. A los enfermos les toca pasar por un periplo de profesionales sanitarios hasta saber qué les ocurre. Alarcón lamenta que la media para obtener el diagnóstico es de cuatro años y que la patología está infradiagnosticada. “Se calcula que en España hay unos 20.000 afectados, pero creemos que son más”, relata. El doctor Comptaconcluye que la cifra seguramente es “una infraestimación atendiendo la falta de reconocimiento y diagnóstico de muchos casos”.