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Los acelerados 20 años del BSC

Aniversario

El centro detrás de los supercomputadores MareNostrum multiplica sus actividades de investigación de referencia

20 ANIVERSARIO DEL CENTRO SUPERCOMPUTING CENTER CON SERGI GIRONA Y MATEO VALERO

Sergi Girona y Mateo Valero en la capilla que albergó cuatro generaciones del MareNostrum

Mané Espinosa

La capilla de la Torre Girona de la Universitat Politècnica de Catalunya (UPC) ya no alberga “el supercomputador más bello del mundo”, un título que ganó más de una vez la primera versión del MareNostrum. Aquella máquina, instalada en el 2004, fascinó tanto a expertos como a profanos. A unos, por su concepción y prestaciones. A otros, por el excepcional marco en el que se situó. Un año después, se creó el Barcelona Supercomputing Center-Centro Nacional de Supercomputación (BSC-CNS) que hoy cumple 20 años. La última generación del supercomputador, el MareNostrum 5, se aloja en el moderno edificio sede del centro, unido por una pasarela al oratorio desacralizado.

Emulando Fa vint anys que tinc vint anys , la canción que Joan Manuel Serrat escribió 20 años después de su Ara que tinc vint anys , el director del BSC, Mateo Valero, recuerda que el germen de esta institución fue una entidad creada hace 40 años, el Centro Europeo de Paralelismo Barcelona (CEPBA). que en el 2000 se unió a IBM en el Centro de Investigación CEPBA-IBM (CIRI).

El primer MareNostrum fue construido por la multinacional de la informática por primera vez con procesadores commodity : los mismos PowerPC que utilizaban los ordenadores de Apple.

Con el MareNostrum como el supercomputador más potente de Europa ya instalado en la capilla, el primero de abril del 2005 se formó un consorcio para la creación del BSC-CNS, con la participación del Gobierno español (60%), la Generalitat de Catalunya (30%) y la UPC (10%).

Un centro que nació con 67 empleados tiene hoy más de 1.250, de los que un millar son investigadores

El BSC comenzó a operar con 67 empleados. Hoy tiene más de 1.250, de los que más de un millar son investigadores. Esto fue siempre una idea diferencial del BSC respecto a otros centros de supercomputación mundiales.

En la sede del MareNostrum se hace ciencia cada día. El centro, que colabora con numerosas iniciativas públicas y privadas, tiene cuatro áreas de investigación: ciencias de la vida, ciencias de la Tierra, ingeniería y aplicaciones computacionales, aunque ya trabaja también en el desarrollo de un departamento de humanidades y ciencias sociales, disciplinas que hasta no hace mucho tiempo tenían difícil encaje en un supercomputador, aunque la era de los conjuntos masivos de datos ha cambiado esa perspectiva.

Sergi Girona y Mateo Valero frente al ordenador cuántico ya instalado en la capilla de la Torre Girona

Sergi Girona y Mateo Valero frente al ordenador cuántico ya instalado en la capilla de la Torre Girona

MANÉ ESPINOSA

“Cuando creamos el CEPBA –relata Mateo Valero–, nadie pensaba que un día tendríamos el BSC. Una vez que llegó el BSC, nadie pensaba, y yo menos que nadie, que habríamos llegado a este nivel internacional”. Entre las principales razones de ese éxito, el director del centro menciona el apoyo y la colaboración institucional, que no se ha resentido ni siquiera en los momentos más tensos “Sin ese apoyo total que nos han dado en cada momento sería muy difícil hacer algo”, sostiene. “La segunda razón –añade– es que somos un punto de encuentro entre la ciencia y la sociedad. Aquí la gente hace cosas que interesan a empresas y a administraciones, y los investigadores obtienen dinero que se emplea en contratar más gente”.

El tercer factor se llama Europa. La mayoría de los fondos que recibe hoy el BSC-CNS proceden de la Comisión Europea, muy implicada en lograr una soberanía tecnológica puntera respecto a la competencia de Estados Unidos y de China en campos como el diseño de chips, la inteligencia artificial y la computación cuántica.

Sergi Girona, director de operaciones del BSC y responsable de los sistemas de tecnología (CIO), es el artífice que ha pilotado, entre otras cosas, el diseño de las cinco generaciones del MareNostrum. “En el CEPBA éramos un centro de investigación dentro de la universidad, y lo que se creó con el BSC es un centro nacional para ser uno de los centros europeos y uno de los centros mundiales de supercomputación. Ese fue el salto que se dio en el 2005”, explica.

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El BSC está detrás de muchas investigaciones –más de 440 proyectos científicos y 484 artículos publicados en revistas internacionales durante el 2024–. Entre su importante legado hay desde herramientas de supercomputación al mejor software para simular aviones en vuelo. En el 2006, desarrolló un importante software de detección de yacimientos petrolíferos. Sus logros son incontables en disciplinas como la medicina y predicción de clima. En sus dependencias han nacido hasta ahora 13 empresas (spin-offs).

Dice Mateo Valero que “ya no hay centros de supercomputación; hay centros de inteligencia artificial”

Y el futuro aparece acelerado. por la IA. “Ya no hay centros de supercomputación–observa Valero–, hay centros de inteligencia artificial en los cuales, aquellos que tienen máquinas muy potentes, pueden hacer cosas que otros no”. El BSC está en primera línea de la parrilla de salida.

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