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Oda a la resiliencia: nace sin brazos y toca el piano con los pies

Ejemplo de superación

Jesús Sánchez vino al mundo sin sus extremidades superiores y, pese a ello, alcanza lo que se propone

Jesús Sánchez nació sin manos, pero eso no le ha impedido alcanzar algunos de sus sueños

“La vida no es esperar a que pase la tormenta, es aprender a bailar bajo la lluvia”. Desconozco en quién se inspiró Vivian Greene, oradora motivacional a quien se atribuye esta frase que ha hecho fortuna, para acuñar dicha máxima, pero Jesús Sánchez, colombiano de 32 años y residente en Madrid desde hace cuatro, podría haber sido un perfecto candidato. A causa del fármaco de la talidomida, que su madre tomó cuando estaba embarazada de él, Jesús nació sin brazos, pero eso no le ha impedido prosperar en la vida. Todo lo contrario. Hasta el punto que toca el piano con los pies, todo un ejemplo de perseverancia y tenacidad.

Jesús, tocando el piano con los pies

LV / Dani Duch

Explica que, desde pequeño, sus padres intentaron estimularlo para que no se quedara atrás. Hizo clases de natación, poesía, artes marciales, fútbol… incluso de pintura. “Ese fue mi primer encuentro con el arte”, relata a bet365. Lo que empezó como un hobby “para pasar las tardes”, con el tiempo acabó atrapándolo, fascinado por las formas, colores y texturas. Tanto, que terminó estudiando en Colombia la licenciatura en educación artística, el equivalente aquí –explica- a Bellas Artes.

Jesús Sánchez nació sin manos, pero eso no le ha impedido alcanzar algunos de sus sueños

LV

Dentro de la licenciatura, se pedía a los alumnos que tuvieran conocimientos elementales de música y tocaran un instrumento. Y fue en ese contexto donde se produciría su primer contacto con un piano. Tenía 21 años. Dice que se presentó en clase y lo primero que hizo fue buscar un taburete lo suficientemente alto que le permitiera llegar con los pies al teclado. “No había un protocolo para personas como yo”. Se quitó los calcetines y se dispuso a presionar las teclas. Mientras lo intentaba, escuchó unas risas a su espalda. Era el maestro. Él le preguntó por qué se reía. “No sabía cómo lo ibas a hacer”, le respondió, a lo que Jesús le dijo que él tampoco, lo que provocó la risa de ambos.

Afirma que esa actitud, “la de buscar una alternativa”, es algo que le caracteriza y que practica desde niño de manera natural. Ciertamente, los dedos de sus pies ya tenían la capacidad de trabajar de manera autónoma el uno del otro cuando se puso frente al instrumento. De crío ya dibujaba con sus extremidades inferiores.

Buscar siempre una alternativa es algo que me caracteriza y hago desde niño”

Recuerda el tiempo que le suponía (y le supone) aprender una partitura. “Mis compañeros avanzaban semanalmente. En cambio, mi progreso era muy distinto. Tocar una pieza me podía llevar seis meses”. No obstante, no desistía. Su actual profesor de piano, Martín Caló, le dice que no hace falta que tenga un repertorio amplio, sino que lo que toque, lo haga de forma excelente.

A Caló lo conoció ya estando en Madrid, donde aterrizó hace cuatro años para estudiar un máster. Fue en el marco del concurso Maria Canals, evento que saca a la calle pianos y los reparte anualmente por distintos puntos de la capital española, Barcelona, Bilbao y dos ciudades más itinerantes. Jesús se topó con uno de ellos y le preguntó a Caló, que colabora con el concurso, si podía tocarlo con los pies. Este le dijo que sí y quedó maravillado. Tanto, que se ofreció a darle clases sin cobrarle.“Para mi eres una inspiración”, le dijo.

La música te conecta con la empatía y despierta la aceptación por el otro”

Desde entonces, son los dos los que colaboran con el concurso, visitando escuelas e institutos para tocar su concierto para pies y manos. “La idea es inspirar a los alumnos a que desarrollen perseverancia y tenacidad”, explica Jesús, quien tocó a finales de marzo en Barcelona en plena calle, en el marco de dicho concurso, y cuya actuación fue captada por los micrófonos del Via Lliure, de RAC1.

Más que profesor y alumno, son ya dos buenos amigos. Jesús lo achaca a la música, “que te conecta con la empatía, despierta la sensibilidad y la aceptación por el otro”. Asegura que es lo que le encanta de ella, “que no tiene fronteras ni límites”.

Además del piano, pinta, conduce, cocina, surfea...

No solo toca el piano, también pinta (y conduce, cocina, surfea…). Con esta ocupación, la de pintar, es como se gana la vida principalmente. Lo hace a través de la asociación de pintores con la boca y el pie -con sede en Liechtenstein y de la que es miembro desde el 2009-, presente en decenas de países y que lleva más de 65 años en España. Son unos 800 artistas, en total, que producen arte.

Dice que es gratificante poder vivir de lo que hace. “Muchas veces es difícil, pero lo estoy logrando, es muy significativo para mi. La gente valora mi esfuerzo y eso me motiva a seguir perseverando”.

Jesús, con su hijo varón, cuando este era un bebé

LV

También colabora con la Fundación Sifu, formando parte de la orquestra sinfónica –promovida por esta entidad- compuesta por 60 músicos con algún tipo de discapacidad. “Hemos tocado en varias ciudades”. Este año, en septiembre, actuarán en el Teatro Real de Madrid.

Desde Colombia, sus dos hijos (sí, también es padre) siguen todas sus andanzas. Su objetivo es poder traerlos a España cuando su situación aquí “sea más estable y favorable, con una buena calidad de vida”. Habla a diario con ellos por videoconferencia (el mayor, un niño, tiene 9 años; la menor, una niña, 8). “Les ayudo, desde la distancia, a hacer sus deberes”. Explica que al haber solicitado asilo en España, eso le dificulta, hasta que no se resuelva su petición, volver a su país para poder visitarlos.

Jesús, con sus dos hijos y algunas de sus obras al fondo

LV

Asegura que los dos le sirven de motor e inspiración. Explica que la primera vez que su hijo intentó pintar, se quitó los zapatos y cogió el pincel con los pies. Él le dijo que lo hiciera con las manos, a lo que el pequeño le respondió: “Si tú puedes hacerlo con los pies, yo también”. Relata que aquello fue para él una muestra más de que el ser humano no tiene límites.

“Nacemos sin limitaciones, con muchas habilidades, pero a veces, a medida que vamos creciendo, nos limitamos a nosotros mismos”. ¿Qué es ser normal?, se pregunta. “La diversidad está en todos. Nadie es igual a otro. Todos somos seres irrepetibles”, concluye.