En 2032 dejaremos de envejecer gracias a la inteligencia artificial, la biotecnología y la nanotecnología. Es lo que pronostica Ray Kurzweil, el gran profeta de la tecnología, uno de los futuristas más influyentes del mundo e investigador principal de Google, quien afirma que a partir de esta fecha, “tu salud retrocederá en el tiempo: por cada año que vivas, ganarás otro”. ¿Otro titular para la colección de promesas marquetinianas sobre la inminente eterna juventud? ¿Puede ser esto cierto?
En el programa bióloga investigadora del Hospital del Mar, investigadora sobre fragilidad y envejecimiento saludable del CIBER (Centro de Investigación Biomédica). La respuesta ha quedado abierta. “Si empezamos a fabricar órganos artificiales y empezamos a convertirnos en cíborgs, iremos quizá reemplazando partes de nuestro cuerpo. Yo, con la inteligencia artificial, ya no afirmo ni desmiento nada, porque todo es posible”.
¿Por qué hay personas que parecen mayores de lo que son?
Esta especialista, profesora también de Genética de la Universidad de Barcelona, ha repasado varios temas relacionados con el envejecimiento. Sobre la diferente manera de envejecer de cada persona, ha explicado, esto se debe a los diferentes tipos de edad. “Existe lo que llamamos la edad cronológica, que es el tiempo que has vivido, si has cumplido 50 años, has vivido 50 años. Está la edad biológica, que es cómo han envejecido tus células, tus tejidos. Pero es que hay otra edad que quiero añadir, que es la edad mental”, explica Garcia-Giralt. “Puedes parecer joven porque vistes de manera juvenil, tu comportamiento es jovial, sales...”, añade.
En este sentido, una duda habitual es hasta qué punto la apariencia retrata lo que pasa por dentro de nuestro organismo. ¿Tener aspecto joven es sinónimo de tener buena salud y un cuerpo en buen estado? “Cada órgano y cada tejido tiene su propio ritmo de envejecimiento, y cada persona tiene un órgano diferente que le puede envejecer más o menos. Hay gente que tiene un envejecimiento más pronunciado en el corazón, otros en el hígado, otros en la piel… Quien tiene el envejecimiento en la piel, es más fácil de detectar. En cambio, puede que alguien tenga la piel muy bien, pero los riñones envejecidos”.
Cada órgano y cada tejido tiene su propio ritmo de envejecimiento
Genética o hábitos
Esta es una de las grandes preguntas cuando se habla de envejecimiento. ¿Pesan más los hábitos o la genética? Especialistas como Manel Esteller o Ángel Durántez lo han explicado con detalle a Longevity. Y en el mismo sentido se expresa Garcia-Giralt. “Lo que se llama la heredabilidad del envejecimiento es de un 25 o un 30%; eso es lo que recibes, una lotería. Recibes los genes de tus padres, te tocan cartas buenas o malas, pero tú puedes jugarlas. Eso es la epigenética, son modificaciones de la genética. Tú tienes una secuencia de ADN, inalterable, pero tú puedes modificar la expresión de los genes, con tu estilo de vida”.
¿Cómo? ¿De qué manera? Nada nuevo bajo el sol: dieta sana, ejercicio físico, cero tóxicos como tabaco o alcohol… Hay quienes se desmotivan ante esta expectativa, pero la doctora cree que debemos encontrar un equilibrio, y ahí sí hay una clave interesante. “Tenemos que encontrar un equilibrio entre ser felices y los buenos hábitos, porque felicidad también previene el envejecimiento. Si te obsesionas por mantener un estilo de vida perfecto, la vida se te hace larga. Debes encontrar un equilibrio entre llevar un buen estilo de vida pero también ser un poco feliz”. Ahora bien, Garcia-Giralt menciona un aspecto: “Ya está muy demostrado que la restricción calórica y el ayuno intermitente favorecen un envejecimiento saludable”.
Tenemos que encontrar un equilibrio entre ser felices y los buenos hábitos, porque felicidad también previene el envejecimiento
¿Cuándo empezamos a envejecer?
Se dice que a partir de los 30 años empezamos a envejecer, y según esta investigadora, así es. “Hacia los 25-30 llegas al máximo pico de desarrollo; los huesos alcanzan lo que llamamos el pico de masa ósea. A partir ahí, va en descenso y la bajada no siempre es continua, hay momentos de aceleración y desaceleración, pero es muy sutil, es muy progresivo. A los 30 no eres consciente de que envejeces, pero a partir de los 45-50 años sí que hay un punto de bajada, sobre todo en las mujeres por la menopausia”, relata.
Esto, explica, se debe a los cambios en el metabolismo, que “se ralentiza, ya no procesas los alimentos de la misma manera, el metabolismo energético no es tan eficiente, tu musculatura no es capaz de captar la glucosa de la misma forma. Por eso, cosas que antes comías y no te hacían engordar, ahora sí. El metabolismo cambia”.

El envejecimiento es inevitable, pero podemos actuar para que sea salubable y evitar la fragilidad, según Garcia-Giralt.
El siguiente escalón en el envejecimiento es cuando, “a los 60 años, entra en juego el sistema inmunitario, que se agota, está gastado. A esa edad en la que empiezas a coger infecciones y enfermedades más fácilmente… Además, has acumulado células senescentes, que se llaman de manera coloquial células zombi, son células vivas, pero que no hacen su función”, explica Garcia-Giralt. Adicionalmente, estas células tienen el fenotipo senescente, “que hace que secreten citoquinas pro inflamatorias, lo que incrementa la inflamación, que es perjudicial cuando se cronifica”.
Factores que inflaman pueden ser el estrés del día a día, los tóxicos, el alcohol, el tabaco… “La inflamación recluta proteasas, que son enzimas que degradan proteínas como el colágeno, esas proteínas que nos sostienen, que nos dan estructura. Además, las células inmunitarias no responden igual y entonces no funcionamos bien. A medida que envejecemos, la inflamación aumenta y todo lo que la provoca, lo empeora aún más”, sentencia la bióloga.
A los 60 años, entra en juego el sistema inmunitario, que se agota, está gastado. Además, has acumulado células senescentes, que se llaman células zombi
El declive en la ancianidad: la fragilidad
En las personas más mayores, ancianos, en muchos casos se produce un bajón del estado físico, en un momento determinado. La especialista lo relaciona con la fragilidad. “El envejecimiento no lo puedes parar, por lo que debes promover un envejecimiento saludable, mantenerte robusto y no entrar en fragilidad. Esta es una condición clínica, el síndrome geriátrico, en el que eres vulnerable a factores estresantes. Es decir, acumulas una serie de déficits a partir de los cuales tu cuerpo no responde a factores adversos”.
Un ejemplo: una gripe acaba fácilmente en neumonía, y concluye con complicaciones y hospitalización. “La fragilidad conlleva riesgo de caídas, riesgo de hospitalización. La polifarmacia —si tomas más de 10 fármacos al día—, es síntoma de fragilidad”.
En cuanto a la receta para evitar la fragilidad, el ejercicio es clave, pero hay otros factores. “Cada persona tiene el ejercicio físico que le va bien. Ejercicio de fuerza, dieta sana, relaciones sociales, evitar el azúcar, evitar tóxicos… Y evitar el azúcar refinado, que es veneno para nuestras células cuando envejecemos, provocando la aparición de productos de glicación avanzada y la resistencia a la insulina. El azúcar al ser dulce nos gusta y además puede crear dependencia, pero debemos evitar comerlo en exceso”.