Lecciones de ‘Adolescencia’, la serie que ha sacudido a los adultos: “Hemos dejado solos a los jóvenes en un espacio tóxico”
Del bullying a la manosfera
ʲóDzs y expertos en redes avisan que la realidad que expone la serie no está alejada de la que vive la juventud y reivindican la necesidad de regular el espacio digital
Una familia viendo el primer capítulo de la serie británica Adolescencia, que se emite en Netflix y que está arrasando en audiencia
“¿Has visto la serie Adolescencia?” Los grupos de familias y las conversaciones entre adultos no hablan de otra cosa estos días. Adolescencia narra la historia de Jamie Miller, un chico británico de 13 años acusado de matar a una compañera de instituto, y refleja de manera impactante la peligrosa relación de los jóvenes con la tecnología. ʲóDzs y expertos en redes señalan que la serie ha causado conmoción -es una de las más vistas en muchos países y que Reino Unido se plantea emitirla en los institutos-porque muestra una realidad ante la que estamos cerrando los ojos como sociedad y que evidencia la soledad de los menores en el entorno digital además de la necesidad de diálogo y regulación.
¿Amplifican las redes el bullying y propagan y fomentan la manosfera? ¿Están haciendo algo los padres y los educadores? ¿Es la habitación de un adolescente un lugar seguro?
Owen Cooper como Jamie Miller hace un trabajo extraordinario.
“La serie pone de relieve que no estamos mirando lo suficiente ni en el lugar adecuado”, apunta la investigadora de la Universidad Complutense . Coautora de varios estudios sobre jóvenes y mundo digital entre los que se encuentra Jóvenes en la manosfera (FAD), García-Mingo cree que hay mirar en Instagram, en WhatsApp, en telegram, tiktok o en discord, que son las plataformas que usan los adolescentes. “Si ves que tu hijo no está bien y a priori todo está bien, hay que indagar en la parte digital”, avisa la investigadora, que advierte que gran parte de la sociabilidad de los jóvenes sucede ahí y que la serie muestra la “vida híbrida”: que lo offline y lo online no está separado, es un continuo en el que “lo uno moldea a lo otro”.
Adolescencia “plantea una consecuencia extrema, pero el substrato es muy habitual”, explica el psicólogo Roger Ballescà, coordinador del Área de Salud Mental Infantil y Juvenil de la Fundació Hospitalàries Martorell y miembro de la junta de gobierno del Col·legi Oficial de Psicología de Catalunya. Este experto, con casi 25 años de experiencia, ha “visto y disfrutado” una serie que define como“impactante” porque invita a pensar. Para Ballescà uno de los puntos fuertes es que hace un “cuestionamiento de dónde están los adultos” y deja en evidencia la falta de autoridad existente en casa y en la escuela. ”Los hemos dejado solos”, lamenta. La historia describe a una familia medianamente estructurada que podría ser “la de cualquiera de nosotros”.
Hasta que no cambie la regulación vamos a tener que proteger a nuestros chavales
También Lluna Porta, portavoz del movimiento Adolescencia Lliure de Mòbils (ALM), ha visto la serie no solo una sino dos veces. “Demuestra que nadie es culpable por si solo, pero que todos somos responsables” del escenario en el que nos encontramos con los jóvenes, asegura Porta, que es también profesora de inglés. La experta tiene dos hijos de 15 y 19 años y el mayor le ha confirmado que se trata de una serie “muy realista”. El mismo input le han transmitido sus propios alumnos. Porta da charlas sobre pornografía y advierte: “Pensamos que los chicos están seguros online y en las redes y no sabemos el daño que les puede ocasionar”.
Para la experta, las consecuencias de las redes sociales en chicos que están formando su identidad pueden generar daños importantes. “Los adolescentes se nutren del exterior” y eso también les influye, avisa. “Puedes educarlos con unos valores ideales y que luego se den cuenta de que cuando socializan lo que le han dicho sus padres no funciona”. “Hay una distancia demasiado grande entre lo que les enseñamos en casa y lo que ven que les funciona para ser populares o tener éxito”. “Y solo les falta la manosfera” (webs y foros contrarias al feminismo y que fomentan la misoginia), denuncia la educadora.
Erin Doherty es una terapeuta en el tercer capítulo.
García-Mingo ve “positivo” que la serie abra debates, pero recomienda no caer en el "tecnopánico”. No obstante, es partidaria de “cambiar el marco” porque aún vivimos en una especie de “amnesia colectiva” de las consecuencias a la exposición que hay a ciertos contenidos. Por eso aboga por una adecuada regulación porque recuerda que no hay que olvidar que las plataformas son empresas privadas y les “vendemos los datos de nuestros hijos”. La investigadora reivindica que hace falta más “atención y responsabilidad” y avisa que hay que vigilar con la deshumanización especialmente de los chicos varones, que están expuestos y comparten contenidos “muy violentos”. También recuerda que las chicas son víctimas de violencia digital y después también pueden acabar siendo ellas perpetuadoras de la misma hacia sus amigas. “Hasta que no cambie la regulación vamos a tener que proteger a nuestros chavales”, avisa.
El cocreador de la serie ha firmado el manifiesto de la entidad homóloga a la que representa Lluna Porta, que en Reino Unido recibe el nombre de Free Childhood y que se inspiró en el movimiento de ALM del Poblenou. Desde la entidad catalana, embrión de una revolución parental para frenar y regular el acceso a los móviles de los menores, creen imprescindible que los padres tengan más formación, también los educadores y que desde las instituciones “se nos ayude” a poner conciencia en que por mucho que acompañes a tus hijos, están “muy expuestos” a un contenido muy “tóxico”. Se trata, asegura, de permitirles que puedan desarrollar su personalidad “sin estos inputs tan bestias”. Avisa además que no hay que centrar el debate en el móvil porque también existen las tablets y porque los pocos que no tienen acceso a todo esto tienen amigos en la escuela. “Y todo el mundo quiere encajar”, avisa.
Niños encerrados en la habitación
Información tóxica y gestión digital
El psicólogo Roger Ballescà explica que los jóvenes se relacionan en un espacio virtual en el que hay muy poca presencia de adultos y considera que “nos hemos confundido” al creer que un ordenador o un teléfono es un televisor cuando en realidad no tienen nada que ver porque la tele es una ventana y un ordenador es una puerta que te puede llevar a problemas “muy gordos”. Cree que la serie plantea la realidad de que es necesaria una regulación digital y se pregunta que si no dejamos que un niño entre en un sex shop “¿por qué lo puede hacer en Internet?
La serie plantea una consecuencia extrema, pero el substrato es muy habitual. Los hemos dejado solos
El adolescente ha tenido siempre un lenguaje y un mundo propio, el problema para el psicólogo es que ahora se da en un espacio “abierto e incontrolable”. Y ahí, avisa, es donde van calando discursos radicales, extremistas y tóxicos como los de la manosfera.
Los padres de Jamie, como los de muchos otros chicos y chicas, creen que cuando su hijo está en la habitación está bien. “Pero lo que les pasa por dentro no lo sabemos”, apunta Porta. García-Mingo considera interesante ver como los dos perfiles, el del chico y el de la chica, en la serie se presentan a la vez como “víctima y perpetrador”, aunque “no con las mismas consecuencias para ambos”. La experta, no obstante, no acaba de ver que el joven protagonista encaje en el perfil incel, porque son perfiles muy extremos que se reconocen como tal y Jamie muestra “cierto rechazo”. Aunque le reconoce rasgos. Lo ve como un perfil que no está “autorregulado” y que es víctima del bullying aunque “relativamente”.
Lenguaje propio
Los emoticonos y las jergas de los adolecentes
Uno de los puntos clave de la serie y que más ha llamado la atención son y que inicialmente pasan desapercibidos para la investigación policial a pesar de ser claves en el caso. Esta parte es para García-Mingo relevante y además subraya una cuestión importante: “que hay jergas que los adultos no entendemos”. La representación de la manosfera es “fidedigna” para la investigadora desde el punto de vista que explican que “hay contenidos muy misóginos, deshumanizados y que están disponibles y circulan”. La experta considera que “la vida de barrio es medicina para esta generación” porque evita la sobreexposición a pantallas.
Hay una distancia demasiado grande entre lo que les enseñamos en casa y lo que ven que les funciona para ser populares o tener éxito
¿Es extrapolable lo que cuenta la serie a España? Para los expertos consultados claramente sí salvo quizás la respuesta policial y judicial, apunta el psicólogo Roger Ballescà. La trama muestra de manera clara como los adultos están descuidando la tarea de “acompañar a los jóvenes en el mundo”. Para Ballescà el problema reside en que se está dejando de usar la función de poner límites porque se entienden como una forma de control cuando en realidad sirven para “orientar”. El psicólogo lamenta que aún hoy tendemos a percibir la infancia como algo “ausente de conflicto” y por eso impacta ver la violencia descarnada” en un entorno juvenil.
Escuchar más que reñir
La serie puede ser la excusa para hablar con los adolescentes sin “darles la chapa”
La serie puede ayudar a “empezar conversaciones en casa y en el aula” porque hay jóvenes que están “deseando” tener alguien con el que hablar de todo esto, asegura Lluna Porta. El problema es que los padres a veces ante estos temas reaccionan con sorpresa y con susto y esto provoca que los chicos piensen que “cuando tienen dudas deber ir a google o a tiktok”.
“[Adolescencia] Es menos cruenta que muchas cosas que ellos ven”, apunta Elisa García-Mingo, que considera que si los jóvenes de más de 13 años la visionan con un buen acompañamiento y sirve para abrir debates, puede ser una buena opción. Pero no hay que emplearla para “demonizarlos”. En este sentido, la investigadora considera que el consumo de contenidos audiovisuales intergeneracional es muy interesante.
Jóvenes a la salida del instituto en Sant Cugat
Desde ALM la han recomendado a familias que tengan hijos. A partir de 17 la pueden ver solos, pero después hay que comentarla. El psicólogo Francisco Villar, uno de los profesionales que más ha alentado la prohibición de los móviles en chicos y chicas hasta los 16 años no ha visto la serie porque ya tiene suficiente “drama” con lo que ve el hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, pero está convencido que quiere “empoderar” a las familias. Duda que a pesar de la crudeza de la serie, ni un solo niño de 14 años devuelva el móvil, por lo que la decisión debe ser de las familias y no de los menores.
Roger Ballescà reivindica la importancia de crear espacios con los adolescentes que no deben pasar por dar “la chapa”, sino por escucharlos. No juzgar, por ejemplo, cuando hagan un comentario que defienda el machismo, sino dejar que se “expliquen y expresen”.