“Me someto y sirvo a mi esposo. Es una bendición ser su ayudanteâ€, explica en un vÃdeo de TikTok Estee Williams, una joven de 25 años de Virginia, EE.UU. La influencer, que parece sacada de un episodio de Mad Men o de la pelÃcula Las mujeres perfectas (2004), ha obtenido más de un millón de vistas en algunos de sus vÃdeos. Explica qué significa ser una tradwifeÌý(la abreviatura de traditional wife, o esposa tradicional) y cómo funciona su matrimonio, en el que su esposo es el único sostén económico y ella se dedica a ser ama de casa.
El pasado o, para ser más precisos, la idealización de un pasado en el que el lugar de la mujer es el hogar, ha desembarcado en las redes sociales. El hashtag engloba más de 270 millones de visualizaciones en TikTok. En Instagram, son más de 60.000 las publicaciones que reúne.

Las redes sociales han contribuido a expandir el fenómeno de las 'tradwives', madres jóvenes de clase alta que se enorgullecen de ser amas de casa
Estética vintage
Estilo pin-up y filtros vintage para un discurso muy clasista dirigido a mujeres privilegiadas
Algunas de las influencers que se identifican con esta etiqueta -como Estee Williams-, emulan la ±ð²õ³Ùé³Ù¾±³¦²¹ de las amas de casa de los años 50 y 60. Van súper maquilladas, peinadas y usan vestidos pin-up. “Arréglate para tu esposoâ€, le dice Williams a sus seguidoras. Otras -más alineadas con la “modestia cristianaâ€- usan un look más sobrio y natural y recomiendan “outfits modestos†a sus seguidoras, que incluyen vestidos largos y delantales con volados.

Una imagen de la serie 'Mad men'
Aunque sus estilos puedan variar, el contenido es muy similar. Filtros vintage. Música emotiva. Mujeres que cocinan comida artesanal para sus familias. Madres súper jóvenes que juegan amorosamente con sus hijos y abrazan a sus maridos. Voces dulces y suaves explican en off cómo el feminismo y los “valores culturales modernos†buscan alejar a las mujeres de su verdadera vocación divina y suprema, esa que ellas elijen perseguir, que es ocuparse exclusivamente de sus hijos y de las tareas domésticas.
Pero, ¿quiénes son estas tradwives y qué hay detrás de este movimiento? “Las redes sociales y la globalización han contribuido a que esto se expanda. Pero en el fondo es un discurso muy clasista y blanco, de mujeres cisheterosexuales de clases más o menos privilegiadas, que viven en territorios privilegiados, principalmente EE.UU. y Gran Bretaña, y que básicamente se pueden permitir no trabajarâ€, explica Maddalena Fedele de la Facultat de Información y Medios Audiovisuales, experta en género, jóvenes y redes sociales.
Se transmite una idea irreal. Son mujeres que se pueden permitir no trabajar y unas casas, ropa y alimentos a los que no cualquiera puede acceder. Es un ideal de maternidad falso
Ella considera que esta “idealización del pasado†puede explicarse en parte como una respuesta conservadora a los avances en materia de igualdad y como una forma de encontrar cierta seguridad en un contexto de crisis, guerras, incertidumbre generalizada y frente a un mercado laboral que es hostil, especialmente para las mujeres jóvenes. “También es una reacción a un fallo en el sistema de conciliación. Una mujer que quiere ser madre, pareja y trabajadora, lo tiene muy difÃcil. Pero no todas pueden permitirse no trabajarâ€, asegura.
“Se transmite una idea irreal. No todo el mundo puede darse el lujo de que uno de los progenitores se quede en casa cuidando a los niños y cocinando, y deberÃamos pensar por qué se produce un movimiento asà hacia la mujer y no hacia el hombre. Además, estas mujeres no sólo se pueden permitir no trabajar fuera de casa, también tener unas casas, unas decoraciones, unos looks de ropa y alimentos a los que no cualquiera puede acceder. Esto distorsiona la realidad y crea un ideal de maternidad falsoâ€, dice la experta en género MarÃa Gijón.
“Las redes sociales lo amplifican, pero esto es algo de unas pocas mujeres de un cierto nivel socioeconómico y estatus, en el que el aporte económico de él hace que este planteamiento de vida sea posibleâ€, coincide el profesor titular del Departamento de SociologÃa de la UAB e investigador del Centro de Estudios Sociológicos sobre la Vida Cotidiana y el Trabajo-QUIT, Vicent Borrà s Català .
Algunas dicen: ¿para qué quiero ser una superwoman, si vivo mal? Pero esto no es algo que puedan hacer las mujeres de clase trabajadora. Si ellas no salen a trabajar, su casa no funciona
Para el sociólogo, “esta es una evidencia del fracaso de la conciliación, que es la gran demanda de las mujeres de clases medias incorporadas al mercado laboral. Ellas quieren ser superprofesionales y supermadres. Algunas dicen, ¿para qué quiero ser la superwoman, si vivo mal? Pero claro, ¿cómo va a volver a su casa y al modelo tradicional mÃtico si no tiene un marido que gane mucho dinero? Esto no es algo que puedan hacer las mujeres de clase trabajadora. Si ellas no salen a trabajar, su casa no funcionaâ€.
“Los hombres no han entrado en la casa en la misma medida en que las mujeres ha salido de ella. Muchas nos hemos visto con una doble carga, familiar y laboral. A esto se suma la carga de la mujer perfecta, del mito de la superwoman, fomentado por las redes sociales. Esto de ‘vuelvo a casa y me dedico a cuidar a los niños’ es una reacción a eso y debe preocuparnosâ€, apunta MarÃa Gijón.
“La sociedad quiere que trabaje 9-5 para alguien…Lo que no saben es que mi marido trabaja para mÃâ€, dice el texto de un vÃdeo de la influencer Estee Williams, acompañado de un emoji de una cara que guiña un ojo. “Pero tú también trabajas, haces estos TikToksâ€, le comenta una usuaria en otro de sus vÃdeos.
“Tenemos que tener en cuenta las dinámicas de monetización de las redes sociales. Estas amas de casa perfectas están haciendo negocio con sus vÃdeosâ€, indica Maddalena Fedele. Para la experta de la UB, “Habrá personas que creen en estos valores, se encierran en su casa y no lo están explicando en redes sociales. Pero aquà hay una lógica de construcción idealizada del yo a través de la autorepresentación en las redes, además de buscar esto de ‘hacerte emprendedora de ti misma’. Están montando su propio negocio, algo quizás sorprendentemente contrario a los valores de ‘esposas tradicionales’ que dicen encarnar, pero en lÃnea con cierta lógica del contraste, que existe en las redes socialesâ€.
Tenemos que entender las dinámicas de monetización de las redes sociales. Estas 'amas de casa perfectas' están haciendo negocio con sus vÃdeos...
Cuanta mayor polarización genere un publicación, probablemente más interacción tenga. “Cuantos más clics y más comentarios, más se mueve el contenido. El de estas influencers es un contenido simple, extremadamente estético y curado, y a la vez muy polémico, porque identifican al feminismo y a la igualdad como algo terrible de lo que hay que huir y hasta lo culpan de tantos cambios y problemas, en contraste con un pasado ideal donde la mujer se ocupaba de la casa y se estaba mucho mejorâ€, explica Fedele.
“No quiero un trabajo. No quiero ser una chica corporativa. No quiero ascender. No quiero ser una jefa. No quiero hacer nada de eso. No quiero ser el sostén de la familia. ¿Sabes lo que quiero hacer? Quiero estar en casa. Quiero cocinar. Quiero limpiar. Quiero hacer las compras. Quiero estar haciendo brownies. Quiero estar cocinando la cena. Hacer comidas caseras todas las noches, casi todas las nochesâ€, narra en off la influencer Jasmine Darke (), de Australia, en un vÃdeo con unas 6,3 millones de visualizaciones, que muestra distintas secuencias de ella junto a su hija pequeña.
“No subestimes el vacÃo que dejarÃa tu ausenciaâ€, pone Darke en otro post, en el que reivindica que las madres se queden en casa junto a sus hijos. “En el ajetreo de la vida moderna, las exigencias del trabajo y otras obligaciones a menudo nos alejan de nuestros pequeños. Los niños dependen de las cualidades tranquilizadoras y tiernas que las madres poseen por naturalezaâ€, dice.
¿Influencers por vocación o por ocupación?
Ser una 'tradwife' puede ser un gran negocio
Aunque anima a sus seguidoras a no trabajar para dedicarse a sus hijos y ella reivindica el hecho de elegir no hacerlo, Darke parece llevar -o, por lo menos, ser la cara visible- de un negocio redituable. No sólo crea y publica contenidos por lo menos una vez al dÃa. De su cuenta también se desprenden un blog, una tienda de Amazon y también tiene un ebook a la venta, donde explica cómo logró pasar “de 3.000 a 30.000 seguidores en menos de seis meses siendo ama de casaâ€.
Megan Wilson (@wilsonfamilyhomestead) es otro ejemplo de cómo ser una tradwife puede ser un gran negocio. Ella vive en una granja en Montana (EE.UU.), tiene 24 años, tres hijos (y otro en camino). Su cuenta de Instagram forma parte de una estructura mucho mayor. Ella tiene un podcast, una tienda de Amazon y una página web en donde ofrece un ebook de remedios caseros, un curso para limpiar la casa de forma natural, que vale unos 95 dólares y vende varios productos artesanales. Además, tiene una cuenta de YouTube y una en Patreon, todo bajo suscripción.
Los perfiles de las tradwives pueden no solamente estar alimentando negocios redituables, sino también empujando los intereses de ideologÃas extremistas, sean ellas conscientes o no de eso. “En El cuento de la criada, el movimiento que instaura la dictadura está conformado en parte por mujeres que reivindican su lugar en el hogar. Es increÃble cómo a veces la realidad supera la ficciónâ€, lamenta Maddalena Fedele. Para quien ha visto la serie, no es difÃcil imaginar a muchas de estas tradwives como esposas de Gilead. La gran diferencia está en que, en este caso, comparten sus ideas y documentan su dÃa a dÃa por Instagram y TikTok.
Las mujeres siempre han sido esenciales en la difusión de las ideas de derechas; las redes contribuyen a generalizar esos mensajes
Noelle Cook-Bouton investiga la participación de las mujeres blancas en los movimientos online extremos y actualmente escribe un libro sobre las mujeres que formaron parte del asalto al Capitolio de los Estados Unidos el 6 de enero de 2021, que tiene previsto publicar el año que viene.
“Las mujeres siempre han sido esenciales en la difusión de las ideas de derechas, pero las redes sociales han contribuido realmente a generalizar esos mensajes. Gran parte del movimiento online de las tradwives está en espacios como TikTok e Instagramâ€, dice Cook-Bouton y apunta que “el vÃnculo entre quienes se identifican como tradwives y el movimiento trad más amplio, que forma parte de la ideologÃa de derechas y de supremacÃa blanca, es la imposición de los roles tradicionales de género y de los ‘valores’ cristianos. La mayorÃa de estas cuentas están dirigidas por mujeres blancas, y en el corazón del movimiento está la ‘identidad blanca’ y la preservación de la herencia occidental, los derechos ‘otorgados por Dios’ y el orden ‘natural’ de las cosasâ€.
Según indica la experta, los mensajes de estas cuentas pueden más o menos explÃcitos: “Estas influencers suavizan ideas extremas mediante imágenes cuidadosamente seleccionadas que celebran la maternidad, la cocina y la dicha doméstica. Sus mensajes se centran en la feminidad, la moralidad y los ideales culturales de la mujer. Estas cuentas se basan en gran medida en la ±ð²õ³Ùé³Ù¾±³¦²¹, que ayuda a ocultar los mensajes más insidiososâ€.
(Él) no tiene que levantar ni un dedo. No necesita limpiar o cocinar. Hay veces en las que me ayuda porque quiere, pero no tiene que hacerlo

Una captura de pantalla de un vÃdeo de Estee Williams
Otras cuentas -asegura Cook-Bouton-, son más abiertas y utilizan sÃmbolos y hashtags para difundir su extremismo. Un ejemplo es el hashtag “revuelta contra el mundo moderno†(revolt against modern world, en inglés), que “es el tÃtulo de un libro publicado en 1932 por el abiertamente fascista, racista, tradicionalista y misógino italiano, Julius Evolaâ€, explica Cook-Bouton y señala: “Él creÃa que las mujeres estaban destinadas a vivir su vida en ‘pura naturaleza femenina’ como madres y esposas y que la verdadera grandeza de una mujer reside en su capacidad de aceptar al hombre como algo más que un ‘mero marido o amante, sino como su señor’â€.
Según ha podido observar Cook-Bouton, son muchas las razones por las que una mujer puede elegir ser una tradwife. “Para algunas, es una expresión de feminidad bÃblica. Para otras, se trata de un negocio artesanal que les proporciona ingresos gracias a un gran número de seguidores y a la venta de su “sueño†a otras personas, a través de suplementos y talleres. A veces, las tradwives veinteañeras señalan el fracaso del feminismo y recurren a la experiencia vivida por su propia madre sobre el estresante equilibrio entre el trabajo remunerado y la carga de trabajo domésticoâ€, sintetiza y asegura: “Lo único que tienen en común todos estos tipos de relatos es un mensaje firmemente antifeminista que celebra sin reparos el patriarcado y la dominación masculinaâ€.
Estee Williams no va al gimnasio sin su esposo ni sale sola por la noche. “Siempre le notifico adónde voy y le aviso cuando llegoâ€, dice, y aclara que no es un mecanismo de control, sino de seguridad. Ni ella ni su esposo tienen amistades del sexo opuesto. Como ama de casa, su deber es mantener la casa limpia, tener siempre preparada comida caliente para su esposo y crear un “ambiente acogedorâ€. Él, en su rol de proveedor del hogar, “No tiene que levantar ni un dedo. No necesita limpiar o cocinar. Hay veces en las que me ayuda porque quiere, pero no tiene que hacerloâ€, explica ella. Además, tiene “la última palabraâ€, en las decisiones financieras. “Si quiero hacer una compra extra o más grande, siempre acudo a él antes. Si su respuesta es no, entonces es noâ€, dice la influencer en un vÃdeo.
Que "no estés de humor" no significa que puedas privar a tu marido del sexo (...) Una vez que te casas ya no tienes autoridad sobre tu propio cuerpo. También perteneces a tu marido
“Soy una esposa cristiana, por lo que creo en la sumisión a mi marido. Y eso incluye nuestras finanzas y nuestro presupuesto de compras. ¿Eso significa que él controla todo lo que compro? No. Pero él me da una estructura, un presupuesto, y yo hago lo posible para encontrar opciones que se ajusten a élâ€, explica por su parte la influencer Anneliese (@feminine_not_feminis), que tiene 25 años y ya lleva cinco casada. Ella también ofrece consejos a sus seguidoras sobre cómo ser una buena esposa. “Servicio y sacrificioâ€, “Sumisiónâ€, “Modestia cristianaâ€, “Trabajo en casaâ€, son algunos de los tÃtulos que figuran en el apartado de “guÃas†de su perfil de Instagram.
Hay mensajes que dan escalofrÃos. “El hecho de que "no estés de humor" no significa que esté bien que prives a tu marido del sexo (...) Una vez que te casas ya no tienes autoridad sobre tu propio cuerpo. También perteneces a tu marido. Y la Biblia nos ordena no privarnos mutuamenteâ€, dice el texto de una de las publicaciones de Megan Wilson, con una imagen de ella y su marido que la abraza por detrás.
La mayorÃa de estas influencers, le responden al hate y a las crÃticas de la misma manera: “Es mi elecciónâ€. Después de todo, ¿el feminismo no se trata de eso?, ¿de que las mujeres podamos elegir? “El mito de la libre elección es una manera más sofisticada que encuentra el patriarcado de reaccionar frente a los avances sociales. Ya no es que el hombre le diga a la mujer que se quede en casa sino que es la mujer la que lo decide y esto se vende como empoderamiento. Libre elección no es quedarte en tu casa y perder todos tus derechos, porque eso tiene consecuenciasâ€, dice MarÃa Gijón.
Para ella, “si este movimiento propusiera que se le diera valor social y económico y que se remunere ese trabajo en casa, serÃa un avance muy positivo. Pero no es ese el objetivo. Lo que dicen es: ‘Me quedo en casa y no hace falta que se remunere mi trabajo porque lo hago por amor. Eso nos coloca en una posición de subordinación, nos relega al espacio doméstico y a las funciones reproductivas, mientras que a los hombres los sitúa en el espacio público, en un rol productivo donde pueden asumir poder y responsabilidadâ€.
Es importante hacerle frente a estos mensajes, porque van calando en las generaciones más jóvenes; lo que era un movimiento marginal ha entrado en el mainstream gracias a las redes sociales
“Este modelo sitúa a la mujer en una posición de dependencia del marido y en el lugar de objeto, que representa su estatus. Si él puede tener a esta mujer guapa e impecable en casa, es porque puede mantenerla. Además, es la excusa perfecta para que él no se encargue de ninguna tarea del hogarâ€, explica Vicent Borrà s. Finalmente, indica el experto, “en España, por ejemplo, donde más de la mitad de los matrimonios se separan, ¿qué les pasarÃa a estas mujeres? Porque dependen económica y simbólicamente de su maridoâ€.
Aunque puedan parecer sutiles- dice MarÃa Gijón- “es importante hacerle frente a estos mensajes, porque van calando en las generaciones más jóvenes, en adolescentes que pueden tomarlo como referente de la mujer en la que se quieren convertir o, en el caso de ellos, de la mujer a la que aspiran tener como parejaâ€.
“A mà lo que más me preocupa es el efecto que estos contenidos cuidados, bellos y perfectos en términos audiovisuales, puedan tener en las seguidoras y seguidores, porque lo que están vendiendo es una idealización ±ð²õ³Ùé³Ù¾±³¦²¹ de esa vida de ama de casa, que en verdad es una construcción, un artificio que quizás no corresponda a la realidad, o por lo menos a la realidad de la mayorÃa", dice por su parte Maddalena Fedele.
Noelle Cook-Bouton coincide en que no es un movimiento para tomarse a la ligera: “Hace tres años, cuando empecé a observar estas cuentas, la mayorÃa de la gente que conocÃa no estaba familiarizada con el término tradwife. Hoy ya no es asÃ. Lo que aún podrÃamos considerar un movimiento marginal, ha entrado en el mainstream gracias a las redes sociales. Asà que, aunque no sea la nueva tendencia, es una idea que las redes sociales han ayudado a suavizar y hacer más aceptableâ€.