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Enganchadas al ‘fast-food’ del sexo: “El aparato se va adueñando poco a poco de tu sexualidad”

Succionadores de clítoris

Hablamos con varias mujeres que han dejado de usar el succionador de clítoris por la dependencia que les generaba; ginecólogas y sexólogas confirman que estos dispositivos provocan “estímulos sobrehumanos”

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El succionador de clitoris se puso de moda en España en el 2019

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“Se habla muy poco de la adicción que generan los succionadores de clítoris”, afirma Sandra, de 30 años, quien adquirió uno de estos juguetes sexuales cuando se pusieron de moda en nuestro país, allá por 2019. “Decidí dejar de usarlo hace más de un año y todavía me viene al pensamiento”, confiesa esta estudiante y creadora de contenido. Como ella, miles de mujeres en todo el mundo han incorporado a su vida íntima estos aparatos, cuya popularidad no ha dejado de crecer desde que alcanzaron su punto álgido durante la pandemia cuando, según datos de Lovehoney Group, una de las principales comercializadoras de este tipo de productos para adultos, las ventas se multiplicaron por tres. Sin embargo, para algunas de estas mujeres, el uso regular y prolongado de estos dispositivos de alta potencia esconde un lado oscuro, capaz de afectar negativamente sus relaciones íntimas.

“El aparato se adueña poco a poco de tu sexualidad”, explica Anna, de 24 años, “hasta el punto en que se convierte en el eje en torno al cual gira toda tu vida íntima”. Para esta estudiante universitaria, que también decidió dejar de usar el succionador hace aproximadamente un año, el principal problema radica en la dependencia que genera su uso continuado, debido a su alta potencia. “Al principio es maravilloso y llegas al orgasmo en un instante”, señala, pero advierte que no se trata de un juguete inofensivo, ya que “la zona va perdiendo sensibilidad y tienes que incrementar la potencia, hasta que llega un punto en el que eres incapaz de alcanzar el clímax sin su ayuda”. Sandra añade que es fácil acostumbrarse a la inmediatez y la intensidad de los orgasmos que proporciona el dispositivo. “El succionador se convierte en un elemento imprescindible en tu vida”, admite la joven. “Llegué a usarlo todos los días, incluso varias veces”, confiesa. “Era tal la dependencia que, si me iba de viaje, lo llevaba en el bolso, cargador incluido”, confirma Anna.

Dejas de disfrutar del sexo como lo conocías, porque ningún ser humano, ni siquiera tú misma, es capaz de generarte esa sobredosis de estímulo

Sandra(30)
El Womanizer, el primer succionador de clítoris de la historia.

El cuerpo se adapta a la sensación de placer intenso en un periodo muy corto de tiempo de los succionadores de clítoris,

Manuela Martínez Romero

Para la ginecóloga y sexóloga Raquel Tulleuda, vocal de la Federación Española de Sociedades de Sexología (FESS), “el uso sistemático de estos dispositivos, capaces de generar un estímulo sobrehumano en términos de frecuencia e intensidad, puede ocasionar cambios en la respuesta sexual de las usuarias”. No obstante, matiza que su uso esporádico no se asocia necesariamente con estos efectos negativos. “Es común que las mujeres que los emplean regularmente experimenten la necesidad de aumentar gradualmente la potencia”, explica. “No se trata de una adicción como tal, sino de una dependencia física como resultado de la progresiva tolerancia del cuerpo al estímulo”, puntualiza la también sexóloga Rebeka Córdoba. “El cuerpo se adapta a esa sensación de placer intenso logrado en un periodo muy breve de tiempo”, añade.

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“El succionador es el fast-food del sexo: te quita el hambre pero no te alimenta”, sostiene Sandra, quien argumenta que estos juguetes enganchan a las personas a la parte más física de la experiencia sexual, alejándolas de la sensualidad, el erotismo e incluso de la conexión emocional con una misma o con la pareja. “Dejas de disfrutar del sexo como lo conocías, porque ningún ser humano, ni siquiera tú misma, es capaz de generarte esa sobredosis de estímulo”, asegura.

“El sexo es una experiencia que va mucho más allá del orgasmo”, afirma Anna, algo en lo que coinciden también ambas sexólogas. “Este dispositivo te lleva a focalizarte exclusivamente en alcanzar el clímax, dejando todo lo demás de lado”, advierten las jóvenes. Además, “resulta muy frustrante darte cuenta de que no sólo has perdido capacidad de sentir placer, sino también que cualquier experiencia sexual, sola o en pareja, está condicionada por un objeto”, añade Sandra.

Tuve que guardar el juguete en una caja en el trastero para no tenerlo cerca. Si lo dejaba en la mesita de noche, sabía que acabaría usándolo...

Anna(24)
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Algunos juguetes sexuales han ayudado a muchas mujeres a alcanzar el orgasmo por primera vez, aseguran ginecólogas

LELO

No obstante, para Córdoba no se trata de demonizar el aparato. Al fin y al cabo, “estos juguetes sexuales de alta potencia han ayudado a muchas mujeres a alcanzar el orgasmo”, asegura la sexóloga, “algo que en algunos casos no sería posible de otro modo o requeriría mucho más tiempo”. Sin embargo, a pesar de estos beneficios, en ocasiones “el succionador puede llegar a convertirse en un estímulo de referencia, generando gran frustración cuando intentamos emularlo de forma natural y no lo conseguimos”, explica Tulleuda. “A largo plazo, cualquier fuente de frustración puede acabar mermando el deseo y dificultando las relaciones”. Por esta razón, algunas mujeres han optado por prescindir del dispositivo, ya sea por iniciativa propia, como en el caso de Sandra y Anna, o siguiendo las recomendaciones de un profesional. “He tenido que sugerir a algunas pacientes que dejaran de usarlo”, afirma la doctora.

Cuando se llega a un cierto nivel de dependencia, desvincularse del juguete no resulta fácil. Hace falta mucha determinación y grandes dosis de paciencia y fuerza de voluntad. “Ahora, casi un año después de haberlo dejado por completo, empiezo a ver la luz al final del túnel”, cuenta Anna. “Es un proceso muy lento e insatisfactorio”, coincide Sandra, “tienes que apartarlo de manera drástica; si no, no lo consigues”. Ambas jóvenes y la doctora coinciden en que, con el tiempo, tras abandonar la sobreestimulación de la zona, se puede recuperar la normalidad, pero “se trata de un camino largo y cargado de frustración”, advierte Tulleuda. “Tuve que guardar el juguete en una caja en el trastero para no tenerlo cerca. Si lo dejaba en la mesita de noche, sabía que acabaría usándolo”, confiesa Anna.

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Para ella, además, resulta muy preocupante el desafío al que anticipa que van a tener que enfrentarse las generaciones de mujeres más jóvenes, que han comenzado su vida sexual con estos juguetes ya plenamente establecidos y accesibles en el mercado. “Yo sabía cuál era el punto al que debía regresar porque había tenido una vida íntima antes del succionador”, señala. “Sin embargo, muchas chicas más jóvenes van a construir su sexualidad alrededor de las expectativas generadas por estos aparatos, y eso es peligroso porque no sabrán a dónde volver”. Tulleuda coincide en que “es crucial mantener expectativas realistas”, especialmente en las primeras experiencias íntimas, ya que estas moldean la forma en la que las mujeres se relacionan con el placer y, en última instancia, cómo vehiculan sus relaciones sexuales.

Yo sabía cuál era el punto al que debía regresar porque había tenido una vida íntima antes del succionador. Pero muchas chicas más jóvenes no...

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Córdoba atribuye esta visión distorsionada del sexo y los posibles efectos negativos asociados a los juguetes sexuales a la falta de educación sexual subyacente en nuestra cultura. “Ojalá alguien me hubiera advertido”, lamenta Anna. “De haber sabido el desafío al que me enfrentaría, habría usado el aparato de otra manera”, asegura. “No puede ser que la pornografía sea nuestra principal fuente de aprendizaje sexual”, opina la sexóloga. “Somos una sociedad coitocentrista y orgasmocentrista”, añade Sandra. Para la joven, en general, tendemos a huir del esfuerzo que supone conectar con nosotros mismos o con la otra persona, “y los juguetes sexuales de alta potencia son ideales en este sentido”, porque no sólo permiten eludir la búsqueda de esa sintonía tan esencial para mantener relaciones íntimas plenamente placenteras, sino también cumplir con los cánones sexuales establecidos.

“Es necesario atender y escuchar a nuestro cuerpo, experimentar con él -no sólo a nivel genital- usando los cinco sentidos, descubrir lo que nos gusta, sin juzgarnos, y aprender a comunicarlo”, recalca Córdoba, para quien el empleo de cualquier juguete sexual es compatible con las alternativas más naturales de placer, especialmente cuando el dispositivo se incluye en el momento álgido de la experiencia sexual. “Su empleo esporádico viene a ampliar el abanico erótico, mientras que su uso sistemático lo limita”, coincide Tulleuda. En general, “el equilibrio, como siempre, está en la moderación”, matiza la doctora. Sin embargo, tras su experiencia personal, Anna lo tiene claro: “Si algo te funciona de manera natural, no lo hagas a máquina”.

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