No es ningún secreto que el ejercicio regular es un gran antídoto para conciliar el sueño. Sin embargo, no se trata solo de salir a machacarse hasta cansar el cuerpo con la férrea idea de que eso nos ayudará a dormir de un tirón. Porque para sacarle el mayor provecho, importa cuánto, cuándo o cómo ejercitarse. Las estrategias pueden ser distintas para los que luchan contra el insomnio.
¿Qué sucede cuando nos ejercitamos y cuál es su efecto en la calidad del sueño? En primer lugar, cuando realizamos alguna actividad física se produce una modulación del sistema nervioso autónomo: “en concreto, se activa el sistema parasimpático, responsable de los procesos de relajación y recuperación, y se reduce la actividad del sistema simpático, que está asociado con el estrés y el estado de alerta”, afirma el doctor José Francisco Tornero Aguilera, profesor en la Facultad de Salud, Medicina y Deportes de la Universidad Europea de Madrid. “Esta modulación lleva a una disminución de los niveles de cortisol, la conocida “hormona del estrés”, lo que facilita una transición más natural hacia el sueño reparador”, argumenta Tornero.
¿Mejor por la mañana que por la tarde?

El ejercicio es una de las estrategias más efectivas para mejorar la calidad del sueño
Además, el ejercicio contribuye a la regulación de los ritmos circadianos. “Aumenta la producción de adenosina, un neurotransmisor que induce el sueño, y promueve la síntesis de serotonina y melatonina, que son claves para regular el ciclo sueño-vigilia”, detalla el doctor Tornero. Por esta razón, “si realizamos un entrenamiento intenso al aire libre, con luz intensa o con música estamos dando una señal de despertar, de estar activo durante el día. Pero, por el contrario, si practicamos un ejercicio relajante nos va a bajar las pulsaciones y nos va a preparar para el sueño. En otras palabras, dependiendo del tipo de ejercicio y de la hora en que lo hagamos nos ayudará o no a conciliar el sueño”, asegura María José Martínez Madrid, coordinadora del grupo de trabajo de cronobiología de la Sociedad Española del Sueño (SES) y fundadora de Kronohealth.
El ejercicio es, sin duda, una de las estrategias más efectivas para mejorar la calidad del sueño. Perosiempre adaptado a las necesidades de cada persona. Por eso, también es importante saber cuándo ejercitarse para que no interfiera en el descanso nocturno. Martínez asegura que “lo ideal para los ejercicios aeróbicos como una caminata o salir a correr es la primera hora de la mañana, ya que nos ayudará a activarnos. Mientras que el ejercicio de fuerza es más aconsejable por la tarde -entre las 18.00-20.00-, que es cuando el sistema muscular está en su pico más alto y preparado para este tipo de actividad más intensa”.
Lo más adecuado, según la experta del SES, “es hacerlo al menos entre 3-4 horas antes de ir a dormir ya que este tipo de ejercicio intenso aumenta la frecuencia cardíaca, la presión arterial, nos activa enviando una señal de alerta de despertar al cerebro y puede provocar un efecto contrario, sin olvidar que lo ideal sería también cenar dos horas antes de irnos a dormir”, dice Martínez.
Cuando el entreno nocturno es la única alternativa: ¿cómo hacerlo?

Una mujer corre de noche por una calle de Barcelona
Pero vivimos en épocas donde vamos a mil por hora y muchas veces la única opción es el entreno nocturno. La clave está en entender qué necesita tu cuerpo después de un día largo y estresante y adaptar el tipo de ejercicio a esa situación, explica José Francisco Tornero.
Una buena opción después de un día estresante es combinar una caminata suave con técnicas de respiración diafragmática o una breve sesión de meditación guiada. Estas prácticas ayudan a bajar las pulsaciones, relajar los músculos y calmar la mente. También puedes incorporar ejercicios de movilidad y estiramientos suaves, enfocándote en liberar la tensión acumulada en hombros, cuello y espalda baja, áreas donde solemos almacenar más estrés. “Las sesiones de 20-30 minutos son suficientes para notar una mejora significativa en la calidad del sueño”, puntualiza el experto de la Universidad Europea.
Por qué a veces el ejercicio provoca un sueño deficiente
El ejercicio puede mejorar o deteriorar el sueño dependiendo de cómo se gestione la intensidad, la frecuencia y la recuperación, indica Tornero. Y como ya se ha explicado anteriormente, una de las razones es “hacerlo demasiado cerca de la hora de dormir ya puede dificultar para conciliar el sueño”, insiste Martínez.
Las rutinas de ejercicio de alta intensidad al final del día después de jornadas laborales extenuantes pueden proporcionar una liberación temporal de tensión, pero dificultan la transición hacia el sueño. “Puedes caer en un círculo vicioso: el estrés laboral te lleva al ejercicio intenso como mecanismo de compensación, pero la falta de recuperación adecuada te impide un descanso reparador, y eso aumenta el estrés y la fatiga acumulada”, resume Tornero.
Insomnio y ejercicios

Las personas con insomnio pueden no responder tan bien o recuperarse tan eficazmente de las exigencias físicas del ejercicio
Las pautas generales que acabamos de dar pueden cambiar sustancialmente si existe un cuadro de insomnio avanzado. Christopher Kline, profesor asociado de salud y desarrollo humano en la Universidad de Pittsburgh, explica en un artículo en el ‘The New York Times’, que estas personas tienden a tener un sistema de estrés hiperactivo. “Los factores estresantes suelen tener una respuesta un poco exagerada en el organismo. Y las personas con insomnio podrían no responder tan bien o recuperarse tan eficazmente de las exigencias físicas del ejercicio”, puntualiza Kline.
Sin embargo, eso no significa que el ejercicio esté prohibido para los insomnes. “Hay que separar el ejercicio intenso de la hora de dormir, una regla para todos, pero para las personas que sufren insomnio aún más”, puntualiza María José Martínez. “Todo tipo de ejercicio suave es importante incorporarlo para conciliar el sueño, por ejemplo, pilates, una caminata al aire libre, yoga o estiramientos”, añade.
Aunque no existe una manera única de ejercitarse para dormir bien. Tornero enumera cuáles son los ejercicios más indicados:
Los mejores ejercicios para dormir de un tirón 1ó. Caminar, correr a ritmo ligero, nadar o montar en bicicleta ayuda a reducir el tiempo que tardamos en quedarnos dormidos y aumenta el tiempo total de sueño profundo, que es esencial para los procesos de reparación y recuperación celular. En personas con altos niveles de estrés y ansiedad, Tornero aconseja incorporar caminatas de 30 a 45 minutos a un ritmo moderado por la tarde ya que ayudará a reducir los despertares nocturnos y mejorar la eficiencia del sueño.
2Resistencia. Este tipo de entrenamiento, como el levantamiento de pesas o ejercicios de fuerza con el propio peso corporal, también puede contribuir significativamente a mejorar el sueño, pues reduce los niveles de ansiedad. Además, mejora la sensibilidad a la insulina y reduce la inflamación crónica de bajo grado, factores que pueden estar relacionados con trastornos como el insomnio. Entrenamientos que incluyen ejercicios compuestos como sentadillas, peso muerto y flexiones dos o tres veces por semana han mostrado ser efectivos para promover una mayor calidad del sueño.
3Alta intensidad. El entrenamiento por intervalos de alta intensidad (HIIT) o las sesiones de CrossFit también pueden tener beneficios para el sueño si se realiza con la antelación suficiente antes de acostarse. Tornero recomienda esta actividad al menos 4 a 6 horas antes de acostarse. “Personalmente, he observado que las personas que realizan sesiones de HIIT por la mañana o al mediodía tienden a experimentar una mejora notable en su calidad del sueño nocturno y niveles de energía durante el día”, enfatiza.
4De relajación y flexibilidad. Actividades de baja intensidad como relajación, yoga o los estiramientos suaves son particularmente beneficiosas para preparar el cuerpo y la mente para el descanso. El yoga combina el movimiento físico con técnicas de respiración y meditación, lo que ayuda a reducir la actividad del sistema nervioso simpático y favorece la respuesta parasimpática de relajación. Tornero aconseja una rutina de 20 minutos de yoga o estiramientos suaves antes de acostarse ya que mejora la latencia del sueño y reduce los despertares nocturnos.
La recuperación también importa

Sin una recuperación adecuada, el cuerpo no puede reparar los tejidos musculares
Para caer rendidos en los brazos de Morfeo sin duda el mejor aliado es el ejercicio. Pero ¡alerta! que lo que viene después también es fundamental. “Sin una recuperación adecuada, el cuerpo no puede reparar los tejidos musculares, restaurar el equilibrio hormonal ni reequilibrar el sistema nervioso, lo que puede comprometer el descanso y reducir su profundidad y calidad”, avisa José Francisco Tornero. La duración de la recuperación varía según la intensidad del ejercicio y las características individuales, pero en general, se recomienda dedicar entre 24 y 48 horas si son de alta intensidad o resistencia.
Según Tornero el uso de la luz infrarroja también ayuda a acelerar la recuperación muscular, reducir los niveles de cortisol y mejorar el flujo sanguíneo. “Asimismo, el uso de las saunas después del ejercicio ayudan a inducir una relajación profunda debido al aumento temporal de la temperatura corporal, seguido de un enfriamiento progresivo que imita el proceso natural que ocurre antes de dormir”, matiza.
Además de hacer deporte, es fundamental incorporar otras estrategias que ayudarán a mantener ese sueño reparador. Los expertos aconsejan:
Otras claves para dormir plácidamente 1