‘Sanctus Petrus et Sancta Magdalena’ ★★★★✩
ܳٴǰí: Johann Adolph Hasse
Գéٱ: Vespres d’Arnadí. Cor Infantil Amics de la Unió (Josep Vila i Jover, dirección). Marie Lys, Valer Sabadus, Rafael Quirant, Maria Espada y Anna Alàs i Jové, voces solistas. Dani Espasa, dirección
Lugar y fecha: Peralada (17/IV/2025)
Nuevamente la sensibilidad y el buen hacer han abierto esta edición de Pascua del Festival de Peralada. Una idea magnífica y una realización muy cuidada que completan de sentido estos días de reflexión y descanso para cientos de privilegiados espectadores. Las músicas de origen ceremonial litúrgico muchas veces se desvirtúan por la vertiente imperante del espectáculo, aunque en su origen tuviesen algo de este ámbito, pero la presentación en un marco austero y bello como la iglesia del Carmen adecua su sentido.
Así las cosas, tuvimos ocasión de escuchar un oratorio del alemán Johann Adolf Hasse (1699-1783), reconocido operista de su tiempo sobre todo en Italia lo que es mucho decir. Su producción de carácter religioso, tampoco conocida ahora, se ilustra bien con este oratorio Sanctus Petrus et Sancta Maria Magdalena que fue dado en L’Ospedale degli Incurabille de Venecia en 1758. Una obra magnífica, que musicalmente hace gala de los recursos venecianos de entonces en los que había brillado Vivaldi recientemente, y que se manifiesta en el ámbito de las voces agudas, aquí cantada por un grupo magnífico de solistas (perdonen los adjetivos, pero la propuesta fue brillante) y que culminó con la participación del coro infantil en el Miserere que agrega una perspectiva estilística diferenciada del resto.
Una propuesta brillante que culminó con la participación del coro infantil
La obra en sí plantea muchos elementos a la reflexión en cuanto a su significado original siempre ejemplarizante. Porque su carácter, arias bellísimas (Semper fida) con la sensibilidad de la soprano Marie Lys, dúos (Et crucifixus) de Petrus y Maria Magdalena que dignifican la belleza, diálogos que representan el arrepentimiento, pasajes orquestales que ya desde el comienzo con el aire de Stabat Mater plantean protagonismo. Pero sobre todo la inquietud que supone que todo ello se canta en latín, lo que nos lleva a pensar en la fuerza del simbolismo de algunas imágenes musicales, en la retórica a que aquellos públicos estarían habituados y que hoy se nos escapan a simple vista.
Excelentes los contratenores en su variedad y personalidad y sensibilidad, al igual que las Marías (soprano y mezzo) y la conclusión celeste y sentida del coro infantil que, dado el carácter de la obra, cuya parte de cariz operístico culmina en un delicado y sentido cuarteto que le da paso, se adentra en su funcionalidad de alentar la contrición. Todo en un cuidado trabajo orquestal muy bien ensamblado y respetuoso con la parte vocal y de gran sensibilidad.