A lo largo de su vida, Joan Ѿó reutilizó lienzos de otros artistas para pintar encima de ellos. Su motivación no era la de un Gauguin aislado en el Pacífico Sur, que a menudo realizaba esta práctica porque no tenía acceso a materiales, sino que había en ello una intencionalidad artística que los historiadores vinculan a su deseo de “asesinar la pintura”. A menudo utilizó retratos y paisajes, dejando siempre a la vista la pintura subyacente con el objeto de mostrar su postura crítica respecto de una pintura académica que consideraba vacía. Hasta aquí, todo normal en un artista que anhelaba liberarse de la convención. Pero la sorpresa en la Fundació Ѿó fue mayúscula cuando descubrieron que bajo un pequeño óleo sobre lienzo titulado Pintura (1925-1927) se escondía el retrato de su madre Dolors Ferrà i Oromí. El artista lo cubrió totalmente de azul cobalto, pero dejó alguna pista...¿Por qué lo hizo? ¿Qué se esconde detrás del gesto de pintar sobre su propia madre?
“Tal vez intentó hacer un retrato del espíritu de la madre, para yuxtaponerlo al de la academia. Un homenaje o un actor de amor”, aventura el nieto del artista
“No podemos entrar en una cuestión que podría ser más del ámbito psicoanalítico, pero la realidad es que lo hizo”, señala Teresa Montaner, responsable de Colecciones y del Archivo de la Fundació, que sin embargo no le cabe ninguna duda de que fue un acto deliberado. En el documental El secreto de Ѿó, que sigue los pasos a los investigadores en un trabajo casi detectivesco hasta dar con la identidad de la figura que se escondía en el fondo del cuadro, el nieto del artista, Joan Punyet Ѿó, cree tener la respuesta en el mismo momento en el que descubre maravillado el rostro de su bisabuela.

La jefa del departamento de Conservación Preventiva y Restauración de la Fundación Ѿó, Elisabet Serrat, explica el proceso seguido hasta el hallazgo del retrato
“¿Por qué debió hacerlo?”, le pregunta Elisabet Serrat, jefa de conservación preventiva y restauración. “[Mi abuelo] trataba de reunir tradición y revolución y tal vez intentó hacer un retrato del espíritu de la madre, para yuxtaponerlo al de la academia”, le responde. “Ella siempre le protegió y le ayudó a ir a París, mientras que su padre le ponía trabas y piedras y tuvo con él una relación muy conflictiva. En cambio con ella tuvo una relación extraordinariamente abierta. La única que hizo caso a su revolución fue ella y seguramente quiso hacerle un homenaje, un acto de amor”, pintando “un retrato de su interior y de su energía físicas” .
"Nos dejó pistas. Así que puedo imaginar a Ѿó diciéndonos ‘¿cómo habéis tardado tanto?’ ‘Qué habéis estado haciendo?’”, señala Marko Daniel
Pintura fue un regalo del artista a su amigo Joan Prats, que lo conservó en su casa hasta 1975, año que pasó a formar parte de la colección de la Fundació Ѿó. Un primer informe, de 1978, reveló ya la presencia de grietas y pérdidas, así como la existencia de un retrato subyacente que no pudo identificarse. En uno de esos lunes en los que el centro permanece cerrado, al público y los conservadores vigilan la salud de los cuadros colgados en salsas, cuando el equipo que lidera Serrat decidió que tal vez era el momento de realizar un nuevo estudio científico mediante las nueva técnicas no invasivas de las que se dispone en la actualidad. Utilizando radiación electromagnética, radiografía e imagen hiperespectral, entre otros, el equipo de Serrat e investigadores de organizaciones como el Centre de Restauració de Béns Mobles de Catalunya, la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla, la Fundació Mas Ѿó y la Ѿó de Mallorca, descubrieron el retrato de una mujer de mediana edad bien vestida, con pendientes y un broche en el cuello. El primer misterio resuelto es que los relieves visibles en la superficie de la pintura correspondían a las joyas. “Es un volumen que Ѿó podría haber eliminado, podría haberlo aplanado, pero no lo hizo, lo dejó”, apunta Serrat, lo cual podría hacer pensar que fue uno de los primeros intentos, sino el primero, de asesinar la pintura.
“Aquí tenemos un asesinato de la pintura, no lo dijo, pero nos dejó una pista. Puedo imaginarlo ante nosotros ahora diciéndonos ‘¿cómo habéis tardado tanto?’ ‘Qué habéis estado haciendo?’”, dice el director Marko Daniel. Pero aún faltaba por resolver el enigma principal: la identidad de la protagonista del retrato. En el documental El secreto de Ѿó, que puede verse en la plataforma CaixaForum+ y en los canales digitales de la Fundació Ѿó, se ve cómo los investigadores van primero al Mas Ѿó, lugar familiar de veraneo. Se marcharon con las manos vacías pero con una sugerencia de su directora Elena Juncosa, de que visitaran el estudio mallorquín del pintor, Son Boter. Allí estaba el retrato de 1907 firmado por el artista Cristòfol Montserrat Jorba (Vilanova i la Geltrú, 1869-Barcelona, 1935). El vestido era otro pero el rostro y las joyas coincidían con las que los rayos X habían dejado al descubierto. Ѿó cambió el formato de retrato a paisaje y recortó los bordes, pero mantuvo deliberadamente la parte central con el cara de la madre. La historia puede seguirse en la exposición Bajo las capas de Ѿó. Una investigación científica, aunque como dice Daniel, “por cada respuesta que se encuentra se generan nuevas preguntas”. La historia no ha hecho más que empezar.