El billete verde es la última víctima del desorden económico creado por Donald Trump desde la pasada semana.
Después de trastocar las bolsas, ahora le toca el turno a la moneda sufrir el desbarajuste trumpista: el dólar ya ha caído a su nivel más bajo en tres años respecto al euro y está en mínimos desde 2015 con el franco suizo.
Si a principios de año estábamos en la paridad respecto a la moneda europea, ahora el euro va camino de 1,14 dólares. Un buen momento para viajar en Semana Santa desde Europa a EE.UU... si no fuera por las turbulencias financieras que vive el país norteamericano.
En una reciente nota, los analistas de la fintech Ebury titulaban como si se tratara de una novela: “El curioso caso del dólar estadounidense”. ¿Por qué curioso? “La lógica económica sugeriría que el aumento de los aranceles estadounidenses sería alcista para el dólar, sobre todo porque la divisa refugio tiende a repuntar durante períodos de mayor incertidumbre y tensión en el mercado. Sin embargo, rompiendo con la norma tradicional, este no ha sido el caso en esta ocasión”, explica Matthew Ryan, director de estrategia de mercado de Ebury.
Como recordaba el economista jefe de la OMC, Ralph Ossa, en teoría “los aranceles reducen la demanda de importaciones y, por ende, la demanda de divisas, lo que provoca una apreciación de la moneda nacional –en este caso el dólar–. Las tarifas pueden inducir a los mercados a anticipar una política monetaria más restrictiva para contrarrestar la inflación, lo que también puede provocar una apreciación de la moneda”.
Los derechos de aduana de China ya han escalado al 125%: entre los dos rivales es guerra total
Pero nada de esto está ocurriendo. El dólar cae en picado. “Su colapso es el termómetro del sentimiento del vender todo lo que sea americano en estos momentos”, indicaban desde ING Bank. “Atribuimos este comportamiento tanto al temor de que los aranceles pudieran llevar a la economía estadounidense a una recesión como al extraño y poco sólido proceso seguido para establecer el monto de las tarifas, que ha minado la confianza en el marco institucional estadounidense”, dicen desde Ebury,
Estamos, por lo tanto, viviendo una anomalía. La caída del dólar es el reflejo del profundo escepticismo que rodea la deuda de EE.UU., cuya rentabilidad sigue sin bajar alrededor del 4,6% en los títulos a diez años, con seis puntos base más en una semana: es la mayor subida desde lo años ochenta.
Buena parte de bonos está en manos de Japón y China, que justamente han sido víctimas de aranceles. “Entablar peleas con los principales socios comerciales que también financian tu deuda se vuelve especialmente arriesgado con un amplio déficit fiscal y sin un plan creíble para controlarlo.El dominio del dólar no es invencible”, advertían los analistas de Natixis IM.
La crisis de la divisa norteamericana se ha acentuado después de que China respondiera la madrugada del viernes a los aranceles del 145% impuestos por Trump, con otra subida de los derechos de aduana hasta el 125%. China tiene otro dominio de los tiempos. No tiene que sufrir coste electoral. Ya ha depreciado parcialmente el reminbi para absorber los aranceles. Y deshoja la margarita sobre su próxima herramienta: desde vender bonos de EE.UU. y agravar el coste de la deuda norteamericana, hasta cerrar el grifo de las tierras raras. Pekín espera que la tormenta pase. O se agrave.
Síntoma de este desamparo en los mercados es la enésima subida del oro, el valor refugio por excelencia. Alcanzó ayer un nuevo récord por encima de los 3.200 dólares la onza, con un aumento semanal de más del 6%.“La sólida recuperación del oro, que ha vuelto a un nuevo máximo histórico, ha enviado una señal de que no todo marcha bien”, declaró Ole Hansen, director de estrategia de materias primas de Saxo Bank AS.
Los aranceles deberían fortalecer al billete verde, pero el mercado va en dirección opuesta
La guerra comercial ha introducido incertidumbre sobre el atractivo a largo plazo del dólar estadounidense como moneda de reserva. En un estudio reciente titulado “¿Está el dólar muerto”, el analista de Mirabaud John Plassard recordaba que el dólar estadounidense representa el 57,8% de las reservas mundiales. Este es el nivel más bajo desde 1994, con una pérdida de 7,3 puntos en 10 años.
Hasta ahora la supremacía del dólar ha ayudado a Estados Unidos a limitar los costes financieros y a gestionar los déficits presupuestarios, ya que sus socios comerciales invierten sus dólares en bonos del gobierno estadounidense. También favorece a las empresas estadounidenses, ya que el uso generalizado del dólar en el comercio mundial permite a las multinacionales estadounidenses obtener préstamos a menor coste. Pero el rey ahora está desnudo.