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La utop铆a de Keynes para el a帽o 2030

Grandes discursos del siglo XX

El reconocido economista brit谩nico predijo en 1930 un mundo sin desigualdades y con una jornada laboral de tres horas diarias en el plazo de un siglo

A largo plazo todos seremos keynesianos

John Maynard Keynes, en una imagen fechada en 1938

John Maynard Keynes, en una imagen fechada en 1938

El contexto

Acert贸 en su interpretaci贸n y en su formulaci贸n hasta el punto de transformar el an谩lisis econ贸mico e inaugurar un nuevo modelo de gesti贸n marcado por una intervenci贸n sin complejos que se mostr贸 efectiva desde la formulaci贸n del New Deal con la que la Administraci贸n Roosevelt super贸 la Gran Depresi贸n, pero err贸 en sus predicciones m谩s osadas. Sin embargo, sir John Maynard Keynes cre贸 escuela y sigue siendo un referente tanto para los te贸ricos de la macroeconom铆a como para sus principales actores.

Su legado es recurrente en 茅pocas de crisis como la actual y en su nombre se han venido impulsando o reclamando pol铆ticas expansivas. Aunque Keynes es fundamentalmente conocido por su obra magna, Teor铆a general del empleo, el inter茅s y el dinero, publicada en 1936, y por su participaci贸n en la Conferencia de Bretton Woods en 1944, donde protagoniz贸 una intensa pugna con el representante estadounidense, Harry Dexter White, su prestigio internacional lo llev贸 a convertirse la voz internacional de la nueva econom铆a ya en la d茅cada de los a帽os 20 del siglo XX.

La utop铆a de Keynes para el a帽o 2030 Video

Fue cuando como director del Economic Journal听present贸 un nuevo modelo de an谩lisis econ贸mico que superaba la considerada econom铆a cl谩sica de Adam Smith, David Ricardo y Jean-Baptiste Say. Consejero del Ministerio de Hacienda brit谩nico desde 1916, se mostr贸 muy cr铆tico con las condiciones impuesta a Alemania en el Tratado de Versalles tras la Primera Guerra Mundial, hasta el punto de abandonar la comisi贸n negociadora.

Ah铆 inici贸 sus estudios de macroeconom铆a y present贸 sus primeras teor铆as sobre la necesidad de dotar a gobiernos e instituciones internacionales creadas ex profeso para manejar los per铆odos de crisis y recesi贸n mediante novedosos mecanismos de control fiscal e inyecci贸n de liquidez. F贸rmulas probadas con 茅xito tras el crack del 29 y, sobre todo, tras el fin de la Segunda Guerra Mundial con la creaci贸n de instituciones como el Banco Mundial o el Fondo Monetario Internacional.

Su firme confianza en el crecimiento constante, la acumulaci贸n de riqueza y la transformaci贸n tecnol贸gica que podr铆a producirse en un capitalismo regulado le llev贸 a formular la previsi贸n que present贸 en su discurso 鈥淟as posibilidades econ贸micas de nuestros nietos鈥, que reproducimos extractado a partir de su primera versi贸n publicada, en octubre de 1930 en el semanario The Nation and Athenaeum.

John Maynard Keynes y Harry Dexter White, en Bretton Woods

John Maynard Keynes y Harry Dexter White, en Bretton Woods

Fue una conferencia que pronunci贸 en diversos pa铆ses, adaptando ligeramente su contenido, entre ellos Espa帽a. En concreto, en la Residencia de Estudiantes de Madrid el 10 de junio de ese mismo 1930. Su t铆tulo fue 鈥淧osible situaci贸n econ贸mica de nuestros nietos鈥. El texto definitivo qued贸 fijado en la primera edici贸n en ingl茅s de Ensayos de persuasi贸n, en 1932. Una obra que recog铆a desde los an谩lisis del Tratado de Versalles a diferentes estudios sobre la inflaci贸n, la Gran Recesi贸n, el patr贸n oro, la econom铆a socialista y el futuro del trabajo.

En este discurso y posterior ensayo, Keynes se aventuraba a fijar un futuro a cien a帽os vista marcado por la bonanza econ贸mica que habr铆a alcanzado el capitalismo, con una distribuci贸n de la riqueza y un sistema productivo tan eficiente que permitir铆a a los nietos de sus oyentes a no tener que trabajar o a hacerlo en una c贸moda jornada de tres horas diarias. Un mundo ideal donde la acumulaci贸n de riqueza resultar铆a innecesaria e inmoral.

El discurso

鈥淓stamos sufriendo un fuerte ataque de pesimismo econ贸mico. Es com煤n escuchar a la gente decir que la 茅poca de enorme progreso econ贸mico que caracteriz贸 al siglo XIX ha terminado, que la r谩pida mejora en el nivel de vida ahora se ralentizar谩, que una disminuci贸n de la prosperidad es m谩s probable que una mejora en la d茅cada que tenemos por delante.

鈥滳reo es una interpretaci贸n tremendamente err贸nea. Estamos padeciendo no los reum谩ticos dolores de la vejez, sino los de un crecimiento demasiado r谩pido. Es el dolor del reajuste entre un per铆odo econ贸mico y otro.

鈥滶l aumento de la eficiencia t茅cnica se ha producido m谩s r谩pidamente de lo que podemos abordar la absorci贸n de mano de obra; la mejora en el nivel de vida ha sido demasiado r谩pida; el sistema bancario y monetario del mundo ha estado impidiendo que la tasa de inter茅s caiga tan r谩pido como lo requiere el equilibrio.

Estamos padeciendo no los reum谩ticos dolores de la vejez, sino los de un crecimiento demasiado r谩pido鈥

鈥滾a depresi贸n mundial imperante, la enorme anomal铆a del desempleo en un mundo lleno de necesidades, los desastrosos errores que hemos cometido鈥 no nos permiten ver lo que est谩 sucediendo bajo la superficie, no nos permiten interpretar la tendencia de los acontecimientos.

鈥滳reo que los dos errores opuestos del pesimismo actual se demostrar谩n err贸neos en nuestro propio tiempo: el pesimismo de los revolucionarios, que piensan que las cosas est谩n tan mal que nada puede salvarnos excepto un cambio violento, y el pesimismo de los reaccionarios, que consideran tan precario el equilibrio de nuestra vida econ贸mica y social que no debemos arriesgarnos a experimentar.

鈥滿i prop贸sito, sin embargo, no es examinar el presente o el futuro cercano, sino mirar hacia el futuro. 驴Cu谩l podemos esperar razonablemente que sea el nivel de nuestra vida econ贸mica dentro de cien a帽os? 驴Cu谩les son las posibilidades econ贸micas para nuestros nietos?

El aumento de la eficiencia t茅cnica se ha producido m谩s r谩pidamente de lo que podemos abordar la absorci贸n de mano de obra鈥

鈥滵esde los primeros tiempos de los que tenemos registro, digamos, desde hace 2.000 a帽os antes de Cristo hasta principios del siglo XVIII no hubo un cambio muy grande en el nivel de vida del hombre promedio que viv铆a en las grandes civilizaciones. Altibajos, evidentemente s铆. Plagas, hambrunas y guerras. Intervalos dorados. Pero ning煤n cambio progresivo y violento. Esta lenta tasa de progreso, o falta de progreso, se debi贸 a dos razones: la notable ausencia de mejoras t茅cnicas importantes y la falta de acumulaci贸n de capital.

鈥滾a ausencia de importantes inventos t茅cnicos entre la era prehist贸rica y los tiempos comparativamente modernos es verdaderamente notable. Casi todo lo que realmente importa y que pose铆a el mundo al comienzo de la Edad Moderna ya lo conoc铆a el hombre en los albores de la historia.

鈥滾a lengua, el fuego, los mismos animales dom茅sticos que tenemos hoy, el trigo, la cebada, la vid y el olivo, el arado, la rueda, el remo, la vela, el cuero, el lino y la tela, los ladrillos y las ollas, el oro y la plata, el cobre, esta帽o y plomo, el hierro se agreg贸 a la lista antes del 1.000 a.C., la banca, el arte de gobernar, las matem谩ticas, la astronom铆a y la religi贸n. No hay registro de cu谩ndo poseemos estas cosas por primera vez.

La Edad Moderna se abri贸 con la acumulaci贸n de capital que comenz贸 en el siglo XVI y poder del inter茅s agregado desde entonces asombra la imaginaci贸n鈥

鈥滾a Edad Moderna se abri贸 con la acumulaci贸n de capital que comenz贸 en el siglo XVI. Por razones con las que no debo entorpecer el presente argumento, creo que esto se debi贸 inicialmente a la subida de los precios y a las ganancias a las que condujo, que resultaron del tesoro de oro y plata que Espa帽a trajo del Nuevo Mundo. Desde entonces y hasta el d铆a de hoy el poder de acumulaci贸n, que parece haber estado durmiendo durante muchas generaciones, renaci贸 y renov贸 su fuerza. Y el poder del inter茅s agregado durante 200 a帽os es tal que asombra la imaginaci贸n.

鈥滱 partir del siglo XVI, con un crescendo acumulativo despu茅s del XVIII, comenz贸 la gran era de la ciencia y las invenciones t茅cnicas, que desde principios del siglo XIX ha estado en plena inundaci贸n: carb贸n, vapor, electricidad, gasolina, acero, caucho, algod贸n, las industrias qu铆micas, la maquinaria autom谩tica y los m茅todos de producci贸n en masa, la radio, la imprenta, Newton, Darwin y Einstein y miles de otras cosas y hombres demasiado famosos y familiares para catalogarlos.

鈥澛緾u谩l es el resultado? A pesar del enorme crecimiento de la poblaci贸n mundial, a la que ha sido necesario equipar con casas y m谩quinas, el est谩ndar de vida medio en Europa y Estados Unidos se ha elevado, dir铆a, unas cuatro veces. El crecimiento del capital ha sido a una escala mucho m谩s de cien veces superior a lo que hab铆a conocido cualquier 茅poca anterior. Si el capital aumenta, digamos, un 2% anual, el global de capital del mundo se habr谩 duplicado en 20 a帽os y se habr谩 multiplicado por 7,5 en cien a帽os. Piensen en esto en t茅rminos materiales: casas, transporte y cosas por el estilo.

El crecimiento del capital ha sido a una escala mucho m谩s de cien veces superior a lo que hab铆a conocido cualquier 茅poca anterior鈥

鈥滱l mismo tiempo, las mejoras t茅cnicas en la fabricaci贸n y el transporte han avanzado a un ritmo mayor en los 煤ltimos diez a帽os que nunca antes en la historia. En Estados Unidos, la producci贸n per c谩pita de las f谩bricas fue un 40% mayor en 1925 que en 1919. En Europa nos frenamos por obst谩culos temporales, pero aun as铆 es seguro decir que la eficiencia t茅cnica est谩 aumentando en m谩s del 1% anual.

鈥滺ay pruebas de que estos cambios t茅cnicos revolucionarios, que hasta ahora han afectado principalmente a la industria pronto podr铆an estar atacando a la agricultura. Es posible que estemos en v铆speras de mejoras en la eficiencia de la producci贸n de alimentos tan grandes como las que ya se han producido en la miner铆a, la fabricaci贸n y el transporte. En bastantes a帽os, me refiero a nuestra propia vida, es posible que podamos realizar todas las operaciones de agricultura, miner铆a, producci贸n鈥 de forma autom谩tica.

鈥漃or el momento, la rapidez de estos cambios nos est谩 perjudicando y trayendo problemas dif铆ciles de resolver. Est谩n sufriendo relativamente aquellos pa铆ses que no est谩n a la vanguardia del progreso. Nos aflige una nueva enfermedad de la que es posible que muchos a煤n no hayan o铆do el nombre, pero de la que oir谩n mucho en los pr贸ximos a帽os: el desempleo tecnol贸gico. Esto significa desempleo debido a nuestro descubrimiento de medios para economizar el uso de la mano de obra que supera el ritmo al que podemos encontrar nuevos usos para la mano de obra.

Nos aflige una nueva enfermedad de la que muchos a煤n no han o铆do el nombre: el desempleo tecnol贸gico鈥

鈥漃ero esta es s贸lo una fase temporal de inadaptaci贸n. Todo esto significa, a la larga, que la humanidad est谩 resolviendo su problema econ贸mico. Yo dir铆a que el nivel de vida en los pa铆ses progresistas dentro de cien a帽os ser谩 entre cuatro y ocho veces mayor que en la actualidad. No habr铆a nada de sorprendente en esto incluso a la luz de nuestro conocimiento actual. No ser铆a absurdo contemplar la posibilidad de un progreso a煤n mayor.

鈥滾lego a la conclusi贸n de que, suponiendo que no haya guerras importantes ni un aumento importante de la poblaci贸n, el problema econ贸mico puede resolverse, o al menos estar a la vista de una soluci贸n, en un plazo de cien a帽os.

鈥澛縋or qu茅 es esto tan sorprendente? Lo es porque si, en lugar de mirar hacia el futuro, miramos hacia el pasado, encontramos que el problema econ贸mico, la lucha por la subsistencia, siempre ha sido hasta ahora el problema principal y m谩s urgente de la raza humana. Y no s贸lo de la raza humana, sino de todo el reino biol贸gico desde los inicios de la vida en sus formas m谩s primitivas.

Todo esto significa, a la larga, que la humanidad est谩 resolviendo su problema econ贸mico鈥

鈥滱s铆 hemos sido expresamente evolucionados por la naturaleza -con todos nuestros impulsos e instintos m谩s profundos- con el prop贸sito de resolver el problema econ贸mico. Si se resuelve el problema econ贸mico, la humanidad se ver谩 privada de su prop贸sito tradicional. 驴Ser谩 esto un beneficio? Si uno cree en los valores reales de la vida, la perspectiva abre al menos la posibilidad de beneficiarse. Sin embargo, pienso con pavor en el reajuste de los h谩bitos e instintos del hombre com煤n, que se han criado en 茅l durante innumerables generaciones y del que se le puede pedir que descarte en unas pocas d茅cadas.

鈥漃ara quienes sudan por su pan diario, el ocio es un dulce anhelado, hasta que lo obtienen. Est谩 el epitafio tradicional escrito para ella misma por la anciana asistenta: 鈥楴o lloren por m铆, amigos, no lloren por m铆 nunca, Porque no voy a hacer nada por los siglos de los siglos鈥. As铆, por primera vez desde su creaci贸n, el hombre se enfrentar谩 a su problema real y permanente: c贸mo utilizar su libertad de preocupaciones econ贸micas apremiantes, c贸mo ocupar el ocio, que la ciencia y el inter茅s com煤n le habr谩n conseguido.

鈥滵urante muchas edades, el viejo Ad谩n ser谩 tan fuerte en nosotros que todo el mundo tendr谩 que trabajar un poco si quiere estar contento. Haremos m谩s cosas por nosotros mismos de lo que es habitual con los ricos de hoy, muy contentos de tener peque帽os deberes, tareas y rutinas.

Por primera vez, el hombre se enfrentar谩 a su problema real: c贸mo utilizar su libertad de preocupaciones econ贸micas apremiantes鈥

鈥漃ero m谩s all谩 de esto, nos esforzaremos por untar el pan sobre la mantequilla, para hacer que el trabajo que queda por hacer sea lo m谩s ampliamente compartido posible. Los turnos de tres horas o una semana de 15 horas pueden posponer el problema por un buen tiempo. 隆Tres horas al d铆a es suficiente para satisfacer al viejo Ad谩n en la mayor铆a de nosotros!

鈥漈ambi茅n hay cambios en otras esferas que debemos esperar que se produzcan. Cuando la acumulaci贸n de riqueza deje de tener una gran importancia social, habr谩 grandes cambios en el c贸digo moral. Seremos capaces de deshacernos de muchos de los principios pseudomorales que nos han dominado durante 200 a帽os, por los cuales hemos exaltado algunas de las cualidades humanas m谩s desagradables a la posici贸n de las virtudes m谩s elevadas.

鈥漃odremos permitirnos el lujo de atrevernos a evaluar el motivo monetario en su verdadero valor. El amor al dinero como posesi贸n, a diferencia del amor al dinero como medio para los placeres y las realidades de la vida, ser谩 reconocido por lo que es, una morbilidad algo repugnante, una de esas propensiones semicriminales, semipatol贸gicas, que se entrega con un estremecimiento a los especialistas en enfermedades mentales.

Los turnos de tres horas o una semana de 15 horas pueden ser suficientes鈥

鈥澛ero cuidado! A煤n no ha llegado el momento de todo esto. Por lo menos durante otros cien a帽os debemos fingir ante nosotros mismos y ante todos que lo bello es sucio y lo sucio es bello; porque lo sucio es 煤til y lo justo no lo es. La avaricia, la usura y la precauci贸n deben ser nuestros dioses durante un poco m谩s de tiempo. Porque s贸lo ellos pueden sacarnos del t煤nel de la necesidad econ贸mica hacia la luz del d铆a.

鈥滶spero, por tanto, en d铆as no tan remotos, el mayor cambio que jam谩s haya ocurrido en el entorno material de la vida para los seres humanos en su conjunto. Pero, por supuesto, todo suceder谩 gradualmente, no como una cat谩strofe. De hecho, ya ha comenzado. El curso de las cosas ser谩 simplemente que habr谩 clases y grupos de personas cada vez m谩s numerosos de los que pr谩cticamente se han eliminado los problemas de necesidad econ贸mica.

鈥滾a diferencia fundamental se dar谩 cuenta cuando esta condici贸n se haya vuelto tan generalizada que cambie la naturaleza del deber de uno para con el pr贸jimo. Porque seguir谩 siendo razonable tener un prop贸sito econ贸mico para los dem谩s despu茅s de que haya dejado de serlo para uno mismo.

El amor al dinero como posesi贸n ser谩 reconocido por lo que es, una morbilidad algo repugnante鈥

鈥滶l ritmo al que podemos llegar a nuestro destino de felicidad econ贸mica se regir谩 por cuatro premisas: nuestro poder para controlar la poblaci贸n, nuestra determinaci贸n de evitar guerras y disensiones civiles, nuestra voluntad de confiar a la ciencia la direcci贸n de aquellos asuntos que son propiamente de su inter茅s y la tasa de acumulaci贸n fijada por el margen entre nuestra producci贸n y nuestro consumo.

鈥漃ero, principalmente, no sobrestimemos la importancia del problema econ贸mico, ni sacrifiquemos a sus supuestas necesidades otros asuntos de mayor y m谩s permanente trascendencia. Deber铆a ser un asunto de especialistas, como la odontolog铆a. Si los economistas pudieran hacerse pensar en s铆 mismos como personas humildes y competentes, al mismo nivel que los dentistas, 隆ser铆a espl茅ndido!鈥

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