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Del Plan Marshall a la constituci贸n de la OTAN

Discursos del siglo XX

La doctrina Truman insufl贸 dinero a la Europa de posguerra y alent贸 la unidad occidental para hacer frente al bloque sovi茅tico

Espa帽a, la OTAN y los amores que matan

Cumbre de la OTAN en 1957

Cumbre de la OTAN en 1957

El contexto

Que los acuerdos alcanzados entre los vencedores de la Segunda Guerra Mundial no iban a pasar de una mera declaraci贸n de intenciones entre dos bloques irreconciliables qued贸 claro en cuanto I贸sif Stalin acept贸 sin m谩s en la Conferencia de Yalta de 1945 que los pa铆ses liberados por la Uni贸n Sovi茅tica celebrar铆an elecciones democr谩ticas.

Y as铆 fue c贸mo bajo la tutela sovi茅tica, no s贸lo los pa铆ses liberados por el Ej茅rcito Rojo, sino otros donde su papel hab铆a sido de mero apoyo de movimientos partisanos, eligieron gobiernos que r谩pidamente se alinearon con Mosc煤. De la misma manera que Estonia, Letonia y Lituania 鈥榓ceptaron鈥 su conversi贸n en Rep煤blicas Socialistas Sovi茅ticas tras la invasi贸n de las tropas de Mosc煤 en 1940 con el consentimiento de la Alemania nazi.

Que la Uni贸n Sovi茅tica no aceptase la unidad pol铆tica de Alemania o que pa铆ses como Yugoslavia o Albania tambi茅n abrazasen el socialismo sin formar parte de esa zona de influencia directa sovi茅tica fue la primera voz de alarma para los aliados occidentales.

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Pero que Grecia y Turqu铆a, en la frontera sur -e incluso Italia- diesen tambi茅n muestras de poder constituirse en reg铆menes alienados con Mosc煤 en un efecto domin贸 supuso ya la reacci贸n de Estados Unidos y el Reino Unido, unidos en la configuraci贸n de un bloque occidental que supusiese una contenci贸n democr谩tica y con una econom铆a de libre mercado al creciente modelo del Este.

El arma de guerra de esta incipiente Guerra Fr铆a no fue otra que el dinero. El que el presidente Harry Truman pidi贸 al Congreso de Estados Unidos en 1947 para apoyar a los gobiernos prooccidentales de Grecia y Turqu铆a y el que tambi茅n Estados Unidos inyect贸 en todo el continente para su reconstrucci贸n en el conocido Plan Marshall a partir de un a帽o despu茅s. M谩s de 20.000 millones de d贸lares.

Si bien el programa de reconstrucci贸n, implementado desde Europa, pretend铆a abarcar a los pa铆ses socialistas que en un principio hab铆a aceptado su inclusi贸n, las directrices de Mosc煤 fueron inapelables y todos ellos acabaron renunciando a las ayudas.

Dean Acheson, secretario de Estado de Estados Unidos, firma el acuerdo de constituci贸n de la Organizaci贸n del Tratado del Atl谩ntico Norte en presencia del presidente Harry Truman, de pie en el centro

Dean Acheson, secretario de Estado de Estados Unidos, firma el acuerdo de constituci贸n de la Organizaci贸n del Tratado del Atl谩ntico Norte en presencia del presidente Harry Truman, de pie en el centro

Desde Europa, lo que se dio en conocer como doctrina Truman estuvo abanderada por el Gobierno brit谩nico. El 22 de enero de 1948, ante la C谩mara de los Comunes, el ministro de Asuntos Exteriores brit谩nico, el laborista Ernest Bevin, pronunci贸 el discurso que ofrecemos extractado condenando las ambiciones pol铆ticas de la Uni贸n Sovi茅tica y pidiendo una mayor unidad entre los pa铆ses de Europa Occidental.

Una d茅cada despu茅s, Paul-Henri Spaak, uno de los art铆fices de la Uni贸n Europea y en aquel momento secretario general de la OTAN, se帽al贸 el discurso de Bevin como el precursor tanto de la unidad pol铆tica y comercial de la Europa occidental como de la Alianza Atl谩ntica, situ谩ndolo al nivel de los de su rival pol铆tico Winston Churchill y dejando claro que la rivalidad pol铆tica en democracia no es contradictoria con la defensa del Estado de Derecho frente al totalitarismo.

El discurso

鈥淪oy consciente de que hay un gran inter茅s en la C谩mara en este debate, que tendr谩 una duraci贸n de dos d铆as. Tambi茅n soy tan consciente de que lo que digo puede ser tan f谩cilmente malinterpretado en otros pa铆ses que propongo tener mucho cuidado en la presentaci贸n de la posici贸n del Gobierno.

鈥滶stamos, de hecho, en un momento cr铆tico en la organizaci贸n del mundo de la posguerra, y s茅 que las decisiones que tomemos ahora ser谩n vitales para la futura paz del mundo. Es el momento en el que deben tomarse ahora las decisiones.

鈥滾a historia comienza con una serie de conferencias que se llevaron a cabo durante la guerra y en las que se expresaron muchas ideas. En este sentido, de los acontecimientos pol铆ticos que han ocurrido desde entonces, uno de los temas principales en ese momento est谩 relacionado con el futuro de muchos pa铆ses europeos.

Estamos en un momento cr铆tico en la organizaci贸n del mundo de la posguerra y es el momento de tomar decisiones

鈥滾a soluci贸n que lleg贸 a Yalta fue considerada por el Gobierno de Su Majestad como un compromiso sensato entre elementos en conflicto, pero no hay duda de que, a medida que ha evolucionado, ha revelado una pol铆tica por parte de la Uni贸n Sovi茅tica de utilizar todos los medios a su alcance para conseguir el control en Europa del Este y, como parece ahora, tambi茅n en Occidente.

鈥滺a quedado bastante claro, creo, que el proceso comunista contin煤a implacablemente en cada pa铆s. Hemos visto que lo que ha pasado en Polonia, Bulgaria, Hungr铆a, m谩s recientemente en Ruman铆a y, seg煤n la informaci贸n en nuestra posesi贸n, se puede extender a otros lugares.

鈥漃or lo tanto, el problema al que nos enfrentamos es el control de Europa del Este por la Rusia sovi茅tica, cuyas fronteras han ido avanzando. Basta mirar el mapa para ver c贸mo desde la guerra la Rusia sovi茅tica se ha expandido y ahora se extiende desde el centro de Europa hasta las islas Kuriles y Sajal铆n.

El problema al que nos enfrentamos es el control de Europa del Este por la Rusia sovi茅tica, cuyas fronteras avanzan

鈥滾uego tenemos el gran tema de Grecia, que es similar a los otros que he mencionado. Asumamos que la Uni贸n Sovi茅tica puede esperar, Estados Unidos y el Reino Unido cansarse y el llamado Gobierno de Comunistas Rebeldes ser reconocido m谩s tarde sin m谩s. Al final, se impondr铆a un gobierno comunista en Grecia que ser铆a incorporado en el sistema sovi茅tico junto al resto.

鈥滱qu铆, perm铆tanme decir que la posici贸n del Gobierno es bastante clara. Esper谩bamos estar fuera de Grecia. Esper谩bamos que tras las primeras elecciones se formar铆a un gobierno, que con el tiempo se llevar铆an a cabo elecciones subsiguientes, y que todo permitir铆a que funcionara el proceso de desarrollo democr谩tico.

鈥漃ero esto no ha sido as铆. El estado de guerra civil latente se ha perpetuado. Por lo tanto, no se trata de qu茅 tipo de gobiernos se elija en Grecia, estamos ante un intento despiadado, mantenido en el tiempo, de llevar a ese pa铆s a la 贸rbita sovi茅tica.

Hoy asistimos a un intento despiadado, mantenido en el tiempo, de llevar tambi茅n a Grecia a la 贸rbita sovi茅tica

鈥漅ecordar铆a a la C谩mara que han pasado menos de tres a帽os desde que termin贸 la guerra, y espero a煤n que, con el uso correcto del poder y organizaci贸n, estas dificultades puedan ser superadas. Mientras tanto, debemos enfrentar los hechos tal como son. Nuestra tarea no es hacer declaraciones espectaculares, ni utilizar amenazas o intimidaciones, sino proceder con rapidez y decisi贸n con los pasos que consideramos necesarios para enfrentar la situaci贸n que ahora enfrenta el mundo.

鈥滾a concepci贸n de la unidad de Europa y la preservaci贸n de Europa como el coraz贸n de la civilizaci贸n occidental es aceptado por la mayor铆a de los ciudadanos. La importancia de esto se ha hecho cada vez m谩s evidente, no s贸lo para todas las naciones europeas como consecuencia de las crisis de posguerra por las que ha pasado y pasa Europa, sino para el mundo entero.

鈥漀adie discute la idea de la unidad europea. Ese no es el problema. La cuesti贸n es si la unidad europea puede lograrse sin la dominaci贸n y el control de una gran potencia. Ese es el problema que debe ser resuelto.

Nadie discute la idea de la unidad europea, la cuesti贸n es si puede lograrse sin la dominaci贸n de una gran potencia

鈥滺e intentado en m谩s de una ocasi贸n exponer, en esta C谩mara y en los foros internacionales la pol铆tica brit谩nica que ha sido cuidadosamente considerada en relaci贸n con Europa. Esta pol铆tica se ha basado en tres principios. El primero es que ninguna naci贸n deber铆a dominar Europa. El segundo es que la concepci贸n anticuada del equilibrio de poder como objetivo debe descartarse. El tercero es que debe sustituirse la cooperaci贸n y asistencia de las cuatro potencias a todos los estados de Europa, para permitirles evolucionar libremente cada uno a su manera.

鈥滶n cuanto al primer principio, estoy seguro que esta C谩mara y el mundo se dar谩n cuenta de que si una potencia aplica una pol铆tica para tratar de dominar Europa por cualquier medio, directo o indirecto -hay que ser franco- uno llega a la conclusi贸n de que conducir谩 inevitablemente de nuevo a otra guerra mundial y espero que esa idea sea descartada por todos nosotros.

鈥滺ay otro factor muy preocupante. Evolucion贸 en gran medida con Hitler y Mussolini, y ahora me temo que se ha convertido en un instrumento muy peligroso para Europa: es lo que describimos como el Estado policial. No imagin谩bamos que esto se mantendr铆a despu茅s de la guerra, pero as铆 es, y se exporta con implacable eficiencia.

Hay otro factor muy preocupante que evolucion贸 con Hitler y Mussolini y hoy听tiene una implacable eficiencia: el Estado policial

鈥滵ebo decir, mientras o铆mos hablar de elecciones y democracia, que donde el Estado policial existe los votos valen muy poco. Es cierto que los votos no han desaparecido, pero es el votante mismo el que desaparece y el candidato ganador si se atreve a tener una opini贸n propia.

鈥漈ras la guerra, el acuerdo entre las cuatro potencias deb铆a cerrar la brecha entre el Este y el Oeste, y as铆 evitar la necesidad de cristalizar Europa en bloques separados. Siempre hemos querido la m谩s amplia concepci贸n de Europa, incluida, por supuesto, Rusia. No es una idea nueva.

鈥滾a idea de una relaci贸n cercana entre los pa铆ses de Europa Occidental surgi贸 por primera vez durante la guerra. El Gobierno de Su Majestad en ese momento indic贸 al Gobierno sovi茅tico que pondr铆a el establecimiento de una organizaci贸n mundial primero en su lista.

Siempre hemos querido la m谩s amplia concepci贸n de Europa, incluida, por supuesto, Rusia

鈥漀osotros tambi茅n indicamos que podr铆a ser deseable tener acuerdos de defensa con Europa Occidental con el prop贸sito de instituir una pol铆tica de defensa com煤n contra el posible resurgimiento de la agresi贸n alemana, y determinar qu茅 papel debe desempe帽ar cada Estado en materia de armamentos y disposici贸n de fuerzas.

鈥滻ndicamos que cuando surgieran estos asuntos mantendr铆amos informado al gobierno sovi茅tico, lo cual hicimos. En 1945, sin embargo, hubo muchas cr铆ticas sovi茅ticas por la supuesta formaci贸n de un bloque occidental contra la Uni贸n Sovi茅tica, lo cual era falso. En ese momento, ni siquiera hab铆amos tenido una reuni贸n con nuestros aliados occidentales para discutir el asunto.

鈥漇in embargo, esta cr铆tica se verti贸 a diario en la radio y en el Pravda. Cuando estuve en Mosc煤, por lo tanto, en diciembre de 1945, y vi Stalin, le expliqu茅 que el Reino Unido debe tener acuerdos de seguridad con Francia y otros pa铆ses vecinos, al igual que la Uni贸n Sovi茅tica los ten铆a con sus vecinos, a lo que no puso objeciones. Dije que cualquier cosa que hici茅ramos no estar铆a dirigida contra la Uni贸n Sovi茅tica.

Dijimos que ser铆a deseable instituir una pol铆tica de defensa com煤n contra el posible resurgimiento de una agresi贸n, pero con la Uni贸n Sovi茅tica

鈥滾a propuesta europea de recuperaci贸n se present贸 con el mismo esp铆ritu, se ofreci贸 a toda Europa, incluida Rusia. Por lo tanto, no hab铆a motivos para temer que se dirigiera contra la Uni贸n Sovi茅tica.

鈥漈an claro era que el programa estaba destinado a toda Europa que en Polonia sabemos que incluso el Partido Comunista estaba ansioso por participar. En Hungr铆a, Ruman铆a y Checoslovaquia incluso anunciaron su intenci贸n de aceptar la invitaci贸n. Sobre Yugoslavia y Bulgaria nunca tuve ninguna informaci贸n precisa. Finalmente, todos estos Estados recibieron la orden de abstenerse. 驴Qu茅 hab铆a pasado con su soberan铆a? No se estaban alejando por su propia voluntad.

鈥滱hora tenemos que enfrentarnos a una nueva situaci贸n. En esto es imposible moverse tan r谩pido como quisi茅ramos. Estamos tratando con naciones que son libres de tomar sus propias decisiones. Es bastante f谩cil elaborar un plan para una Europa occidental unificada y construir planes de aspecto pulcro en papel.

鈥滾a conclusi贸n es que las naciones libres de Europa Occidental ahora deben unirse estrechamente, por cuanto tienen estos pa铆ses en com煤n. Nuestros sacrificios en la guerra, nuestro odio por la injusticia y la opresi贸n, nuestra democracia parlamentaria, nuestra lucha por los derechos econ贸micos y nuestra concepci贸n y amor a la libertad son comunes a todos nosotros. Creo que ha llegado el momento de una consolidaci贸n de la Europa Occidental.鈥

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