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Auge y ca铆da de Viacheslav M贸lotov, el martillo de Stalin

Uni贸n Sovi茅tica

Durante d茅cadas, M贸lotov fue la mano derecha de Stalin. Tras la muerte de este, se opuso a Jruschov hasta que fue derrotado y expulsado del partido

El pol铆tico y diplom谩tico sovi茅tico Viacheslav M贸lotov en su etapa como ministro de Exteriores, 1941.

El pol铆tico y diplom谩tico sovi茅tico Viacheslav M贸lotov en su etapa como ministro de Exteriores, 1941.

Laski Diffusion/Getty Images

Viacheslav Skryabin escogi贸 como nombre de guerra M贸lotov, del ruso 鈥molot鈥, que quiere decir martillo. El joven revolucionario confiaba en que el toque industrial y proletario del apodo lo acercar铆a a las masas obreras a las que deb铆a arengar. Mucho tiempo despu茅s, cuando alcanz贸 la cima de la jerarqu铆a sovi茅tica, su sobrenombre se ajustaba perfectamente al car谩cter implacable y tenaz del que ser铆a el m谩s fiel lugarteniente de Stalin.

Ambos se conocieron en 1912, en la redacci贸n de Pravda, el diario bolchevique. Tuvieron que transcurrir diez a帽os hasta que comenzaran a colaborar estrechamente. Stalin era entonces secretario general del partido, y M贸lotov, su adjunto. En aquel cargo sobresali贸 como un administrador concienzudo y leal. En la lucha por el poder que sigui贸 a la muerte de Lenin tom贸 partido por Stalin, quien recompens贸 generosamente su fidelidad. En 1926, con la promoci贸n al selecto club del Politbur贸, y, cuatro a帽os despu茅s, con la jefatura del gobierno.

T谩ndem con Stalin

Si hacemos caso a Trotski, aquel ascenso representaba el triunfo de una generaci贸n de bur贸cratas mediocres, ajenos a la estirpe heroica de los viejos bolcheviques y m谩s celosos del rigor administrativo que de las convicciones ideol贸gicas. Cr铆tica al margen, lo cierto es que, a lo largo de los a帽os treinta, Stalin y M贸lotov formaron el t谩ndem que molde贸 la sociedad sovi茅tica.

El primero defin铆a desde la direcci贸n del partido las l铆neas maestras de la pol铆tica, mientras el segundo supervisaba su ejecuci贸n controlando la acci贸n de gobierno. No hubo iniciativa, por traum谩tica que fuera, sin el respaldo absoluto de M贸lotov. Por eso fue tan responsable como Stalin de las consecuencias calamitosas de la colectivizaci贸n del campo, y c贸mplice en las matanzas durante las grandes purgas. Los archivos atestiguan los cientos de listas de condenas a muerte firmadas por ambos.

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A mediados de 1939, sin apenas experiencia diplom谩tica, asumi贸 la cartera de Exteriores. A partir de entonces, fue el alter ego de Stalin en las mesas de negociaci贸n y defendi贸 su voluntad con dosis infinitas de firmeza y paciencia. Cerr贸 el pacto de no agresi贸n con los nazis que retras贸 casi dos a帽os la invasi贸n alemana. Y cuando esta se produjo, teji贸 la alianza con brit谩nicos y norteamericanos que asegur贸 la victoria.

Molotov firma el pacto germano sovi茅tico de no agresi贸n, ante Stalin y el ministro alem谩n Von Ribbentrop, de pie a la izquierda.

Molotov firma el pacto germano sovi茅tico de no agresi贸n, ante Stalin y el ministro alem谩n Von Ribbentrop, de pie a la izquierda.

Dominio p煤blico

Al acabar el conflicto estaba en el cenit de su carrera. Solo Stalin superaba su proyecci贸n internacional, y su estatura como hombre de Estado era reconocida en las principales canciller铆as. Sin embargo, su famosa tenacidad a la hora de negociar poco pudo hacer por mantener la colaboraci贸n con Londres y Washington en la construcci贸n del orden de la posguerra. La gran alianza se desvaneci贸 dando paso a la divisi贸n del mundo en dos bloques. La guerra fr铆a hab铆a estallado.

Ca铆da y retorno

1948 fue su annus horribilis. Lo peor no fue que se quedara con la miel en los labios tras ser nominado al Nobel de la Paz, sino el arresto de su esposa. Polina Zhemch煤zhina, ferviente estalinista que hab铆a ocupado altos cargos en el gobierno, estaba desde hac铆a tiempo en el punto de mira de Stalin.

Su origen jud铆o sirvi贸 de pretexto para acusarla falsamente de espiar para Israel. Condenada a cinco a帽os en un campo de trabajo, M贸lotov nada hizo para salvarla de la c谩rcel. Incluso acat贸 el divorcio que le impuso Stalin, porque antes que el amor por ella estaba la obediencia ciega al partido y la devoci贸n sin l铆mites a su l铆der, quien, no satisfecho con esa humillaci贸n, lo destituy贸 como ministro de Exteriores al a帽o siguiente.

Polina Zhemchuzhina Molotova, directora de TeZh茅

Polina Zhemchuzhina Molotova.听

Getty Images

No se detuvo ah铆 su ca铆da a los infiernos. En 1952, Stalin lo excluy贸, primero, del Politbur贸, y, luego, de su c铆rculo m谩s 铆ntimo. Sospechaba sin fundamentos que su lugarteniente m谩s leal era un traidor. Su vida pend铆a de un hilo.

Aunque el 5 de marzo de 1953 debi贸 de respirar con alivio al conocer la muerte de Stalin, fue el 煤nico de sus colaboradores que se mostr贸 visiblemente emocionado durante el funeral de quien cre铆a un gigante irremplazable. El poder pas贸 entonces a una direcci贸n colegiada, con Gueorgui Malenkov como primer ministro, Lavrenti Beria al frente de la seguridad del Estado, y el control del partido en manos de Nikita Jruschov.

De izqda. a dcha., llevan el f茅retro de Stalin: Beria, Malenkov, Vasili Stalin, M贸lotov, Bulganin, Kaganovich y Shvernik, 1953.

De dcha. a izqda., llevan el f茅retro de Stalin: Beria, Malenkov, Vasili Stalin, M贸lotov, Bulganin, Kaganovich y Shvernik, 1953.

Hulton Archive/Getty Images

M贸lotov recuper贸 la jefatura de la diplomacia. Con sesenta y tres a帽os era el m谩s veterano del grupo, y, para la mayor铆a, el digno sucesor de Stalin. Pero estaba demasiado acostumbrado a ser el n煤mero dos y no mostr贸 intenci贸n alguna de querer desafiar el liderazgo colectivo. Al contrario, no dud贸 en secundar a Jruschov para deshacerse de Beria cuando sus iniciativas amenazaron los equilibrios de poder en el grupo.

Hasta 1955 busc贸 con ah铆nco la distensi贸n con Occidente, intentando dar forma a un sistema de seguridad colectiva que pusiera fin a la guerra fr铆a. El escollo era el futuro de la Alemania dividida. Ante el temor a que la parte occidental se rearmara, integr谩ndose en la OTAN, estuvo dispuesto a aceptar una Alemania unida y neutral.

Fue una concesi贸n que Jruschov, que se perfilaba como el hombre fuerte del r茅gimen, rechaz贸 de plano. Como resultado, la guerra fr铆a se enquist贸. En 1955 la Rep煤blica Federal de Alemania ingres贸 en la OTAN, y, al a帽o siguiente, su hermana comunista lo hizo en el Pacto de Varsovia.

El enfrentamiento con Jruschov

Quiz谩 no hubo dos personalidades m谩s antag贸nicas en el grupo dirigente que las del secretario general y el jefe de la diplomacia. Jruschov, expansivo, impetuoso y algunas veces err谩tico, estaba en las ant铆podas del autocontrol y refinamiento del siempre inescrutable M贸lotov, que despreciaba a Jruschov por su tosquedad.

Aquellas diferencias de car谩cter, a buen seguro, acentuaron las discrepancias pol铆ticas que preludiaron su enfrentamiento final. M贸lotov censur贸 con dureza que Jruschov cediera a Ucrania la pen铆nsula de Crimea, un territorio hist贸ricamente ruso. Tambi茅n critic贸 el despilfarro absurdo de su campa帽a para cultivar extensas zonas bald铆as del pa铆s.

M贸lotov (izquierda) con Jrushchov (segundo desde la derecha) y el presidente del Consejo de Ministros Nikol谩i Bulganin (a la izquierda de Jrushchov) en 1955.

M贸lotov (izquierda) con Jruschov (segundo desde la derecha) y el presidente del Consejo de Ministros Nikol谩i Bulganin (a la izquierda de Jruschov) en 1955.

Bundesarchiv, Bild 183-33241-0001 / CC-BY-SA 3.0

Jruschov, por su parte, aprovech贸 las reticencias de M贸lotov al acercamiento a la Yugoslavia de Tito para acusarlo de mantener concepciones anticuadas de las relaciones internacionales. A la postre, detr谩s de aquellas disputas subyac铆a el conflicto entre dos modelos pol铆ticos: el estalinismo, que representaba M贸lotov, y su superaci贸n, por la que apostaba Jruschov.

La ruptura definitiva lleg贸 cuando Jruschov decidi贸 atacar a la figura de Stalin. M贸lotov aceptaba que su jefe hubiera cometido errores, pero tambi茅n exig铆a el reconocimiento de sus m茅ritos. Nada de aquello sucedi贸 durante el vig茅simo congreso del partido, celebrado en febrero de 1956, y que inici贸 la desestalinizaci贸n.

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El famoso informe secreto de Jruschov, le铆do a puerta cerrada, horroriz贸 a los delegados al revelar la magnitud de los cr铆menes de Stalin. M贸lotov no fue el 煤nico en el partido que interpret贸 aquella maniobra como una traici贸n. Entre bastidores hubo quien le pidi贸 que diera un paso al frente y tomara las riendas del pa铆s.

L铆neas rojas

La desestalinizaci贸n avanzaba. Tras el congreso, se cre贸 una comisi贸n para investigar los juicios que, en los a帽os treinta, eliminaron a la vieja guardia bolchevique, as铆 como el asesinato de Sergu茅i K铆rov, el jefe del partido de Leningrado, detonante de las grandes purgas. Jruschov confiaba en que los resultados de la investigaci贸n apuntar铆an a Stalin como promotor del magnicidio, lo que debilitar铆a a sus fieles en el partido. Pero las conclusiones de la comisi贸n, presidida por M贸lotov, ratificaron la culpabilidad de los ejecutados, y descartaron que Stalin urdiera complot alguno contra K铆rov.

Aquel rev茅s a la ofensiva antiestalinista de Jruschov no evit贸 la destituci贸n de M贸lotov como ministro de Exteriores, aunque conserv贸 su puesto en el Politbur贸, desde donde continu贸 su oposici贸n al secretario general.

Molotov, con el ministro franc茅s de Exteriores, Antoine Pinay, en 1955.

M贸lotov, con el ministro franc茅s de Exteriores, Antoine Pinay, en 1955.

Dominio p煤blico

En el oto帽o de 1956, la crisis en los reg铆menes comunistas de Polonia y 贬耻苍驳谤铆补听agudiz贸 a煤n m谩s las tensas relaciones en la c煤pula dirigente. Jruschov cometi贸 la imprudencia de airear fuera del partido las desavenencias internas. Aquel error, que traspasaba una l铆nea roja de la 茅tica bolchevique, unido al estilo egoc茅ntrico de Jruschov en la toma de decisiones, contraviniendo las normas de la direcci贸n colegiada, convencieron a M贸lotov de la necesidad de destituirlo. Gueorgui Malenkov y L谩zar Kagan贸vich, antiguos lugartenientes de Stalin, se sumaron a la iniciativa. Los partidarios del golpe eran mayor铆a en el Politbur贸, y desde aquel 贸rgano lanzaron su ataque.

En junio de 1957 tuvo lugar la acalorada reuni贸n del Politbur贸 en la que Jruschov, despu茅s de recibir un aluvi贸n de cr铆ticas y acusaciones, present贸 su renuncia. El triunfo parec铆a de M贸lotov, pero pronto fue neutralizado. Para que la renuncia fuera efectiva deb铆a ratificarla el Comit茅 Central, y la proporci贸n de delegados favorables al secretario general era abrumadora.

La desestalinizaci贸n sigue adelante

La victoria de Jruschov estaba cantada. El Comit茅 Central se reuni贸 durante una semana. Sus sesiones no solo restituyeron en su puesto a Jruschov, encumbr谩ndolo como l铆der absoluto, tambi茅n se convirtieron en un juicio pol铆tico contra los promotores de la intentona golpista, denominados entonces Grupo Antipartido.

M贸lotov y sus aliados hab铆an querido poner fin a la desestalinizaci贸n, pero acabaron siendo sus v铆ctimas. Fueron acusados de atentar contra la unidad del partido y de ser c贸mplices de los cr铆menes de Stalin. La derrota los despoj贸 de sus cargos y sell贸 el final de sus carreras pol铆ticas.

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Con la ca铆da vino el ostracismo. M贸lotov fue destinado a Mongolia como embajador. Luego a Austria, con un puesto de menor relieve. La distancia no lo silenci贸, y continu贸 denunciando el revisionismo de Jruschov y su traici贸n a Stalin, lo que le vali贸 la expulsi贸n del partido en 1962. El peor castigo.

Alejado desde entonces de toda actividad pol铆tica, solicit贸 reiteradamente su reingreso, hasta que lo obtuvo en 1984. Falleci贸 dos a帽os despu茅s, al inicio de la perestroika de Gorbachov. Su muerte pas贸 casi inadvertida. No era momento oportuno para el reconocimiento p贸stumo a un estalinista inquebrantable.

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