bet365

De “volar los puentes” a “ir de punta en blanco”: expresiones de origen militar

Curiosidades

Hay un sinfín de expresiones que hunden sus raíces en el ámbito castrense. Algunas son evidentes, como “volar los puentes”, pero otras no tanto, como “mandar a la porra”...

18 citas sobre la guerra, de Aristófanes a Groucho Marx

“De punta en blanco”: grupo de soldados del regimiento Patricios de Buenos Aires en uniforme de gala

“De punta en blanco”: grupo de soldados del regimiento Patricios de Buenos Aires en uniforme de gala

iStock

La noche del pasado lunes Ucrania volvió a atacar el puente de Crimea (ya lo había hecho en 2022), vital para Rusia, porque la conecta con esa península anexionada. “Volar los puentes”, ¿acaso no es eso lo que estos dos países llevan haciendo desde 2014?

Todo el mundo nos ha entendido, pues el sentido figurado de la locución es muy claro. Refiere a dos partes que se niegan a entenderse, como en la guerra, cuyo fin es la aniquilación del otro, como decía Carl von Clausewitz. Y, siendo el conflicto tan antiguo como el hombre, resulta que la fraseología está llena de dichos que nacieron de estrategias, tácticas o costumbres militares.

Lee también

La guerra a través de las frases de Julio César

Xavier Vilaltella Ortiz
Se cree que abusó del poder absoluto y que fue asesinado con justicia”, escribió el historiador latino Suetonio refiriéndose a César. En su opinión, el famoso estadista despreciaba la república y había recibido honores excesivos, como la dictadura perpetua.
Para evitar que se proclamara rey, un grupo de sesenta senadores planeó su muerte. Entre los cabecillas se encontraban antiguos partidarios de Pompeyo, como Cayo Casio Longino y Marco Junio Bruto, a los que César había perdonado y otorgado cargos políticos. Los conjurados acabaron con su vida en 44 a. C.
Se hizo famosa la frase “¿También tú, Bruto?”, que habría pronunciado al ver entre sus asesinos a Marco Junio Bruto, tradicionalmente presentado como supuesto hijo suyo. Pero no hay certeza de lo primero y lo segundo es imposible: la relación entre César y la madre de Bruto es posterior a su nacimiento.
Según la leyenda, César no hizo caso de las premoniciones acerca de su asesinato. Su esposa Calpurnia le pidió que no acudiera al Senado, porque había visto en sueños su cuerpo cubierto de sangre. Ya en la calle, un quiromante le gritó que se cuidara de los idus de marzo (es decir, el día 15 de ese mes). Poco después, alguien le dio un papiro que él no desenrolló. Lo encontraron en su mano cuando ya era cadáver: en él se le advertía de la conspiración y del atentado.

Como aquello de “quemar las naves”, que solo se lo atribuimos a Hernán Cortés (1485-1547), pero cuenta la leyenda que ya lo hicieron el tirano Agatocles (c. 361-289 a. C.), Julio César (100-44 a. C.) o Táriq, el que desembarcó en la península en 711. Quién sabe, será que aquello de destruir los barcos para que a nadie se le ocurra echarse atrás es una treta antigua. La siguiente relación, en la que repasamos algunas de las expresiones de origen bélico, guarda más sorpresas.

Dormirse en los laureles

Esta tiene fácil explicación. Solo si sabemos, claro está, el significado del laurel en la mitología clásica. En la antigua Grecia, las hojas de este árbol perenne eran el trofeo de los deportistas ganadores, y en Roma, también el de los generales que volvían victoriosos. Ya en tiempos del Imperio, acabó convirtiéndose en el atributo de los emperadores, ganaran batallas o no.

Horizontal

Busto del emperador romano Octavio Augusto con una corona de laurel

Terceros

El caso es que la asociación de esta hoja con el triunfo sobrevivió en la literatura del Medievo, el Renacimiento y hasta el siglo XIX. Fue entonces cuando apareció la expresión en España, aunque hasta 1970 la Real Academia no la hizo oficial. Que se ha “dormido en los laureles” se dice del que, tras un éxito inicial, abandona el empeño en hacer algo; una muy mala estrategia.

Ser de la misma quinta

Todo el mundo sabe qué es una quinta, pero, al haber desaparecido el servicio militar obligatorio, a más de uno se le habrá olvidado de dónde procede el término. Alude a los sorteos que se venían haciendo en España, al menos desde los tiempos de Juan II de Castilla (1405-1454), para que uno de cada cinco jóvenes ingresara en el ejército.

Lee también

¿Sabías que el Ejército ganó un mundial antes que la Selección Española?

Xavier Vilaltella Ortiz
Selección española en la Copa Mundial Militar de 1965

Había que hacerlo así porque los únicos que se enrolaban voluntarios eran los maleantes, los extranjeros y otros individuos que no tenían dónde caerse muertos. En 1912 los sorteos dejaron de existir, pues la mili se hizo universal, pero el término quedó fijado en el habla popular para referirse a los de una misma generación. Aún hoy, en muchos pueblos de España sobreviven las fiestas que se hacían anualmente para despedir a los reclutas.

Mandar ¡a la porra!

Mandar a alguien “a la porra” es mandarlo de paseo o adonde sea, pero cuanto más lejos mejor. Pero ¿qué es esa “porra”? En los ejércitos de antaño, era como se llamaba a un bastón largo y rematado por una esfera que llevaba el tambor mayor, el jefe de la banda de música en los regimientos de infantería.

Lee también

Mil formas de no ir a la guerra

Carlos Hernández-Echevarría
Policías detienen en Moscú a un manifestante contra la movilización parcial anunciada por el presidente ruso Vladímir Putin, 24 de septiembre de 2022

Cuando marchaban o desfilaban, lo usaba para marcar el ritmo, pero al acampar se le daba un uso muy distinto. Clavado en el suelo, indicaba el lugar donde debían acudir los soldados castigados por alguna falta leve. De ahí el “¡vete a la porra!”, que es lo que diría el oficial en esos casos. Era propio de los ejércitos del siglo XIX, por eso es entonces cuando la expresión apareció en su sentido actual.

Dar cuartel, o no darlo

“Dar cuartel”, para decir que se será benévolo con un contrincante, o “no dar cuartel”, en el sentido contrario, se explican por cómo era la guerra en el siglo XVII. Por aquel entonces, cuando dos ejércitos se enfrentaban a campo abierto, se pactaba una zona, llamada “cuartel”, a la que podían retirarse los soldados que desearan rendirse al enemigo. El acuerdo era que nadie que estuviera allí recibiría daño.

Lee también

¿Cuál es el origen de la Jolly Roger, la bandera pirata?

Xavier Vilaltella Ortiz
Representación de la bandera pirata de Christopher Condent

En el caso de los asedios, la forma de hacerlo era la chamade. Se trataba de un aviso de trompetas y tambores, que los atacantes hacían después de abrir una brecha en las murallas, por si los de dentro querían salir antes del asalto final. Por el contrario, cuando no se estaba dispuesto a tomar prisioneros, se decía que no se daría cuartel. Es lo que hacían algunas veces los piratas –no tantas como dice el mito–, de ahí que su enseña negra se convirtiera en una visión espantosa.

Vérsele a alguien el plumero

Podemos decir con exactitud cuándo se empezó a decir que a alguien “se le ve el plumero”. El tocado en cuestión es uno que lucían los voluntarios de la Milicia Nacional en el casco, lo que se conoce como un penacho.

Fue un cuerpo armado –el antecedente de la Guardia Civil– creado por las Cortes de Cádiz para el mantenimiento del orden público. Por tanto, se trataba de una institución de carácter liberal, que buscaba sustituir el andamiaje policial del Antiguo Régimen.

Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...