La semilla del mal se cultivó casi desde la cuna. Las múltiples aberraciones atribuidas al presunto depredador sexual y violador de menores llamado Sean Diddy Combs, de 55 años, encarcelado desde septiembre y uno de los más poderosos artistas y productores musicales en Estados Unidos, son el resultado del impacto emocional de las orgías convocadas por su madre Janice cuando él era un niño.
Además de sembrar dudas sin pruebas, a partir de conspiraciones basadas en testimonios no avalados por los investigadores, de que pudo estar detrás de las muertes de Kimberly Porter, su pareja entre 1994 y 2007, y de la estrella del hip hop Notorius Big, tiroteado en Los Angeles en 1997, el documental estrenado por Peacock (NBC) sostiene esa tesis del daño psicológico para entender como aquel adolescente sensible, castigado por el bullying de los machotes, acabó transformándose en un tipo ambicioso y sin piedad.
Siendo un niño vio como su madre organizaba orgías en casa en las que había sexo y drogas
En un verdadero monstruo capaz de supuestamente de violar a una mujer llamada Ashley (aparece con la imagen pixelada para preservar su privacidad) con un mando a distancia antes de practicar con ella una agresión masiva al estilo de una manada, en el 2018. Escapó como pudo. Acudió a la policía, pese a la amenaza de desfigurarla o de “venderla a quien fuera”, y no le hicieron caso. Hoy es una de las numerosas denunciantes. “Sigo recluida, aislada, no confió en nadie salvo mis padres”, dice.

Diddy Combs con su madre Janice en los MTV Video Music Awards, en septiembre del 2023. (Photo by Dia Dipasupil/FilmMagic)
Combs creció en una casa de clase media de Mount Vernon, ciudad neoyorquina fronteriza con el Bronx, que se convertía los fines de semana en un verdadero antro y en una pésima lección para un alma sensible, que creció sin padre. A Melvin, mafioso y estafador, lo mataron a tiros dentro de su coche junto a Central Park. Sean tenía dos años. “Todo se remonta a la infancia”, sostiene Tim Patterson, que, junto a su progenitora, compartieron vivienda con los Combs porque Janice quería que su hijo único tuviera un amigo con el que jugar.
“Estaba rodeado de adictos, de proxenetas, de camellos. Esos eran exactamente los que estaban en nuestra casa, los que venían a las fiestas eran de Harlem, de las calles”, prosigue. “No era nada raro entrar por error en una habitación y encontrar una pareja, desnuda”, insiste. “Esto es con lo que crecimos, eso era lo que sucedía un sábado por la noche”, remata.

Christopher 'Notorious B.I.G.', fallecido en 1997 en un tiroteo y Sean 'Diddy' Combs
Jefferson es uno de los amigos de infancia que participa en este documental, titulado Diddy: the making a Bad Boy (La creación de un chico malo) sobre Combs, el primero de una retahíla de producciones que buscan una explicación a la conducta del magnate encerrado hasta el día del juicio, previsto en Nueva York para el 5 de mayo, por más de 30 denuncias si bien la cifra continúa al alza.
Combs, reconvertido en Diddy o Puff Daddy , logró con poco más de 20 años pasar de ser el becario de la marca Uptown Records a crear su propio sello al que bautizó con un nombre premonitorio como Bad Boy y desde el que se aupó al éxito, a la riqueza y a la tiranía.
Entre los testimonios –amigos de infancia y de carrera musical, algunas víctimas. una profesora de psicología o periodistas que lo trataron a él o a las mujeres atacadas–, destacan los protagonistas de dos pasajes.

Sean Combs con Kimberly Porter (1970 - 2018), su pareja entre 1994 y 2007 y que siempre se sospechó que el rapero pudo estar detrás de su muerte.
En uno se describe cómo desarrolló su apetito en los negocios. En 1991 promovió un concierto en el City College de Manhattan. La capacidad era para 2.700 personas y vendió 10.000 entradas. Hubo nueve fallecidos en la avalancha pero Combs salió prácticamente indemne gracias a sus mentiras.
El otro momento es la intervención de un exempleado de su productora, anónimo y con la voz distorsionada, que facilitó imágenes inéditas de algunas de esas famosas fiestas que organizaba y que en el after concluían con orgías de 24 horas con la misma mujer, que “con toda seguridad era menores. “Si había luz roja era la señal de que estaban follando”, remarca.
Los abogados de Combs niegan todas las imputaciones y sospechas. Todo es el fruto de falsedades de gente codiciosa persiguiendo fortuna.