El bienestar físico y emocional es uno de nuestros principales objetivos vitales. Tal y como ocurre con el cuerpo, el cerebro sufre las consecuencias del día, cada uno distinto del anterior. Tan pronto como nos despistamos, podemos sentir dolor, agotamiento, pulsaciones, ansiedad, nervios y muchas más afectaciones. El cuerpo debe estar limpio por dentro y por fuera, pero la mente también merece una atención especial.
Uno de los nombres más conocidos en España sobre la materia es Mario Alonso Puig, doctor y fellow en cirugía por la Harvard University Medical School, quien a menudo comparte sus conocimientos en entrevistas, conferencias y demás actividades. Una de sus últimas reflexiones se centra en la palabra y el poder que puede tener en nuestro ambiente. Tanto nosotros como nuestros compañeros pueden sentir una afectación u otra dependiendo de lo que digamos.
“Somos conscientes de que la forma en la que nos hablan y lo que nos dicen tiene un impacto muchas veces inmediato en nuestras emociones, en nuestros procesos corporales. Hay palabras que nos tensan, hay palabras que nos bloquean, hay palabras que nos inspiran, hay palabras que nos elevan y hay palabras que nos hunden. La pregunta es: ¿por qué la palabra tiene tanto impacto?”, apuntaba durante una entrevista.
“Las palabras las genera el hemisferio izquierdo del cerebro, es la parte más racional, es la parte más lógica que manejamos. Lo que pasa es que esas palabras evocan, sobre todo en el hemisferio derecho del cerebro, que es la puerta al inconsciente, esas palabras evocan imágenes, experiencias previas, sensaciones y sentimientos. Yo suelo compararlo con algunas cerezas”, detallaba, insistiendo en que cada una se mueve al ritmo de la otra.

Mario Alonso Puig
Una tras otra
“La palabra es una de las cerezas, se mueve una cereza y mueve la otra cereza, que serían sentimientos, sensaciones, experiencias, emociones. Y por eso tiene tantísimo poder la palabra. Es más, se han hecho múltiples estudios científicos en los que se ha mostrado que las palabras negativas tienen la capacidad de producir cambios hormonales bastante poco saludables, mientras que las palabras positivas tienen un impacto distinto, incluso a nivel cerebral”, dejaba claro.
“Entonces hay que ser muy cuidadoso con las palabras, y si las palabras que van a salir de nuestra boca no son palabras para construir, es mejor que no salgan”, concluía. Recientemente, Alonso Puig también reflexionaba recientemente sobre nuestra reacción al miedo: “Los mecanismos del miedo lo que intentan es captar cualquier cosa que pueda suponer una amenaza”.