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No me llames C. Tangana, llámame Antón Álvarez: “Provocar es un juego y ya no le veo sentido”

Entrevista

Sin cantar ni afinar, pero con instinto y pasión, C. Tangana revolucionó el panorama musical y ahora se reinventa como cineasta. Su ópera prima emociona con el arte y la pena que el guitarrista Yerai Cortés quiere “contar al mundo”

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Carismático, autodidacta, el músico consagrado como C.Tangana debuta ahora en la dirección con su nombre real, Antón Álvarez

Rocío Aguirre

En la distancia corta, con ropa deportiva, gorra y chaqueta de piel, parece más joven y su expresión es menos desafiante de la que transmite su alter ego, el C.Tangana que arrasa en la música. Antón Álvarez (Madrid, 1990), su nombre real y el que le acompaña como cineasta, saluda con actitud cauta. “Me he hecho mayor, hasta tengo alguna cana”, bromea al iniciar la entrevista en un céntrico hotel madrileño.

Hace un año, el documental Esta ambición desmedida le desnudó, al ritmo de El madrileño, su álbum de récord que atrapó hasta a los más descreídos. En él mostraba su talento, su inseguridad ante al directo y el déficit financiero de su gira. Entonces, Pucho prometió su próximo debut como director. Y ha cumplido. La guitarra flamenca de Yerai Cortés, “lo más guapo que he hecho nunca”, es una cinta rodada en 16 y 35 mm, que llega con mención especial en el festival de Donostia y una buena acogida por su fuerza visual y emocional.

Amo esta película. Pienso que es lo mejor que hecho en toda mi vida”

Como catalizador de talentos que es, al conocer al guitarrista alicantino Yerai Cortés, que a sus 29 años brilla en su campo, ya vio en él al protagonista de su ópera prima. La película retrata el universo de Yerai -María, su madre, “frágil como una bomba”, Miguel, el Mikael, el padre; los amigos...–. Poco a poco desvela la herida familiar, silenciada, cómo vive el flamenco su entorno y el presente junto a su novia, la cantante Tania.

Yerai Cortés y Antón Álvarez..

Yerai Cortés y Antón Álvarez con ropa de Late Checkout, la firma de C.Tangana

Rocío Aguirre

El cartel del filme muestra un cohete espacial: ¿representa su despegue como cineasta?

La noche que conocí a Yerai fue como si los astros se alinearan. Vimos en el cielo de Madrid una hilera de luces, como estrellas: eran los satélites Starlink de Elon Musk. Me parece una metáfora muy bonita de lo que ha sido conocerle. A mí me ha permitido rodar por primera vez, para él es su primer disco. Fue más él quien me eligió a mí que yo a él. Él tenía claro que algo iba a hacer con su historia. Es el creador.

¿Qué le atrajo de él?

Su capacidad de estar entre dos mundos, con un pie en la tradición pero con un estilo de ser, de vestir y también de tocar muy contemporáneos. Eso me pareció muy seductor. Los modernos lo tratan de moderno pero los gitanos lo tratan de gitano.

Al ver el filme, ¿detecta errores?

Tiene muchas imperfecciones, pero amo la película. Es lo mejor que he hecho en toda mi vida. Todo lo que sé de música está ahí, cómo escribir letras, lo que significa ser artista, la relación con los padres, con la pareja, el sentimiento de culpa... reflexiones sencillas sobre cómo nos comportamos.

Yerai me fascinó por su capacidad de estar entre dos mundos: los modernos lo tratan de moderno, los gitanos lo tratan de gitano”

Le han definido mil veces como C.Tangana. ¿Quién es Antón Álvarez?

Ni idea. Soy cambiante, muy curioso y apasionado. Eso es lo que más me define.

¿Su ambición sigue desmedida o le ha puesto límites?

Tengo una relación superbuena con mi ambición ahora mismo. Yo lo que hago es confiar en los proyectos en los que me embarco. En lo privado ya es más complicado, surgen más dudas.

Su madre dijo que era bastante vago. ¿Le costó saber a qué dedicarse?

Siempre he querido hacer cosas, pero con los años he visto que deben ser productivas, para tu felicidad, para no tener que trabajar en lo que no te llena. Algunos trabajos no dignifican, son una esclavitud. Yo no tuve éxito hasta los 27 años y me había independizado ya con 18. Llevo trabajando desde los 16 en currillos, en muchas cosas. Eso me construyó, me sirvió para ver que no quería estar ahí toda la vida. A los 17 yo era muy bohemio, me pensaba que trabajaría solo unas horas y luego iba a ser Kafka. Pero resignarte a aquello sería un desperdicio, es hacer que otras personas se lucren de tu trabajo.

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El artista está escribiendo un guión para seguir su nuevo camino en el cine

Rocío Aguirre

¿Por qué estudió Filosofía?¿Buscaba el sentido de la vida?

No, fue por algo mucho más sencillo que eso: porque me gustaba leer. Y por no doblegarme al capital y estudiar una carrera utilitaria solo para tener más estatus. Yo quería ser artista, desde niño. Me creía escritor ya con siete años. Era una cuestión de identidad.

¿Algún autor como referente?

No tengo un maestro que me haya inspirado, me gustaban los franceses Nancy y Foucault y últimamente Chul Han, el contemporáneo más asequible y certero.

¿Qué le inspira?

La vida. Somos muy pretenciosos en el mundo de la cultura. La producción cultural es un sobrante de la vida. Lo que mola es la vida, es la fuente de todo. Últimamente repito algo que dice Paolo Sorrentino en uno de sus libros, que “lo único que importa es el matiz”. Lo estoy aplicando mucho. Los artistas no crean, el mundo provee y ellos lo que hacen es elegir y aportar su matiz.

Soy muy peleón, cabezota y obsesivo”

¿Qué sentido quiere para su vida?

Mantenerme curioso y apasionado. Vivir las cosas con la máxima intensidad, en un equilibrio para que no te hagan daño.

Quiere dejar huella, afirmó una vez.

Prefiero la palabra trascender. Pasar a formar parte de algo más grande de lo que eres. Yo hago unas cosas y eso va a generar cierta influencia en la que yo me diluyo. Dentro de 20 años, me gustaría haber participado de que el mundo sea distinto. No pasar de largo, sino que haya merecido la pena. Siento que de algún modo ya lo estoy cumpliendo.

Con su juventud, ha vivido ya muchas etapas.

Siento que he vivido mucho, sí. Empecé haciendo puramente hip hop, que es un esquema básico de todo, pocas herramientas, pocos recursos; fue lo primero que me pegó, luego he ido evolucionando en la música, y ahora con la incursión al cine. Siento que he ido cambiando mucho.

El flamenco no ha sido su música principal.

No, yo crecí con el hip hop, aunque no tenía mucho que ver conmigo... Yo era un chaval de Madrid, mis padres escuchaban otra música…

¿Qué se escuchaba en casa?

Mi madre escuchaba a Ketama, Rosario, pero nunca ha sido muy musiquera. Mi padre sí, le gusta Kiko Veneno, Calamaro, Drexler, Bob Dylan, Smiths, Genesis..., jazz. Con Antonio Flores coincidían los dos.

Usted unió a algunos de esos músicos en El madrileño.Difícil repetir un trabajo así, que enganche a varias generaciones.

Mis padres siempre me han apoyado porque me quieren pero eso además les encantó. No se hizo con la intención de ser un exito así, hay que ser muy visionario para diseñar estos impactos. Es más fácil hacer cosas que te apasionen y así convencer a otras personas.

Ahora, enfocado en el cine. ¿No le volveremos a ver en una gira?

No lo sé, me gusta vivir en ese no saber. Mi intención es poder hacer lo que quiera en cada momento y sin ponerme en riesgo.

Le veo menos provocador.

Te ha tocado el C. Tangana aburrido...

¿Es su diferencia con Antón?

Seguro que hay diferencias. Ser provocador es un juego y ahora para mí no tiene sentido. Siéndote honesto y respetando mucho vuestra labor, creo que la prensa está en un momento de crisis en el que necesita desesperadamente sacar de las casillas las cosas. Y jugar a a la provocación con la prensa pues prefiero no hacerlo. Todos estamos más en tela de juicio hoy en día.

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El guitarrista Yerai Cortés y la cantante La Tania, su pareja, muestran su arte en el filme

¿Cómo se siente a sus 34 años?

Ahora rejuvenecido, porque vuelvo a sentir cosas en el cine como las que sentía con la música hace mucho tiempo. El no saber cómo serán los siguientes pasos. Pero rejuvenecido solo por dentro, por fuera tengo ya unos años, canas, ojeras…

¿La vida nocturna del artista?

Cuando uno se dedica a esto es inevitable, una gira es una fiesta constante.

¿Y su relación con las adicciones?

Estoy bien, muy a gusto. La marihuana la dejé ya con 23, cuando noté que me sentaba fatal. Yo creo que no hay nada inofensivo, cuanto más conocimiento, mejor.

¿Vive más de día ahora?

He pasado una época reciente trabajando en la productora con horarios... no diría de oficinista, pero sí con mucha reunión por la mañana, y tampoco es eso… Yo he trabajado mucho para no tener que vivir así.

Me enorgullece mi intuición y mi pasión: creer en una idea que es una locura y levantarla sin ir por la vía tradicional”

Cinco años junto a Rocío Aguirre. ¿Qué tipo de pareja es usted?

No lo sé, ni idea, deberíamos tener una relación para que supieras cómo soy.

¿Tiene ganas de ser padre?

Es que cambia tanto la vida, no lo sé, la verdad. Entre los 18 y los 24 ¡quería seis! Ahora, no lo sé. Pero no te digo que no, tampoco.

¿Cómo surgió el deseo de dirigir?

Era un latido que sentía desde hace mucho y al formar la productora Little Spain ya empecé a pensar en cómo lo haría.

Entre los 18 y los 24 años quería tener ¡seis hijos! Ahora, no lo sé. Pero no digo que no tampoco”

¿Es una vocación a largo plazo? ¿Quiere hacer ficción?

Sí, ahora estoy escribiendo, bueno, aprendiendo a escribir. Me ayuda la guionista Isa Campo, la conocí en Un año, una noche.

¿De qué está más orgulloso?

De mi intuición y mi pasión, de creer en una idea que es una locura y levantarla, sin ir por los caminos tradicionales. Yo necesito buscar ese lugar que solo yo pueda defender, una perspectiva única.

Un defecto.

¿Uno? Soy cabezota, me cuesta escuchar otras opiniones, voy fácil al conflicto, soy muy peleón. Me es difícil ser disciplinado. Soy demasiado apasionado. Obsesivo, hipocondríaco. Debería aprender, pero no.

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El flamenco hierve en la calle en algunas escenas

¿Algún complejo?

De un poco estafador. Siempre he tenido complejo de persona ignorante. No tengo formación concreta para desarrollar la creatividad, ni técnica, eso me ha generado inseguridad. Por eso quiero tener razón.

¿A qué tiene miedo?

A convertirme en una persona aburrida, en mi zona de confort y sin ganas de curiosear. A no encontrar cosas que me merezcan la pena. Yo, quizás por eso que dice mi madre de que soy vago, solo puedo hacer cosas que la vida me vaya en ello. No sé si seré así de intensito toda mi vida o se me pasará.

Si está desanimado ¿qué le rescata?

Los amigos y la familia, el contacto social. A veces el trabajo, porque como es algo que me apasiona sirve de parche, te ayuda a canalizar la ansiedad, aunque al final eso no basta, hay que enfrentarse al problema.

Me gustaría trascender, no pasar de largo sino participar en que el mundo sea distinto”

“Soy uno de los mejores artistas de esta generación”, declaraba en su documental. ¿Le ha emborrachado el ego?

Seguramente. ¿A ti te ha ocurrido alguna vez?

Yo nunca he llenado un estadio.

Sí, te puede marear mucho un concierto así. Mira, una vez me preguntaron en un periódico sobre esto, tuve la tentación de ser honesto y dije que era fácil convertirse en un gilipollas. Titularon: “ Me es muy fácil ser un gilipollas”. Por eso temo serte sincero. El éxito es difícil de gestionar si quieres estar en tu sitio, pero hay cosas muchísimo peores. No sé si es por la acumulación de información, pero es que está todo el mundo quejándose; ¡y yo lo que quiero es celebrar! Hay que agradecer y sentirse feliz y agradecido de lo que tenemos.

El desánimo se contagia.

Sí y la gente que conozco que peor lo está pasando quiere tomarse un vinito y reírse un poco. Si ves que me quejo de algo, bórralo, por favor. Me parecería indecente.

Está todo el mundo quejándose; ¡y yo lo que quiero es celebrar! Hay que agradecer”

¿Es creyente?

Creo en la gente con la que me relaciono. Me inspiran, me enamoro, confío en su talento. Pero luego pienso: la vida es milagrosa. La ciencia tiene formas de describir cómo se desenvuelve, pero no sabemos por qué. Si tú quieres montar una religión monoteísta, eso es otra cosa. Pero que algo hay, inexplicable, y que esto es espectacular está claro.

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Yerai Cortés, protagoniste del filme, revela talento y carácter

¿Teme el fracaso o la indiferencia?

No, con El madrileño me pasó algo muy fuerte. Cuando estás en el estudio con gente que admiras, como Eliades Ochoa o Calamaro, y ellos te validan, entonces los críticos y el público, todo eso que siempre ha sido tan importante, pasan a un plano distinto. Ahora me ocurre con el cine. Al ver emocionarse a según quién con la peli, ya no necesito tanto el reconocimiento masivo. El día que algo no salga bien llamo a Jorge (Drexler), me voy al estudio y me hago un tema. Es que esta es mi vida.

¿Le interesa la política? ¿En quién confía?

Siempre me ha interesado el pensamiento político. Yo confío en los seres humanos y en que poco a poco podemos cuidarnos entre nosotros. Hay que desmitificar la representatividad, creo que es buen momento para decir que está un poco caduca. Nos ha servido de mucho y es la leche votar a alguien para que te represente. Pero ahora deben representarnos menos y llevar a cabo las decisiones que nosotros tomemos.

Es esencial querer hacer algo, no ser una sociedad pasiva. Somos consumidores y la vida es movimiento”

Se despierta mañana y es el presidente del Gobierno. ¿Qué hace?

¡Me voy! Lo primero que hago es dimitir y pedir perdón. No quiero esa responsabilidad. Y creo que no es sana.

¿Es feliz?

Sí. Necesitas estar bien con tu familia, amigos, y trabajar en un objetivo medianamente realista y valioso para ti. Es esencial querer hacer algo. No convertirnos en una sociedad pasiva, que recibe. Ser tú el que propone. Somos consumidores, todo el rato, y la vida va por otro lado, la vida es movimiento. Y si puedo aportar algo... diría que la alegría es necesaria.

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