La ó es una enfermedad mental con una incidencia apabullante. Según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afecta a más de 300 millones de personas en el mundo. En España, la sufren aproximadamente 2,5 millones.
Es importante no confundir la ó con un estado de ánimo de tristeza pasajera. Pues la ó es una apatía persistente que condiciona enormemente la vida cotidiana de quien la padece.
Además del apoyo sanitario, el cuidado y acompañamiento de los seres queridos en esta etapa es de vital importancia. Pero saber cómo ayudar a una persona con ó no es fácil. Hay que estar bien informado de las circunstancias y naturaleza de la enfermedad, armarse de paciencia, empatía, comprensión y, sobre todo, estar ahí para lo que necesite. Pero no basta con decirlo, sino que es necesario llevar a cabo ciertas acciones para que esa promesa se haga efectiva.
Ayuda profesional
Puede ocurrir que quien padece ó no sepa identificarlo, se niegue a admitirlo o rechace la ayuda profesional. En este sentido, es fundamental que sus familiares y amigos le animen a reconsiderarlo.
Desterrar prejuicios sobre la ó, ayudarle a buscar al profesional que mejor se adecúe a sus circunstancias o incluso entrar con él para darle confianza serán grandes alicientes.
Una vez que la persona ya se encuentra en tratamiento, conviene cerciorarnos de que lo sigue a rajatabla y que no se desvía del camino pautado por el médico, psicólogo o psiquiatra. Y ante cualquier duda, ponernos en contacto con los profesionales sanitarios.
Comprensión, empatía y escucha activa
La ó puede volverse una enfermedad muy solitaria y que la persona se sienta incomprendida. Por eso, hay que hacerle ver que le comprendemos, empatizar con cómo se siente y validar su situación. Hay que escucharle de forma activa cuando quiera hablarnos de cómo se siente –siempre sin presionar– y no juzgar ni invalidar sus emociones.
Refuerzo positivo
Potencia el refuerzo positivo para poner en foco en cualquier progreso o paso adelante. Refuerza su autoestima, valora cada esfuerzo y avance que consiga hacer. Asimismo, cuando la persona se enfoque constantemente en lo negativo, recuérdale aspectos positivos de su vida o buenas cualidades suyas en las que poner el foco.
No juzgar
Jamás debemos juzgar, criticar o contradecir a una persona con ó. No eligen cómo se sienten y no es culpa suya. Recuerda la empatía, ponte en su lugar y trátale con cariño. Evita que la persona se sienta todavía peor por tus comentarios o expresiones.
Evitar las frases hechas de ánimo
Huye de las típicas frases hechas de ánimo como “tú puedes”, o de afirmaciones categóricas tipo “no estés triste”. Recuerda que no puede apretar un interruptor mágico que cambie cómo se siente.
Rutina saludable y tareas cotidianas
Promueve que esa persona siga en la medida de lo posible una rutina y unos hábitos de vida saludables. Anímale a salir a pasear, cocínale comida sana y sabrosa, limpia su casa, lávale la ropa… Cualquier gesto supondrá una gran diferencia.
Compañía y planes juntos
Pregúntale si le apetece que hagáis algo juntos, que sepa que tiene esa opción. Si no es el caso, el mero hecho de quedarte a su lado haciéndole compañía, sea conversando o en silencio, le demostrará que puede contar contigo.
Vigila cualquier complicación
Hay que prestar atención a cualquier posible complicación, empeoramiento de la situación o incluso muestras de que la persona con ó podría infligirse algún daño. Si se da la circunstancia, hay que contactar con servicios de ayuda profesional de forma inmediata.