La etóloga felina Pilar Guerrero ha querido compartir su reflexión sobre la manera en que los tutores abordan el comportamiento de sus gatos.
“Reñir a tu gato por un comportamiento que no te gusta tiene dos posibles finales, y ninguno te interesa”, aseguró la especialista.
Según explica, una reprimenda leve puede terminar reforzando la conducta no deseada, mientras que una reprimenda severa incrementa el estrés del animal, lo que suele derivar en una intensificación del problema.
La especialista invita a los cuidadores a cambiar el enfoque y preguntarse primero si la conducta del gato responde a una necesidad natural. “¿Es un comportamiento natural y cumple una necesidad del gato? Por ejemplo, subirse a sitios o rascar…”, pone de ejemplo.
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En estos casos, más que intentar suprimir el comportamiento, lo ideal es redirigirlo de manera adecuada. “Si tienes un gato tienes que tener claro que va a subirse a todos lados, eso ya lo sabes“”, dijo.
La clave, según la etóloga, está en la observación y en la empatía. “Después, te moleste más o te moleste menos, debes centrarte en averiguar para qué está haciendo eso tu gato”, remarcó.

Unas orejas hacia atrás simbolizan que el gato se encuentra a la defensiva, una señal de advertencia
Lejos de actuar por capricho o rebeldía, los felinos expresan con sus acciones aquello que necesitan o les afecta. Cada conducta, por extraña o molesta que parezca, es una forma de comunicación que revela carencias o incomodidades que deben ser atendidas. “Recuerda, reñir incrementa el estrés y siempre va a hacer que la conducta vaya a más”, concluyó Pilar.