Si una cosa está provocando el trumpismo es el regreso de las campañas de boicot a productos de fuera, en este caso, de Estados Unidos. En plena guerra de aranceles entre el país de las maravillas de Donald Trump y el resto de mortales (literalmente, el resto) no es extraño que los canadienses dejen de beber cerveza y burbon made in USA o que los alemanes ya no quieran conducir un Tesla de Elon Musk, el coleguilla del presidente de EE.UU. que ha visto como su empresa de cochecitos ha perdido en bolsa 800.000 millones en 90 días.
El boicoteo está de moda. Y nada tiene que ver con el que se hacía al cava catalán en su momento, sino que es a gran escala. Esta es la idea: “Si tú me metes el dedo en el ojo, yo te meteré los dos, hasta que ambos nos quedemos ciegos”. Este es el destino que le espera al mundo en estos tiempos de gringos y pitiyanquis. Porque, ¿qué viene asociado al boicot? La proliferación de los motes peyorativos y el mal uso de las palabras, otorgándoles significados que, en realidad, muchas veces no tienen. Los megarricos de hoy en día, aquellos que quieren dominar el mundo a su placer, son los primeros en fomentarlo.
Esta semana hemos sabido del caso deGrant Dalton,primer ejecutivo de la Copa del América, que se ve que llamó “comunista” al alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, porque rechazó acoger una nueva edición de esta competición que ha hecho aguas en su intento de convertirse en el MWC de los barquitos en la capital catalana. Una cosa es acoger cada año la feria de móviles y otra que se invierta otra millonada en volver a ser anfitriones de esta pijada náutica. Una vez puede colar, pero dos... A ver cómo se lo explicarían a los barceloneses que aún quedan en la ciudad (cada vez menos) con derecho a voto.
Resulta que si no haces lo que quieren los megarricos ahora eres un “comunista”. Queda la duda de saber, ¿de qué tipo?... ¿Marxista? ¿Leninista? ¿Estalinista? ¿Bolchevique puro y duro? ¿O incluso maoísta?... ¿Cómo nos debe verGrant Dalton a los barceloneses que no queremos que nos monte otra vez su chiringuito? Además, si estamos en tiempos de boicot, ¿qué pinta en el Mediterráneo, en el sur de Europa, una competición que se llama “Copa del América”? ¿No deberían cambiarle el nombre?.... En cualquier caso, seguro que Trump estará encantado de recibir a Dalton en la Casa Blanca y ofrecerle el rebautizado golfo de América (antes llamado "de México") para sus carreritas de barcos. Igual, si se lo propone, también podría participar Musk construyendo un Tesla anfibio.
En el siglo XIX, en Europa se debatían entre considerar a Estados Unidos un país modelo (los progresistas) o bien verlo como un auténtico peligro (a ojos de los más conservadores y monárquicos, los estadounidenses eran sinónimo de riesgo de subversión). Allí empezaron a crearse una serie de estereotipos que, en algunos casos, derivaron en antiamericanismo a lo largo del siglo XX. Una de las mayores críticas era alimperialismo de EE.UU., sobre todo, en Sudamérica, donde proliferaron motes para referirse a esos norteamericanos de las barras y estrellas como “yanquis”, “gringos”, “yumas” o “pitiyanquis”, entre otros sobrenombres despectivos. Ahora, en nuestro siglo XXI de las redes sociales y los memes, esto de motear irá a más en un contexto de enfrentamiento de los USA contra todos, porque crear apodos peyorativos es, además, muy trumpista.
El propio Trump tiene una larga lista de ocurrencias que buscan captar la atención. Dos ejemplos, a la senadora Elizabeth Warren la llamó Pocahontas para mofarse de su descendencia indígena y al líder norcoreano Kim Jong-un le bautizó como Litte Rocket Man. Llegan tiempos de gringos y pitiyanquis, de nuevos boicots y de renovar los estereotipos. Y, si alguien cree que no tendrá suficiente creatividad para entrar en este juego, siempre podrá recurrir alChatGPT. O, si quieren boicotear al yanqui, quizás opten por la IA china DeepSeek, que es más “comunista” incluso que el alcalde Collboni.

Confusión en el siglo XXI.
