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La patria en el bolsillo

SIN PERMISO

Lola García Directora adjunta

Cuando estalló la Gran Recesión, Francia lanzó una proclama: “Hay que refundar el capitalismo”. De la pandemia dijimos que “saldríamos mejores”. Rusia invadió Ucrania y desató una guerra en Europa que nos recordó viejos atavismos. Ahora, Donald Trump ha puesto patas arriba el orden mundial. Cada una de esas grandes crisis convierte la palabra “incertidumbre” en moneda común. Sin embargo, aunque las aguas no vuelvan a su cauce, siempre encuentran otro lecho por el que fluir.

Trump ha sacudido el péndulo de la globalización hacia el otro extremo y ahora habrá que ver cuánto tiempo permanece ahí y si en algún momento busca el equilibrio. Como le pasa a veces a la política. En España, por ejemplo, el péndulo se desplazó de un Podemos a punto de asaltar los cielos a las pretensiones hegemónicas de Vox, pasando por aquel fogonazo liberal de Ciudadanos o la fiebre independentista catalana. Esta nueva crisis ha colocado a la fuerza pujante en Europa, la extrema derecha trumpista, ante sus propias contradicciones e incluso puede dar lugar al primer conato de distensión política en España en muchos años.

El Gobierno llevaba un par de semanas preparando la respuesta al anuncio de aranceles. Pedro Sánchez compareció esta semana en el papel de experimentado gestor de crisis. Su intervención fue acompañada de un vídeo que representa la última mutación del presidente, esta vez hacia un nacionalismo de consumo bajo el lema “Compra lo tuyo, defiende lo nuestro”. Un eslogan que va precedido de otra frase en la misma línea, pero de contenido más ideológico: “Nuestros valores no están en venta, nuestros productos sí”. Sánchez hizo una intervención plagada de referencias al paraguas protector del Estado ante esta nueva embestida externa no buscada. En ese marco, no podía faltar una apelación a la unidad política.

Durante esa presentación, el presidente se hizo acompañar por sindicatos y patronales. Después de un tiempo de distanciamiento, los empresarios se van a poner de nuevo en modo dialogante con el Gobierno, desde las grandes compañías a las pymes y cooperativas. También los bancos, muy afectados por las caídas bursátiles. Hay ayudas y regulaciones de por medio. Más allá de lo anunciado, no se sabe cómo evolucionará la situación. Sánchez ya tenía previsto un viaje a China la próxima semana, ya que el Gobierno estaba en plena caza de inversiones en Asia. Ahora ese desplazamiento adquiere un mayor relieve. Sea física o virtualmente, no van a ser pocos los empresarios interesados en las gestiones que Sánchez pueda entablar en el gigante asiático.

Pedro Sánchez, durante la presentación de las ayudas frente a los aranceles

Dani Duch

Los populares ven la oportunidad de erosionar a Vox con los aranceles, aunque pacten presupuestos

Pero el mensaje del presidente no se limitó a reclamar unidad para aprobar las ayudas y hacer frente a las consecuencias del huracán Trump. Aunque aseguró que “este ataque no distingue entre ideologías”, Sánchez subrayó varias veces la defensa de unos “valores” que no concretó, pero que se entiende identificados con la defensa de las reglas de juego multilaterales y el estado del bienestar, frente a la extrema derecha con la que siempre recuerda que pacta el PP. Una de cal y otra de arena.

Durante los preparativos del paquete de ayudas de 14.100 millones de euros (la mayoría créditos y seguros), en el Gobierno estaban convencidos de que los populares no podrían colocarse a la contra esta vez. En efecto, para Alberto Núñez Feijóo se abre una oportunidad de recuperar credibilidad ante el Partido Popular Europeo después de su voto en contra a la nueva Comisión Europea. Es ineludible también situarse junto a los sectores afectados y supone una oportunidad para erosionar a Vox. Si bien Feijóo se mostró prudente con Trump en un principio, José María Aznar abrió la veda desde Faes y todo el partido le siguió. Finalmente, los populares se convencieron de que la adhesión sin matices de Santiago Abascal a EE.UU. acabaría por ser un bumerán. En el asunto de los aranceles, además, no existe frontera electoral que disputarse con Vox y Feijóo puede permitirse arrinconarlos. Los votantes del PP son conservadores en lo económico. Mientras, Abascal mantiene un revelador silencio personal (solo ha lanzado un tuit) sobre este asunto después de sus fotos con Trump. La patria está en el bolsillo.

El PP no cierra la puerta a un entendimiento sobre el rearme, pero solo si hay gestos de Sánchez

De momento, la posible colaboración entre el Gobierno y el PP se limita al plan para afrontar los aranceles y no al aumento del gasto militar, aunque las posiciones entre ambas partes en este asunto son también próximas. Pero en el PP consideran que Sánchez no tiene intención de negociar sobre el rearme y ponen como ejemplo que le dedicara a Feijóo solo media hora en la ronda con los partidos, el mismo tiempo que a otras formaciones con mucha menor representación, o las críticas recibidas por el ministro José Manuel Albares. Sobre defensa, el PP negociará solo si hay un cambio de actitud del Gobierno. Lo cierto es que, a medio plazo, Sánchez puede necesitar más a los populares para el rearme que para las ayudas económicas.

Si depende del ministro Carlos Cuerpo y del vicesecretario de economía del PP, Juan Bravo, habrá acuerdo sobre la respuesta arancelaria. Sin que sirva de precedente, ya que eso no significa en absoluto que el entendimiento se extienda, por ejemplo, a los presupuestos de las diferentes autonomías gobernadas por el PP, donde se sigue negociando con Vox. Feijóo jugará a ser partido de Estado en el frente de la defensa y el de la protección de los intereses comerciales españoles, pero mantendrá la presión contra Sánchez en el flanco judicial y se acercará más a Vox en los mensajes relacionados con la batalla cultural.

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El nacionalismo económico se impone en estos tiempos y los dos grandes partidos han sabido leerlo. Otra cosa es que ese precario entendimiento ayude a moderar la política española y sacarla de su porfía hiperbólica, más allá de los efectos que este seísmo comercial pueda tener para la economía y las relaciones entre países, aunque a estas alturas pocos crean que el capitalismo se vaya a dejar refundar ni que vayamos a salir mejores de ésta.