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La iaia Angeleta, la ‘superabuela’ de 94 años: “Solo tomo una pastilla, subo leña a peso cada día, como mucha verdura, cocino, conduzco y paso las tardes con amigos”

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Àngela Coromina se ha convertido, en los últimos dos años, en la abuela de Catalunya; con 142.000 seguidores en las redes, es todo un referente del envejecimiento saludable y con humor

“Se vive mucho mejor ahora que antes”, dice en una entrevista con 'bet365' en su casa de Roda de Ter, en la que reflexiona sobre los nuevos tiempos y sobre su vida de trabajo duro en el mundo rural, el siglo pasado

Angeleta Coromina, en el pueblo donde vive, Roda de Ter

Angeleta Coromina, en el pueblo donde vive, Roda de Ter.

Rosanna Carceller

Pasar un día con la iaia Angeleta es comprobar como se viven y se siguen con naturalidad todos esos mantras que repiten los especialistas en envejecimiento saludable. Descanso, ejercicio, sol y aire libre, relaciones sociales, alimentación sana, compañía, metas diarias, ilusiones… La iaia Angeleta quizá no sabe nada de las zonas azules ni del famoso ‘biohacking’, pero su ímpetu y buen humor demuestran que su receta funciona. “Mi secreto para estar así es trabajar muchísimo”, afirma, a sus 94 años.

Angeleta Coromina (1931, Molí de Galobardes, Prats de Lluçanès, Barcelona), se ha convertido la abuela de Catalunya y en todo un fenómeno social. Hace solo dos años que su nieto la animó para empezar a colgar los vídeos con sus reflexiones en las redes. Conseguireste tiempo, con contenido en catalán, es todo un récord. Ahora tiene ficha en Wikipedia, la reconocen por la calle cuando pasea por Barcelona y aparece en entrevistas de radio y televisión. “Yo no le doy ninguna importancia a todo eso”, asegura convencida durante la entrevista que le hacemos en su casa de Roda de Ter, al lado de su chimenea, un fuego que enciende cada mañana en invierno con leña que sube diariamente escalón a escalón.

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La iaia Angeleta, la ‘superabuela’ de 94 años

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Solo tomo una pastilla para la presión por la mañana (…). El secreto para estar así a los 94 es trabajar mucho

Àngela Coromina, iaia Angeleta

¿Cómo andamos de salud, Angeleta?

Muy bien, gracias a Dios, pero con algún achaque. El verano pasado tuve un herpes y estuve muy mal, suerte que aquí en Vic hay un médico que me lo curó muy bien. Solo tomo una pastilla para la presión por la mañana en ayunas, nada más, porque siempre tengo la presión un poco alta.

¿Cuál es el secreto para estar así a los 94 años?

Trabajar mucho. Yo he trabajado muchísimo. Me casé a los 18 años con un payés y fuimos a vivir a una casa de campo. He ordeñado vacaciones vacas, criado cerdos, limpiado las cuadras… Teníamos muchos campos, de trigo, maíz, patatas, de todo. Yo no paro nunca, ahora todavía me hago las cosas de casa, aunque me viene una mujer cada 15 días, unas tres o cuatro horas para lo más pesado. Vienen mi nieto y bisnietos el sábado y el domingo a comer, y cocino para todos. Cuando tienen vacaciones vienen aquí, y dicen “la yaya cocina mejor que la mama”.

Cada día por la tarde nos reunimos tres o cuatro viudas y un matrimonio. Lo llamamos ‘el Congreso de los Diputados’

Àngela Coromina, iaia Angeleta

¿Qué cocina?

A los críos les gustan mucho los macarrones, pero los mayores prefieren una buena ensalada, pollo o lomo de cerdo a la brasa… Hago alguna paella de arroz, fideos…

¿Usted come de todo?

Me cuido, porque hay cosas que no me sientan bien, me sube la presión muy alta. Como mucha verdura, pescado y pollo a la brasa. Cerdo, muy poco. Alcohol casi nunca. Si un día celebramos una fiesta, quizá bebo una copa de champán, pero diariamente, agua.

¿Hace ejercicio, además de los trabajos de casa? ¿Sale a andar?

Sí, cada día por la tarde nos reunimos tres o cuatro viudas y un matrimonio. Y de ahí, aquí hay unos 10 minutos a un cuarto de hora. Llamamos a la reunión el Congreso de los Diputados, nos encontramos fuera, a la sombra de unos pinos, y allí charlamos

¿Y de qué hablan?

De todo. Lo que pasa en el pueblo, que Pedro Sánchez sube muy poco las pensiones de los mayores, que nos tendrían que dar más, porque cobramos muy poco. Y yo misma, que vivo sola, tengo que pagar luz, agua, teléfono, calefacción…

Sí, duermo bien. Me acuesto a las diez y media y duermo hasta las ocho. A veces me despierto a las cuatro o cinco, pero me vuelvo a dormir

Àngela Coromina, iaia Angeleta

O sea que tiene conversación y sesión con las amistades cada día…

Sí. Fines de semana incluidos. Y estos cinco o seis que somos, una vez al mes dos, vamos a comer afuera. Cuando son a las siete de la tarde y a cada cual a su casa.

¿Cómo es su día a día? ¿Qué es lo primero que hace cuando se levanta?

Me levanto, voy al baño, me lavo, hago la cama y me preparo el desayuno. Cuando hace frío, enciendo el fuego en la chimenea, cada día por la mañana. Esta leña la tengo en el garaje y me la subo yo cada día, escalón a escalón. Este invierno he quemado dos toneladas y la he subido toda yo. Después miro qué comeré a mediodía, lo descongelo, y voy a comprar lo que necesito, pan, fruta, verdura… Cojo el coche para ir a la compra. Después de cocinar y comer, lavo los platos y después vengo aquí al lado del fuego, a ver la televisión, y quizá hago un poco de siesta. A las cuatro nos reunimos en el Congreso de los Diputados, y allí pasamos un par de horas. También cuido el jardín cada día. Tengo una olivera muy grande, rosales, petunias, pensamientos, lirios, un romero enorme…

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¿Duerme bien?

Sí, duermo bien. Me acuesto a las diez y media y duermo hasta las ocho. A veces me despierto a las cuatro o cinco, voy al baño, y luego me vuelvo a dormir.

¿Y qué le quita el sueño?

Ahora que tengo al bisnieto en Canadá, sufro mucho por él. A la nena, como la veo cada semana porque viene de Barcelona… ¿Pero cómo estará él? Pienso mucho en eso.

Nos ha dicho que va en coche a hacer la compra… A los 94 años, sus vídeos conduciendo son míticos en las redes.

Sí, cada día cojo el coche, me va muy bien, porque tengo la espalda muy mal. Y para ir a comprar, así no llevo pesos. Voy al súper, aparco delante, compro lo que me haga falta, y lo traigo a la puerta de casa.

El 'Congreso de los Diputados', la reunión diaria de Angeleta con sus amigos, en Roda de Ter

El 'Congreso de los Diputados', la reunión diaria de Angeleta con sus amigos, en Roda de Ter.

Rosanna Carceller

Usted es la abuela más famosa de Cataluña. ¿Cómo lo lleva?

No le doy ninguna importancia, lo llevo bien. Empezamos en broma con mi nieto Jordi. Estábamos en Torredembarra, grabamos un vídeo, y al día siguiente ya nos escribían diciendo que les había encantado. Seguimos, y ahora tenemos 142.000 seguidores. No sé por qué. Soy una mujer de payés, sin títulos. Sé leer, eso sí, pero…

Pero esto también implica tiempo de trabajo con su nieto Jordi, que le lleva las redes ¿Cuántas horas dedica esto?

Un rato, casi cada día. A veces me achucha demasiados (ríe).

(¡Cuando me voy unos días enseguida llama porque la tengo abandonada! Puntualiza su nieto entre bromas)

Ha estado en muchos programas de televisión… ¿Le ha gustado la experiencia?

Sí, y me lo he pasado muy bien. Con Buenafuente entré en el plató en coche. Se portó muy bien conmigo. Laporta me invitó al palco a ver al Barça femenino. Me trató muy bien: jamón, copa de champán… ¡Y eso que soy del Espanyol! Pero me gustan más las chicas que los chicos del Barça. Jugaban muy bien.

La guerra pasó por delante de nuestra casa, se lo llevaron todo. Los vecinos y yo enterramos a muchos soldados que mataron, para que los pájaros no se los comieran

Àngela Coromina, iaia Angeleta

Veo, y también lo dice usted, que tiene la mente muy clara…

Me acuerdo de todo. De cuando era niña, de la guerra… La guerra pasó por delante de nuestra casa. Se llevaron todo: las gallinas, la mula, hasta la ropa del armario. Era invierno, primero de febrero, y se llevaron las mantas. Me acuerdo como si fuera ahora, mataron a muchos soldados. Los vecinos y yo los enterramos en el campo. Cavábamos zanjas y los poníamos allí, para que los pájaros no se los comieran.

¿Nos acordamos poco de todo lo que ha pasado en este país?

La gente joven no lo sabe, no lo ha vivido. Nosotros teníamos gallinas, conejos, pan… Nunca pasamos hambre en el campo, pero muchos del pueblo venían a pedirnos patatas. Pobrecillos, no tenían nada.

¿Cualquier tiempo pasado no fue mejor?

Se vive mucho mejor ahora.

¿Qué cree que era mejor antes que ahora?

Antes en payés comíamos muy bien, el cerdo lo matábamos nosotros. Ahora voy a comprar cerdo y no tiene el gusto que tenía antes cuando lo criábamos nosotros. No es lo mismo. Las verduras, igual. Antiguamente, comíamos más sano y ahora comemos todo falsificado, de mentira. Ahora también hay muchos insecticidas en las plantas, antes no. Plantabas algo, si crecía bien, bien, si no crecía también.

Antes comíamos más sano, ahora todo es falsificado, de mentira; voy a comprar cerdo y no tiene el gusto de cuando lo criábamos nosotros, y las verduras, igual

Àngela Coromina, iaia Angeleta

¿Cree que ha tenido éxito en su vida, Angeleta?

Yo diría que sí. Me casé y me fui sola al campo, trabajé mucho, ayudé mucho a mi marido. Pero no me arrepiento, estoy orgullosa de haberlo hecho.

¿Algo que le haya quedado por hacer?

No. ¿Qué mujer de mi edad hace lo que hago yo? Ninguna.

Decía en una entrevista que su secreto, además de trabajar mucho, es hacer lo que a usted le da la gana, no escuchar a nadie. ¿Lo piensa?

Sí, porque te dicen cosas, creo que yo no haría. Yo me guio por lo que creo que yo debo hacer, y se acabó. Sigo mi instinto y mis valores.

Me han contado que la persona que más ilusión le ha hecho reencontrar, gracias a su éxito en las redes, es una amistad de niñez…

Un chico con el que ordeñaba vacas cuando tenía 12 años. Ahora vive en Vic, éramos vecinos en el campo. Hacía muchos años que no nos veíamos. El otro día fuimos a comer a un restaurante, en Manlleu, y la chica que nos sirvió me dice: “¿Tú eres la iaia Angeleta? Mi abuelo es tal”. Me gustó mucho, me dio el teléfono y de vez en cuando nos llamamos.

Ahora se divorcian muy rápido, falta paciencia y respeto, se divorcia todo el mundo. Nosotros discutíamos, sí, pero sabíamos callar si era necesario, y pedir perdón

Àngela Coromina, iaia Angeleta

Estuvo casada 37 años… enviudó a los 55… ¿Solo se ha enamorado una vez?

Sí. Me pretendieron muchos chicos, pero cuando vi a mi marido, me enamoré de él. Y nunca más de nadie. Me casé tan enamorada que no he querido a ningún otro. No podría. Llevo muchos años viuda, pero no me he vuelto a enamorar. Ni quiero.

Ahora es difícil que una relación de pareja dure toda la vida…

Ahora se divorcian muy rápido, falta paciencia y respeto, se divorcia todo el mundo. Nosotros discutíamos, sí, pero sabíamos callar si era necesario, y pedir perdón. Lo hacíamos los dos, yo y mi marido también. Eso se ha perdido.

Antes la mujer callaba mucho. ¿Qué le parece que nos liberemos, poco a poco, aunque quede mucho por hacer?

Muy bien, antes éramos unas esclavas. En mi época no nos dejaban ir a bailar, y cuando podíamos nos escapábamos. Yo me casé virgen, lo contrario era pecado. ¡Nuestras madres nos decían que preferían vernos en el cementerio que embarazadas sin estar casadas! Ahora las cosas han cambiado mucho.

Tiene una hija. ¿Cómo vivió la maternidad?

Muy mal, vivíamos en una casa de campo y para ir al pueblo teníamos casi dos horas, no había carretera para coches, teníamos que ir andando, no teníamos ni bicicleta. En medio del bosque, y andando. Con una niña pequeña, ir al médico, por ejemplo, era difícil, tenías que andar dos horas.

Me apunté a la autoescuela con 50 años. Cuando me quedé viuda, el coche me dio una gran libertad

Àngela Coromina, iaia Angeleta

Usted enviudó muy pronto y tuvo que llevar la economía y la gestión de todo. ¿Cómo lo vivió?

Sí, aunque al principio no teníamos ni un duro. Nos lo ganamos todo con esfuerzo. Pero yo administraba el dinero, siempre he sido buena con eso.

¿Cómo fue sacarse el carnet de conducir?

Me apunté a la autoescuela con 50 años. Les dije que quería sacarme el carnet y el profesor me contestó: “Ven a teoría, y en unos días ya te diré si vale la pena que sigas o no”. A los días me vio tan puesta que me dijo que continuara, que lo sacaría rápido. Me aprendí bien la teoría y aprobé el examen a la primera. En aquella época aún teníamos que hacer pruebas de “campo” o “pista”, y después la circulación. La primera vez que hice la prueba de circulación, el examinador me suspendió porque tomé una calle de dirección única por el lado incorrecto. Me dijo que tenía que haber pasado por el centro de la calzada. Me llevé un buen disgusto, pero al segundo intento aprobé.

¿Fue importante para usted tener el carnet?

Muchísimo. Cuando me quedé viuda, el coche me dio una gran libertad. Por ejemplo, me gustaba mucho ir a Prats. Nos reuníamos allí los que habíamos sido jóvenes en el pueblo, ahora todos mayores. Iba una vez al mes, si no hubiera tenido coche, no habría podido ir.

Me río mucho con un programa de televisión donde las personas mayores buscan pareja

Àngela Coromina, iaia Angeleta

¿Y el móvil lo usa?

Sí, yo lo hago, lo uso, sí. Me gusta y me parece muy bien porque si un día no me encuentro bien, puedo telefonear. Hago videollamadas con mi bisnieto, nos vemos las caras. Antes no teníamos ni teléfono, ni radio, ni luz, ni agua potable.

¿Qué le gusta ver en la tele?

Me río mucho con un programa donde las personas mayores buscan pareja (First Dates). ¡Sale cada uno! Algunos de 90 años buscando novia, y las señoras aparecen vestidas de una manera… ¡Madre mía! Me lo paso bien mirándolo, aunque nunca iría. Para reírme, sí, pero para participar, no.

¿Y las noticias?

Las veo también, pero me enfado mucho con lo que pasa. A veces no entiendo la política, pero sé que algo no va bien. El presidente, Pedro Sánchez, apenas sube las pensiones. Y del presidente de la Generalitat también sé quién es, pero no me meto. No entiendo de estas cosas (sonríe). Prefiero hablar de setas y del campo.

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¿Le gustan las setas?

Muchísimo. He ido a buscarlas toda la vida, con mi cuñada. Llenábamos cestas de robellones. El año pasado me llevaron a una finca privada, donde sabían que salían muchos. Recogí una cesta entera, disfruté mucho. ¡Parecía que estuviesen sembrados!

Creo que le gusta más el campo que la ciudad… Aquí se la ve feliz, no ha habido manera de convencerla para venir a bet365 a hacer la entrevista.

Sin duda, me gusta el campo. Barcelona no me gusta. Entre las motos, los coches, los patinetes… es un caos. La gente no se mata por milagro. En cambio, cuando voy a la Vall de Boí me siento feliz. En la ciudad me molesta el tráfico, antes no había tantos coches, ahora cada familia tiene dos o tres. Eso no puede ser bueno para el planeta. Yo noto el cambio climático: cuando era niña, hacía mucho más frío. Recuerdo ir al colegio caminando una hora por caminos helados, ahora ya no se ve eso.

En la ciudad me molesta el tráfico, antes no había tantos coches, ahora cada familia tiene dos o tres. Eso no puede ser bueno. Yo noto el cambio climático

Àngela Coromina, iaia Angeleta

¿Le da miedo la muerte, Angeleta?

Sí, bastante.

¿Cree en la vida después de la muerte?

No, aunque soy creyente. Cada semana veo la misa porque hay un cura que la da en televisión. Pero eso que dicen que el alma se va al cielo, yo eso me parece que no es verdad… Yo creo en la Virgen de Nuria (la estampa la acompaña sobre la chimenea mientras habla). Le he pedido muchas cosas y me las ha concedido.

¿Qué consejo les da a los jóvenes, a sus bisnietos?

Que se adapten a los tiempos, que aprendan a vivir con los cambios que vienen. No queda otra. Yo he vivido de todo: se me murió el padre cuando tenía 12 años, mi hermano cuando yo tenía 16, tuve que ayudar en el campo, hacer de todo, plantar, cosechar… Lo he hecho todo. Y ahora, mira, con 94 años y en Instagram, me llevan arriba y abajo, ¡pero no tengo tiempo ni de hacerme la manicura!

A mis nietos les digo que se adapten a los tiempos, que aprendan a vivir con los cambios que vienen. No queda otra.

Àngela Coromina, iaia Angeleta

Cuando no pueda valerse por sí misma, ¿cómo quiere vivir?

Yo siempre le digo a mi nieto: “el día que no pueda valerme por mí misma, ponme una mujer que me ayude, pero no me lleves a una residencia”. Eso solo si pierdo la cabeza. He visto lo que pasa allí: a las ocho de la mañana todos fuera de la cama, a las ocho de la noche a dormir. No hay libertad, no me gusta. Una mujer del pueblo que vivía en la residencia se pasaba el día durmiendo. Entran bien y al cabo de unos días, ya están todo el día durmiendo.

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