La primera ola de la pandemia estuvo marcada por el miedo. Miedo a lo desconocido e incertidumbre frente a lo estaba por venir. La tregua veraniega sentó bien, pero resultó contraproducente. A la vuelta de las vacaciones nos esperaba la segunda ola, que generó rabia, frustración y (más) desconfianza en las autoridades. Volvieron las restricciones, las cuarentenas y el distanciamiento físico y social. Se perpetuaron los toques de queda.
Ahora, casi un año después del inicio de la crisis sanitaria de la Covid-19, las emociones predominantes en los millones de personas afectadas son la impotencia, el desánimo y la apatía. Y todo ello nos dirige a la siguiente epidemia que se cierne sobre la población mundial: la que amenaza con lastrar durante un periodo de tiempo prolongado nuestra salud mental.
Atención psicológica
Los servicios de salud mental, cerca del colapso en todo el mundo
Ya en octubre, la OMS (Organización Mundial de la Salud) estimaba que el 60% de la población europea sufría la denominada fatiga pandémica.Como consecuencia, en la mayoría de los países. Las perturbaciones en el funcionamiento de las áreas de atención psicológica afectan especialmente a colectivos vulnerables, incluidos los niños y adolescentes (72%), las personas mayores (70%), las mujeres embarazadas (61%) o los usuarios de servicios de orientación psicológica en escuelas y lugares de trabajo (78% y 75% respectivamente).
Diversas investigaciones internacionales han desvelado desde entonces los efectos devastadores de la crisis sanitaria sobre nuestro bienestar emocional. Uno de los estudios más extensos realizados hasta la fecha, publicado en enero en la revista científica , recoge las conclusiones de más de 50 investigaciones realizadas en países de todo el mundo sobre la prevalencia de los principales síntomas de la fatiga emocional. Los hallazgos sugieren que los efectos en la salud mental a corto plazo de la covid-19 son igualmente altos en todos los países afectados y en todos los géneros.

Algunos experto reclaman dar “prioridad política” al cuidado de la salud mental en España
Así, entre enero y mayo del año pasado, la prevalencia del insomnio alcanzó un 24% (aunque se constataron niveles significativamente más altos entre los trabajadores sanitarios respecto a la población general); la del estrés postraumático llegó al 22%; la de la depresión, el 16%; la de la ansiedad, un 15%; y la de trastorno psicológico, un 13%.
La epidemia mental
Sólo en Catalunya, 80.000 personas necesitan ayuda psicológica urgente
Otros datos a nivel regional apuntan hacia la misma dirección. En Catalunya, las llamadas al 061 relacionadas con trastornos de ansiedad se incrementaron un 136% en los meses de abril y mayo del año pasado, según ha informado recientemente el Sistema d’Emergències Mèdiques (SEM). Todas estas cifras, que ya superan ampliamente los valores que habitualmente manejan las autoridades sanitarias, corresponden a la primera etapa de la pandemia. Es lógico pensar que la situación haya empeorado en los últimos meses.