El vino, por su capacidad de provocar sensaciones y emociones, suele tener una vertiente poética. Así, existen expresiones referidas a su elaboración que remiten a una simbología para lograr explicar fenómenos que le ocurren. Una de ellas es ‘la parte de los áԲ’.
En su definición más técnica, ‘la parte de los áԲ’ es, simplemente, una merma. Ocurre cuando el vino está detenido en una barrica y, con la temperatura y el paso del tiempo, se va evaporando. “Sobre todo ocurre en vinos Jerez y en los vin jaune del Jura, en los vinos fortificados y también en destilados, como el Marsala o el Coñac, ya que se envejecen durante mucho tiempo”, explica Fernando Moret, sumiller y director de Ambivium.
La parte de los áԲ es un acto poético en el cual el vino respira, se transforma, cede una parte de sí al silencio del aire.
“Principalmente, se evapora el alcohol y pasa a formar parte de las paredes de la bodega, que ennegrecen y donde vive en forma del hongo llamado Cladosporium Cellare, que prospera en ambientes húmedos y ricos en alcohol”, dice Moret. “En relación simbiótica con los vinos, el hongo ayuda a mantener la humedad y la temperatura constantes, creando un ambiente ideal para la crianza del vino”. Sin esa parte de los áԲ, es posible que estos vinos no fueran los mismos.
Para Marc Pinto, sumiller en 50 Seconds* (Lisboa), la parte de los áԲ es “más que una pérdida física: es un acto poético en el cual el vino respira, se transforma, cede una parte de sí al silencio del aire. La parte de los áԲ es la forma que tiene el vino de agradecer el paso del tiempo”. En su opinión, se llama así porque es una pérdida invisible y etérea. “En las bodegas de Jerez, de Cognac o del vino de Porto, esa neblina de aromas que flota en el aire parece algo sagrado, como si fuera ofrecida a los áԲ. Creo que es una expresión antigua que dignifica la evaporación como un gesto casi espiritual”.

Hay quien piensa que a este fenómeno se lo llama parte de los áԲ porque es una pérdida invisible y etérea
La expresión fue acuñada siglos atrás por los elaboradores de Cognac, que se dieron cuenta de que el destilado desaparecía de las barricas en las que envejecía hasta en un 4%. Aunque parezca poco, el largo envejecimiento hace que, si una barrica puede contener hasta 263 botellas del destilado, los áԲ se beban unas 83. ¿Y por qué esa referencia a los áԲ? En la mitología religiosa, los áԲ son esos seres que aparecen y desaparecen a su antojo, que se elevan hacia el cielo, se evaporan tal y como lo hace esa parte se esfuma de las barricas.
En el Jura tienen estudiada la merma: por cada botella que contiene una barrica se evapora un 0,38 ml. Esa pérdida, sumada al contenido total de una botella clavelin, la empleada para los vin jaune del Jura (0,62 ml) suma el total de 1 litro. Esa pérdida de vino, según la mitología del vino, se la llevan los áԲ: “nos la quitan y se la beben y, en el caso de los vinos de Jerez y Jura, dejan espacio suficiente para que el oxígeno posibilite la crianza biológica”, comenta Moret. En ambos casos, el vino restante, con el paso del tiempo y mientras los áԲ van bebiendo, “gana en oxidación y textura, en concentración y salinidad, y pierde en verticalidad, se hace más amplio en boca”.
La parte de los áԲ es un impuesto, un peaje a pagar para poder disfrutar del vino
Marc Guallar, sumiller y comercial en Ithaca Wines, define así la parte de los áԲ: “es un impuesto, un peaje que pagar para poder disfrutar del vino. Es una parte que se va, que desaparece del vino, y pasa a formar parte del mundo. Puede entenderse como una ofrenda a los áԲ, al mundo, a un todo más grande, a la vida, que tiene lugar para así poder disfrutar de la fortuna de hacer y beber vino”. Guallar cuenta que, en ocasiones, se suele decir que el vino que se evapora y que se llevan los áԲ es el que era menos bueno y por eso se esfuma, para no perjudicar el resultado final.
Empero, advierte que en el caso de vinos que no tienen demasiado sulfuroso, hay que tener cuidado con esa parte que se llevan los áԲ: “si no se rellena la barrica, el oxígeno puede llegar a oxidar demasiado el vino o a hacerlo evolucionar negativamente”. Pinto explica que el líquido evaporado altera el equilibrio del contenido en la barrica: “se pierde volumen, pero se gana concentración. Los componentes volátiles más ligeros se van, mientras que el vino o el destilado se densifica, y se concentran los aromas”.
Para él, la parte de los áԲ no debe entenderse como un defecto: “es una parte de la alquimia de hacer vino. El líquido que permanece es más sabio. Ha resistido el paso del tiempo, ha perdido parte de sí mismo y ya no es el mismo. Ha dado de sí. Se vuelve generoso y por eso mismo tiene más para ofrecer”.