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El gran teatro del mundo

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El barroco imprime su sello en la despedida del papa Francisco

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Roma, el gran teatro del mundo | Enfoque Enric Juliana

Barroco global. Eso dicen los carteles de una magna exposición en las antiguas caballerizas del palacio del Quirinal sobre la apoteosis del escultor Gian Lorenzo Bernini. Siglo XVII. La potente irradiación del barroco romano. Escultura, arquitectura y pintura en defensa de la hegemonía. En busca de la emoción. En busca de las almas confusas por la ruptura luterana. La reafirmación del catolicismo ante la reforma protestante. La acentuación de la universalidad católica frente al diálogo personal con Dios en iglesias locales sin apenas imágenes. Esos carteles y esa exposición nos hablan, sin conocerla de antemano, de la jornada de hoy en la vieja capital del mundo.

Barroco global en Roma. La plaza de San Pedro fue proyectada por Bernini con una monumental columnata cuyos dos brazos se abren para acoger a los creyentes y atraer a los herejes. En ese magnífico espacio se reúnen hoy los potentes de la Tierra para despedir al Papa de las periferias.

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Más de ciento cuarenta y cinco delegaciones gubernamentales de todo el mundo participarán en los funerales de Francisco junto con el colegio de cardenales. Unos frente a otros, a cada lado del altar. El rojo y el negro. El difunto, vestido de rojo en recuerdo de la sangre de los mártires. La púrpura de los cardenales y el negro que el protocolo vaticano exige a las damas y caballeros que hoy representarán al poder terrenal.

Una de las siluetas de negro llamará la atención por su relumbrante cabellera. El presidente de los Estados Unidos no tardó ni diez minutos en anunciar que estaría presente en los funerales de Roma. El nuevo grupo dirigente norteamericano tiene una fortísima voluntad de poder, no para de hablar, no para de llamar la atención de todas las manera posibles, y ocupa todos los espacios que puede, así en el círculo polar Ártico como en la columnata de Bernini. Donald Trump quería llegar a Roma con un alto el fuego definitivo en Ucrania que habría depositado a los pies del difunto a modo de revancha. “El pacificador del mundo soy yo”. Cuando tienen las de ganar, los viejos oficiales del KGB no regalan laureles. Rusia está martilleando Ucrania y Volodímir Zelenski ha anulado sus viajes al exterior, excepto el de Roma. El vilipendiado Zelenski ha llegado el sábado por la mañana a Roma. Vladímir Putin ha delegado en su ministra de Cultura. En Moscú nunca les gustó Francisco, siempre cuidadoso con la Iglesia ortodoxa. “Fue un Papa woke”, dicen los nacionalistas rusos. Xi Jinping ha enviado un telegrama, lo cual es mucho en el código de señales de Pekín. La presidenta del consorcio europeo, Ursula von der Leyen, quiere aprovechar la jornada para mantener una primera entrevista con Trump, que podría tener lugar en la residencia del embajador de Estados Unidos. Funeral y aranceles. Un barroco global.

El poder se concentra hoy en la plaza de San Pedro; en Santa María los marginados despiden a Francisco

El Occidente colectivo y el Sur Global estarán bien representados hoy en San Pedro. A muchos de sus gobernantes, sobre todo en el Occidente colectivo, no les gustaba el difunto. Bastantes de ellos habrán dicho en más de una ocasión que Francisco era un Papa peronista. Sin embargo, hoy estarán presentes en Roma, porque así lo dictan las normas de la diplomacia y por algo más, por algo más importante. Mientras la globalización económica se fragmenta y las Naciones Unidas pierden autoridad, cuando ya no existe la Internacional Comunista, ni nada que se le parezca, la Iglesia católica se convierte en la última gran fuerza con dimensión y voluntad universal. Voluntad universal. Ese era el programa encomendado a Bernini por el papa Alejandro VII, cardenal Fabio Chigi, nacido en Siena, jefe de la diplomacia vaticana en los tratados de Westfalia, que alumbraron un mundo nuevo. El mundo de los estados nacionales.

El rojo y el negro. Los fuertes y los débiles. El poder en la plaza de San Pedro y los marginados en la plaza de Santa María la Mayor. Sí, barroco global en Roma. Un grupo de personas sin hogar, migrantes en dificultades, presos con permiso para salir de la cárcel de Regina Coeli y personas trans recibirán los restos mortales de Francisco en el atrio de Santa María la Mayor, Santa María de las Nieves, dicen en Roma, por la leyenda de una nevada milagrosa en pleno mes de agosto. Trump en San Pedro, los últimos en Santa María. Jorge Mario Bergoglio se despide de ustedes.

Trump quería llegar a Roma con un alto en la guerra de Ucrania, para exclamar: “El pacificador soy yo”

Ayer era 25 de abril, fiesta nacional en Italia. 80.º aniversario de la liberación de Milán, la caída final del fascismo. Es una fiesta incómoda para la primera ministra Giorgia Meloni, que no se proclama fascista, pero que se apuntó de joven a un partido fundado por Giorgio Almirante, oficial de la siniestra República de Salò, último reducto de Benito Mussolini. El cardenal Matteo Zuppi, arzobispo de Bolonia, cuyo nombre leeremos en la lista de posibles candidatos a la sucesión de Francisco, lo recordó ayer: “También celebramos la Liberación”. La Democracia Cristiana también firmó en 1945 el llamamiento del Comité de Liberación Nacional a la insurrección general. Hace ochenta años.

En vísperas de las exequias romanas, una jueza fue detenida ayer en Wisconsin (Estados Unidos) por obstruir la expulsión de un inmigrante. Y una panadera de Ascoli, en la región de las Marcas, fue identificada por la policia por colgar en su negocio un letrero que decía: “25 de abril, bueno como el pan, bello como el antifascismo”. Signos de un nuevo tiempo.

Gian Lorenzo Bernini, gran maestro del barroco global, está enterrado en Santa María la Mayor.

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